sábado, diciembre 19

Hay días...

Hay días así, ¿ya lo he dicho?, en que quisiera que sin pensarlo me rompieras el corazón, el alma, los sueños. Y me miraras inerte como el fantasma que soy, el mismo que te hace reír en las ventanas virtuales de los mensajeros, para luego apretar el puño contra mí y quitarme esta vida, que es tuya, y diluirme enterito en el trago de tu mojito favorito, con sabor a las tardes de lluvia, ¿ya lo he dicho?, hay días así, en que quisiera que sin pensarlo me ataras a tus sueños, enmarañaras con tus antojos mis mañanas, mis noches, mis medios días de vida a medias, de vida sin mí otra mitad en el alma.

martes, diciembre 15

¿Te has ido?

Era miércoles, en el final de los tiempos, cuando él miró el reloj y asustado sintió todo el terror del mundo sobre sus hombros. Le retumbaba en la cabeza la voz del espejo maligno, le cosquilleaban las nimiedades del mundo, las paredes cuchicheantes y el todo verde de aquel bosque lleno de columpios. Luego vino la estela de las tardes lluviosas, las que nos afectan a todos, las que llenan de melancolía cualquier vaso vacío de fé, y fue la peor catástrofe que se le pudiera ocurrirle al bufón, pudrir el corazón de nuestro protagonista y de formas misteriosas, orillarlo al exilio emocional, a las tazas de café sin azúcar y a las ferias sin rueda de la fortuna donde treparse y morir. Él supo que estaba al borde de su abismo cuando el viento del mar lo amenazó con asomarse otra vez a sus cuatro paredes y ahogarlo, cuando una esquirla terrible, del sol disparado hacia la luz, le hirió el brazo derecho causando uno de esos dolores terribles que anuncian en la televisión, y la cura, vertida en una maraña de monedas, ya no le era suficiente para acabar de pasar garganta abajo toda su estupidez. Miró el cielo y avanzó, despacio, contra las estrellas nocturnas que abarrotaban aquel cementerio de caminantes, sonrió y resbaló colina abajo, llenando el acantilado de risas locas y escarabajos mirones que habían ido a ver el show.

¿Te has ido? - preguntó ella. ¿Te has ido, verdad?. Supe lo mismo cuando vino tu silencio, la muerte lenta, cosquilleándome en el pecho, poquito antes de dormir, una hora antes que tú, en el espejo, derritiéndose mi imagen, el cuarto azul, mis pies, mis manos, mis ojos, mis promesas, mi razón de ser yo.

jueves, diciembre 10

De momento

De momento, entre colores, nada más, así estoy. Y cuento las horas. Busco en la sección amarilla la tiendita aquella donde venden sueños. Creo que se me irá la mañana en lo mismo, cerrando los ojos e imaginándote: sonriendo, volando, eterna. ¿Dónde estás justo ahora que te pienso?, ¿Dónde estaré yo?.
Es que en realidad, hay días donde los corazones se rompen nada más porqué sí. No me preguntes a mí, que yo no sé, ni entiendo, como se puede vivir en la distancia soñando tu piel.

domingo, diciembre 6

Terapia infinita

Mire usted, entiendo, ahora déjeme darle mi opinión doctor. Desde anoche tengo una lanza atravesada en el corazón, carajo, entienda, en el puto corazón. Y entiendo perfectamente las cien razones médicas y los diez espejos que atribuyen mi dolor al vacío y a la locura, yo tampoco entiendo que le pasa a mi reflejo, yo tampoco entiendo como no hay nada donde se supone que me duele hasta el alma, pero entonces, como explica la ausencia de la luna en mi ventana, en el cielo, y su repentina estancia en todos y cada uno de mis sueños. 
Ya le dije que odio las pastillas grises.

jueves, diciembre 3

Cuento para Gaviria

Ella, luego de cambiar de opinión, cerró las hojas del libro y decidió que había leído demasiados cuentos de hadas. Las hojas y el polvo fueron la cárcel para sus pequeñas lágrimas de niña, entre los brillos, estallidos y cánticos de juegos infantiles, una enorme protesta le recorrió las ganas a su piel, que estaba enegrecida y había vuelto a convertirse en cenizas, reclamando caricias, reclamando fantasías y también inventándose alguna más. El espejo, mudo como siempre, se quedó impasible cruzando las piernas en aquel sillón, leyendo periódicos y releyendo noticias de lo mismo, de los mismos, buscando un nombre, un detalle, un quiensabe qué, indagando a la nada, al infinito, a su propia miseria reflejante. Cuando ella alzó los piesitos queriendo columpiarse hacia la luna, olvidó todo lo que había aprendido del espejo aquel, y ruborizada quiso explicarse como es que aún amaba al personaje de aquel libro, de aquella aventura, de aquella ficción, y yo, con todo el miedo del mundo, no me atreví a decirle que ella era la heroína, la de las mil vicisitudes, la del cuento de hadas, metida, con su espejo, en un libro en el ápice de mi librero sin fin. Ella es Luna.

domingo, noviembre 29

Confesión bajo una luna lejana

La soledad era el halo que me seguía aún en las noches de risas, aún en los besos, aún en la madrugada y mi manía de leer historias de terror escuchando el soundtrack de Amelie, la soledad era esa esquirla que a veces confundía con un brillo de luna, con un suspiro, con un amanecer imaginando sueños. La soledad era yo. Y que razón tenía la lluvia al colarse por mi ventana, mis nervios mirando aquel perfil de diosa, y eso que inmediatamente te taché de imposible, que más podía hacer, si igual me quedé callado ante tu luz, ¿te acuerdas?, estabas ahí con tu vestido blanco con estampados de flores, a mi merced, y sentía tu respirar, mi piel estremeciéndose por la amenaza constante de tu voz, y yo callado, sin nada que decir pero sintiendo un escalofrío que me calaba hasta los huesos, mientras escuchaba a la soledad largarse para acompañar a alguien más. Y hay días que me sigo preguntando si existes, si eres real, si no eres como la luna, un dibujo virtual en el cielo, y te beso y saboreo tu lengua entre la mía, y sabes a luz, y confieso que hay días que me da por soñarte despierto, por imaginarte traspapelada entre las hojas de mi rutina, y empiezo a contar al futuro, y al pasado dos años atrás, cuando cogí tu mano con mi mano derecha, y dije aún mirando a lontananza, ¿mejor ya me callo y te beso, verdad?.

miércoles, noviembre 25

Tres cuentos de rutina

Los instantes 

Se desquebrajan tantos instantes, tantos y tantos pedazos de tiempo vestidos de oficina, lamentándose del regreso de un nuevo vía, que se hace difícil hallar un solo momento para apreciar su marcha silenciosa, no hay nada, ni sol ni luna que le hagan mirar atrás. Y allí va, suicida, cayéndose al vacío de un sillón donde no hay mucho para mirar, salvo los instantes, atrapados en su propio momento de ya no ser. 


Ventanas 

Es que desde aquel día empecé a ver las ventanas de un modo distinto, dejé de asomarme por instinto con la misma idea de apreciar lo que ocurriera allá afuera para darle calor a lo que sucede acá dentro, y resultó que miraba de regreso a lo mismo, a las locuras que se encabronan por el calor de los días de diciembre, por la falta de aguaceros, por el roce intermitente de las banquetas contra el fuego, que simulan una guerra de latidos donde la tierra se muere poco a poco, y llora árboles, y llora mares, y llora todas las lunas del cielo, para negarse a cerrar la ventana donde asoma su sol. 


El olvido 

Independientemente de la idea que pueda tener acerca del suicidio, creo que un cuarto como este lo puede inducir de manera siempre más sencilla, no sé si sean los colores, las formas que se dibujan en la pared, los rostros que se forman sobre las grietas, como se pierden las sombras, los pies, las cervezas empolvadas, la ventana que está medio abierta pero no deja entrar... no hay nada que pueda entrar; un tablero de luz que no sirve, un refrigerador que no enfría, cables, paredes, esquinas, esquirlas, cuadros muertos, y del cielo, desde el techo cuelgan como unas hebras que de repente asemejan ser unas cascadas de sombra, solo ausencia de luz, botes llenos de nada, escobas para barrer el olvido.

domingo, noviembre 22

Fuerza Luna

Yo entiendo, a sabiendas que las peripecias de la luna por no caerse del cielo son cosas de todos los días, que igual seguirá tambaleando sin dormirse en sus laureles para nunca llegarse a caer. Ya bien sabemos lo que pasa cuando una luna se queda dormida. Y es que no es para menos, anoche me despertó el estruendo de la luna que despertó asustadísima por haber tenido una de esas sensaciones de caída repentina que los humanos solemos experimentar, y ahí estaba ella, quieta y solemne, meciéndose los cabellos y dándome la espalda a través de la ventana; yo soñé que ya no soñaba, que era viernes otra vez y estabas aquí de regreso, pero mira, entre la luna que creyó que por fin se caía y yo que desperté soñando que despertaba, ya no pude volver a dormir.

Y heme aquí, con los brazos extendidos, por si a la luna de plano se le rompe el hilo que la sostiene en el cielo desde ayer.

lunes, noviembre 16

Diagnóstico

Usted se ha vuelto loco amigo. Dijo el doctor y tajantemente extendió la mano en fría despedida. Yo salté del diván y sentí la puerta del consultorio cerrarse tras de mi (y el sonido de la triple cerradura activándose por dentro). Bajé las escaleras de aquel edificio con una nube negra en la cabeza. El diagnóstico no fue el que yo esperaba y me encaminé de regreso al trabajo para marcar la tarjeta a tiempo. Apenas eran las nueve de la mañana de un día lunes, y yo en mi escritorio mirando una triste receta para combatir mi enfermedad, una ventana cantando lluvia y una ciudad agonizando de amor; ya solo faltaba que el mundo dejara de creer en mí; ya solo faltaba que mis credenciales dijeran: Dios, ex – señor todopoderoso. Amén.

viernes, noviembre 13

Silencio

No es más que silencio,
absoluto silencio,
lejanía,
las huellas sordas de tus pies que pasaron por aquí,
la caricia de tus manos,
un saludo,
tus labios rosados,
un beso de despedida,
no es más que silencio,
absoluto silencio,
tu ausencia,
lo.que.me.mata.hoy.

lunes, noviembre 9

Debería

Debería ser tan sencillo,
como cerrar los ojos,
o sentir el martilleo de unas alas de mariposa romper el cielo y elevarse para no volver;
debería ser tan simple,
como respirar,
o sentir en la espalda el cosquilleo de libélulas que sonríen y arrancan montañas a su paso por la tierra;
debería ser tan obvio,
como cegarse al mirar la luna,
o resbalar de risas cuando escuchas su voz del otro lado y te das vueltas en el colchón;
debería ser tan fácil,
como contar los latidos,
o probar el vino de las extrañas musas que se esfuman cuando viene la mañana, cuando se acaba la noche y su ilusión.



Debería ser tan solo un paso más para estos pies. Pero no te sé olvidar.

viernes, noviembre 6

Espejo

No era el mismo, aunque el rostro disimulado con los lentes le regresaba algunos años, los hombros caídos y la panza de chelero le daban el aire de señor que tanto despreciaba cuando se miraba al espejo. Y ahí parado, Juan se miraba las cicatrices que no supieron borrarse ni con aquella pomada verde tan cara. El blues de la calle se había callado por fin, los ronquidos de un grillo y el gato del vecino arrullaban la madrugada en la ciudad. La noche fue tan larga como los dos quisieron, poco importó que aquella imagen de mujer tuvieran que compartir la habitación de sueño con su perro, de patas anudadas a la luna y brazos tejidos al nuevo sol, que vino tan puntual como siempre y tocó a la puerta que nunca pudieron cerrar; el viejo portero los vio salir a la misma hora de siempre y dar la vuelta por la misma esquina de ayer. La señora que limpia la habitación de sueños recogió los pedazos del espejo roto, que ya sabía que le cobrarían otra vez, como siempre, y ella y su marido, con tantos años a cuestas trabajando en aquel lugar, se guardaban sus historias para los nietos, que reían, jugueteaban, y emocionados y asustados le pedían al viejo: ándale abuelo, cuéntanos aquel cuento de fantasmas otra vez.

viernes, octubre 16

De vientos y ausencias

A veces, con insistente certeza, llego a creer que las noches como esta, tan llenas de viento y ausencia, son el presagio de un mañana peor. Normalmente la rutina aplasta el vaticinio y todo resulta tan sencillo y torpe como siempre, las mismas calles rodando y las cascadas de luces donde siempre, aluzando el camino a seguir siendo yo, el mismo. Lo preocupante de este oasis en la niebla es que las figuras que se asoman a la ventana no son nada familiares, extraño otros rostros, más sencillos, que reconfortan sin tener que usar la mano, simplemente aletean cayendo de árboles de paz y todo se vuelve astuto, exacto, para dar pasos firmes sin miedo a que el andamio se quiera matar otra vez (conmigo encima), y le caiga encima al mundo, aburrido de mi.

sábado, octubre 3

Donde la espera

Donde la espera, aguardo,
lamentando el silencio,
agraviado sin la lluvia de ti,
nada más,
aguardo debajo de un cielo helado,
por ti.

La muerte no te quita ni te roba... algo deja cuando algo toma.

jueves, octubre 1

He is Dead

Que se paren los relojes, que se que corte el teléfono,
que el perro a un hueso jugoso ya no le ladre,
que se callen los pianos y con un tambor sordo
saquen el ataúd y entren los dolientes.

Que los aviones que gimiendo dan vueltas en lo alto
escriban en el cielo el mensaje: "Él ha muerto",
que pongan pajaritas de papel en los cuellos blancos de las palomas,
que los policías se pongan guantes negros.

Era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste,
toda mi semana y mi día de descanso,
mi mediodía, mi medianoche, mi plática, mi canción.
Pensé, y estaba equivocado, que nuestro amor duraría siempre.

Ya no quiero las estrellas. Que las apaguen,
que empaquen la luna y desmantelen el sol.
Que sequen el océano y barran los bosques
porque ya nada de lo que venga habrá de ser bueno.

"FUNERAL BLUES" - W. H. Auden

lunes, septiembre 21

Sueño

A veces (o casi siempre) sueño en tropezar contigo, en algún mar de la luna, los dos descalzos, buscándonos, y hallándonos, bañados en la misma plata, en el mismo dolor, bajo el mismo árbol de estrellas, y atrapando los mismos besos perdidos. A veces (o casi siempre) te imagino vestida de mis ojos, entrelazada con mis besos y amarrada de caricias a la cama, todo es perfecto. A veces (o casi siempre) escucho el latir de tu corazón, que te trae, envuelta en caprichos, a mí, y de igual forma, sarcástica, te lleva de regreso a otra ciudad, me mira, tu corazón, y me dice que eres para mí, y en medio de lágrimas, se va, y me quedo, como siempre, amándote un poquito más, extrañando, peleándole al destino, que se ha vuelto un demonio fuerte, como esta distancia, como carreteras que nos ha dado por recorrer para hallarle razón a esta absurda forma de existir. Pero ya te digo que a veces (o casi siempre) sueño en tropezar contigo, y somos diminutos seres que resbalamos de la mano por una almohada azul, hasta caer en la cama dura donde vemos películas, donde soñamos (siempre) en volvernos a encontrar.

sábado, septiembre 19

Ansiedades

Y miro la gente pasar.
Por la ventana se cuelan todo tipo de sonidos, van desde el perro imitando a las ambulancias, las alarmas de coches y un “cambia ya de color” de algún peatón apurado. Estoy desconfiando mucho del clima, está nublado y asusta al sol, se alejan más las lluvias que me hacen, como siempre, pensar en la distancia que hay hasta ti.
Pero no quiero ponerme cursi.
Algo aplasta al mundo.
No son nada más las nubes que de repente se han venido a vacaciones a mi escritorio, hay algo más en el ambiente que no se deja ver del todo bien, y a veces me da por pensar, si se nos ha vencido el recibo de luz, de tierra, de mares, de suerte para seguir cavilando y nomás, existirnos porqué si.
Yo aprovecho el tiempo y te robo un beso mientras caminas allá en la ciudad donde trabajas ahora.
Pero no quiero ponerme cursi.
Es que se nos cuartea la realidad.
Y por las grietas vienen demonios vestidos de traje, casi siempre amarillento, fumándose su bilis mientras el diablo juega a chuparse los ojos, a olvidar el miedo de caer desde el sol, libre, caída libre, y no la libres hecho un susto contra el pavimento. Todos son solo sueños que reverdecen mientras se marchita la fe.
Mi fe sigue intacta, debo decir.
Le sigo rezando a tus lunares y sonrisa.
Le sigo anhelando a tus ojos posarse ante mi. A tu boca por más besos. Pero no quería ponerme cursi. Y que más da. No dejo de pensarte. Que más da si no paran de antojárseme tus manos en mi pecho. Nada más quise pensar, el cielo se sigue arrullando entre las nubes, mucho barullo afuera, me voy a soñarte, me voy a pensarte para ya despertar.

miércoles, septiembre 16

El principio

Los pies desnudos, y las piedras que lastiman por la costumbre insulsa de las botas, las hojas que crujen secas, el riachuelo artificial marcando el tono y el caminito a seguir, sigo y le sigo despacio, al fin y al cabo, caer no sería nada del otro mundo, si acaso el cosquilleo de la misma muerte esperanzada que vive en mi, caer y olvidar la fatiga, resbalar y dejar el cansancio acá arriba, donde no me pueda seguir. Hay que tener cuidado con las trampas de viejas arañas de monte, que se cuelgan entre árboles por los que saben que uno pasará y acabará con la cara embarrada en su tela donde serviría de alimento a su ego crecido y su porqué, otra vez, a soportar sus dudas sobre el universo y la disposición absurda de algún dios para los animales y sus mascotas de antaño, los humanos como yo, urgidos de volver al principio de las cosas y hacerlo como ahora, cámara en mano, desnudo y con el ruido de la carretera detrás, allá donde el mundo es simple como los años luz en un reloj de bolsillo. Me arden los ojos al llegar, y la espalda llena de la hierba se posa tranquila para dormitar, cierro los oídos y saboreo el recorrido del viento sobre mi, me atraganto del monte, de la luz de la tarde y de la amenaza de lluvia en el horizonte, aquí estoy otra vez, con una valentía en la bolsa y mojando de absurdos mi escape al cielo, aquí en el principio de la verdad, desnudando el cuerpo, y revistiendo el alma de algo nuevo, aún sin color, aún sin edad, que me llevo de regreso a la noche, para empezar mañana, un día, una hormiga más.

viernes, agosto 28

Instante

Ya ves, no siempre estas manos tienen ganas de escribir, pero igual se escapan. No siempre hay mucho que contar, pero igual, sucede que en un trozo de mis sueños se desbaratan lunas, que se caen al mar de unas lágrimas extraviadas, perdidas, azules, mías. No hay esta noche ningún brillo en la ventana, solo tu voz, a lo lejos, tiritando casi a punto del desmayo, casi a punto de ser la línea que traza mi locura por el altavoz, constante se va insinuando por sobre mi cuerpo una marea de desvelo que sube hasta mi pecho, inundándome todo, dejándome tirado a la espera de un no sé qué, de un no sé cuando, de esta desesperación, de estas agruras, de este agravio sin razón, de esta cordura que ya no me viene bien a mí. Y mientras, ¿Qué hacer?, ¿A dónde me largo amor?, si ya no tengo alfombra mágica que me obedezca, ni árboles de vida eterna ni tormentas de ganas lloviznándome por doquier. Hoy no. Esto no es normal, sin embargo, me repito ante el espejo donde se desmorona mi imagen, y aferrada a pequeños tirones de luz, se va mi silueta haciéndole sombra a la pared, que cierra los ojos y espera que le sueñe, que le grite otra vez, aunque debajo de la cama el corazón se escurre, atónito, destartalado y sin vida, casi sin vida, con latidos extraños rezándole a algún extraño dios, ¿y qué más da?, si mañana el hueco estará vacío, las montañas grises, las calles elevadas en los montes a donde ya no puedo llegar. ¿Y la duda?, viva. ¿Y los miedos?, carajo, elevándose, montados en el hielo, en los pequeños insectos que me rasgan la piel, en esta desventura de silbar por un bosque donde no existe el amor, ni hay nada, ni siquiera un hada que me revele una pizca de mí, nada, hoy no hay nada, así debe ser eso que dicen de morir, pero mirándolo todo, mojándome la camisa de incienso, ladrándole a las estrellas, en este desasosiego, me lamento, me pierdo, me desvanezco, y nada más.

jueves, agosto 20

Días de cambio

El autocontrol me ha evitado salir disparado hacia los confines del universo. La luna que guardo al lado del machete oxidado y el alebrije escondido en las telarañas, insiste en asomarse con ganas de pedir permiso para volar. Yo me pregunto si lo más adecuado sea desamarrarle las alas al sillón y dejarse llevar. Si. Quizá. Del otro lado del cuarto he visto que la organizada revolución de los libros ha empezado a tomar forma, se sacuden solos, se releen unos a otros y con mirada acusadora me enseñan al que he dejado muerto sobre el escritorio, yo les digo que solo duerme, espera, se relame las hojas a la espera de más ojos. Y es que siempre es así, en los días de cambio, que el corazón se duerme al revés y despierta siempre mirando al sur, como queriendo emigrar, pero se queda, aferrado a los sueños de irse a navegar por la espalda de algún día de estos, resbalándose en un barco de papel que recorra todas las bancas de la ciudad. Nada más se trata de aprender a navegar en nuevos mares, dice. Tan solo se trata de abrir la ventana y averiguar de qué se trata el nuevo día de hoy.

miércoles, agosto 12

Mientras tú duermes... (02:15 AM)

...yo me siento aquí, frente a esta luz que me quema los ojos, y pienso en la espalda que se me rompe esta noche y en las ganas que me hacen recostarme y explotar pensando en ti; y así me voy, disperso, hecho trizas, con las manos hundidas en tu cuerpo imaginado a mi lado, y me lleno de estos instantes para toda la vida, para ser el verdadero yo que se escapó de aquel cajón, escurriendo letras, miedos, tropiezos, y hoy me dejo guiar por las manos, que bailan, se ríen y juegan por toda tu piel. Mientras tú duermes yo te sueño, soñándome, Luna.

domingo, agosto 9

Muchos Más

No quiero que se me vaya el día sin dibujarte un millón de besos en el cielo, ¿has notado que el viaje nos parece aún eterno? Y apenas son seis años luz redescubriendo el universo, haciéndonos pasar por cosmonautas sin conocimientos previos de tecnología espacial, y que más da, si puedo estar meses perdido en el espacio entre tus labios y esa cadera, esa cordillera de sensaciones donde a veces sueño que caigo, y despierto con la sonrisa de idiota (la misma de siempre) creyendo que en cualquier momento la señorita Luna me gritará desde una ventana: ¡despierta baboso!, solo fue una broma, y con aspavientos, aullando: ¡que pase la realidaaaaad!, y de la boca negra de aquella puerta, solo salga caminando un día normal, un día sin ti. Pero ya te digo, no quiero que se me vaya el cielo sin alzar la vista a tus ojos y rezar, por más días de nosotros, sillones con películas y calles vacías para caminar y bailar tranquilos. Muchos más.

miércoles, agosto 5

Sentimiento, noche

¿Sigues aquí?

Todo es oscuridad, frío,
mis pies descalzos huyendo por la orilla del colchón.
Luna afuera fría y plata,
como nunca antes difuminando a la ciudad.
La tela ligera que se sacude
y cubre mi cuerpo entero otra vez,
pero hay luz, tenue,
acariciándome la espalda.
Respiras.
Y mi brazo serpentea tu espalda
y me cuelgo de ti.
Sigues aquí.
Tu abrazo amanece al mundo,
tu abrazo se asoma por encima de las montañas
y me baña de sollozos de niño,
de danza sin canción,
mirándote, para siempre,
a mi lado.
Cierro los ojos otra vez
y la sonrisa se me escapa
navegando en un sueño de paz.

Si piensas aún en mi 
Te espero por aquí.

martes, julio 28

Si un día te vas

Si te vas, quizá me asome a la ventana un poco menos que ahora. Yo sé que estás lejos, pero a veces me da por asomarme e imaginarte andando descalza por mi calle viniendo hacia acá. La imagen que más me gusta es cuando cargas con tu mochila. Llena de besos. Llena de abrazos. Y en el cielo se leen mis ojos gritando tu nombre, cayéndose como avalanchas de luz, toditos para ti. Si te vas quizá me quede aquí. Con los dedos engañados esperando que un día vayan tus manos a volver hacia mí, hacia las caricias que les guardo en mis bolsillos, así pienso, quizá, que si te vas, habrá muchos caminos que recorrer para buscarte, hasta encontrarte, y si no existes, volverte a soñar.

jueves, julio 23

Revolución

Estas manos tienen días que no saben obedecer. Escriben o rescatan letras perdidas por todo el teclado, en las pequeñas barrancas entre cada tecla y haciendo tremenda alharaca, preparan el plan para volver a escribir que pienso en ti. Hoy, de la nada, indagaron el camino hasta un par de letras que pretendían ser tu nombre. Tuve que amordazarlas y ponerle fin a su deseo, pero mis labios, sonriendo, lo dijeron en voz bajita, y yo, sorprendido, entendí que este motín para quererte empieza a sobrepasar mis ideas y se ha esparcido como idea revolucionaria por mi cuerpo. Cuando tus labios iniciaron la revuelta que llevaría a mis ojos a enamorarse de ti, nunca me imaginé ser el primero en quererla ganar (y el primero en quererla perder), hasta hoy que sorprendí a mis ojos leyendo lo que quieren, a mis manos escribiendo lo que pienso, a mi boca ansiando lo que sueño, a mi brazo renegando por la falta de tu mano caminando juntos por las calles de camino a tu hogar.

sábado, julio 18

Alebrijes en la cabeza

Todo empezó como siempre, mirando alrededor, nomás para asegurarme que iba despacio, y que el mundo se iba con la finta de que todo le daba vueltas yo; en la cabeza, los alebrijes de siempre dando vuelta y contando los mismos cuentos de siempre para dormir, para que la noche se convierta en estrella de mar y vuelva a rezarle fervorosa al segundo que cuelga de mi fe, con el hilillo mágico que mis ojos idearon para estar atento al tiempo, a la añoranza de ver al mar volver, en sueños ridículos, donde el mundo no está de cabeza y donde amaneces pensando en mí, con tus manos hechos nudos con mis manos, atados al cierzo que nos comemos en copitas de plástico, por calles empedradas, por la orillita donde mi cordura ansía que le presten la llave y escaparse, a donde pueda ser libre y ya no volverse loca pensando en mí, sin ti.

lunes, julio 13

Ay tristeza

No sé qué sea lo más curioso, toparnos de frente con ella o simplemente redescubrirla viviendo como siempre, en nosotros mismos, en cada mirada y en cada gesto, en cada paso y en cada instante al dar la vuelta en alguna esquina, en alguna calle empedrada, o en una de tantas subidas y bajadas de esta ciudad, pero casi siempre, sea curioso hallarla de nuevo o no, la tristeza se pone vestidos que le embellecen y al mismo tiempo, nos pone la carne de gallina y nos espanta hasta los huesos, nos aterra saberla de regreso o nada más despierta otra vez, ahí sentada con nosotros en el asiento del carro, en una oficina del trabajo, en la banca de la plaza o agarradita de la puerta del autobús atascado de las tristezas de los demás; casi siempre se asoma cuando uno la espera ansiosamente, cuando el teléfono anuncia el último instante de cierto tono que nos hace comprender que alguien sigue lejos, que alguien se ha ido o que alguien tiene aún que recorrer unos cuantos minutos para regalarte un abrazo, la tristeza mira casi siempre de lado y acaricia la mejilla de su portador, sabiéndose dueña de la situación y del exacto alcance de su roce, sonríe y sigue mirando a distancia clara y confusa como siempre, perfecto alimento para su existir. Por más óperas que nos reboten en la cabeza, por más tintineos de ganas de almorzar besos, ella sigue insistente y sale primero a la calle para ir siempre un paso adelante, rasguñando suspiros para sentirse viva, sentirse querida y odiada por los mismos que la hacen, por los mismos que la alimentan y por los mismos que la odian, y que como bien sabe, tarde o temprano le abandonarán en algún lugar o arrojarán a algún caldero hirviendo, con la firme pero poco ávida esperanza de que se muera para siempre, a sabiendas que tarde o temprano volverá en alguno de sus vestidos: distancia, melancolía, celos, sueños, ilusiones o risas tristes que a veces se vuelven llanto en el silencio, en la oscuridad de noches llenas de ella, de sí misma arropándose bajo las sábanas, acurrucándose hecha luna, al menos por un rato, hasta que los aleteos de la ausencia se queden sordos y dejen paso a las ventanas abiertas, que como cartas blancas vuelen por debajo del cielo para traer las nubes afiladas que matan a la vieja tristeza, que le arrancan de tajo sus ideales y en algún frasco viejo de mayonesa le dejan guardado el corazón, casi siempre sin etiqueta, irreconocible, depositado dentro de un jarrón, que ha visto mejores días en pasillos vibrantes, y que hoy tan solo se enrosca al final de un librero de madera sosteniéndole las letras a ciertos libros empolvados, muertos, olvidados, como ella.

lunes, julio 6

De siempre (01:35 AM)

Es que le dan miedo los abrazos virtuales, y las frutas bailarinas que hacen muecas queriendo caer bien, eufóricas, irreales pero que igual se asoman a saludar. Y yo cansándome la espalda dibujando letras, imaginándonos en esas calles donde el sonido de tu risa le daba una luz especial a la noche, ahí quisiera perderme para siempre, con el brazo colgado de tu cintura y los ojos volviéndose locos de atar, de tanto mirar, remirar, rebuscar y revoltear hacia ti, y luego al cielo, y luego a las nubes, y luego a las calles y nuestras largas caminatas. Y es que del otro lado de la ventana, los dibujillos virtuales asustan a mi luz, y yo pensando en mirarla de reojo, y lo único que encuentro, por ahora, es su ventana abierta pero callada, frutas que envidio para morir igual, en unos minutos, en sus labios, un lápiz negro colgando del cielo con un cordón, unos lentes atentos para encontrarla en mis sueños y una caja azul sin sentido, llena de polvo y cachivaches olvidados por estas manos, dedicadas, al momento, a viajar al lugar de siempre, allá lejos, aquí cerca, sintiéndola, extrañándola, dibujándola a besos virtuales, para nunca olvidar.

¿Vamos a caminar?
Quiero jugar a ser sol…

(Fin de la Cuarenta,)

miércoles, julio 1

Vuelve pronto y se fue con las flores

Todavía me azotan esos nervios, todavía me dan ganas de gritar y lanzarme por la ventana al primer asomo del sol sobre mis ojos. La manía de despertarme buscando luna en la ventana, no hay, no ha habido, ni habrá, los aullidos son para las nubes que juegan a dibujarse un mundo debajo, donde alguien nos revuelve con el dedo y aturdidos, nos ponemos de pie y nos vamos a trabajar. Varios meses después me detuve en la puerta un momento a considerarme afortunado, lo hice, como siempre, en la puerta por la que imagino que has pasado muchas veces y que también tiene ya la mañana de preguntar por ti, la habitación a oscuras, un lápiz impreciso que ahoga sus bostezos mientras se bebe una cerveza, es mañana, lo que tanto me soñaba ayer, por fin, ha salido en el periódico que la venta de vidas en el mercado ha bajado considerablemente, suerte que no vendí la mía, y la tuve, aquí guardada, para ponerla (aunque ya no importe) a tus pies, mi querida Luna...

miércoles, junio 24

Pequeña Rosmery

Mientras peleas por liberar el mundo de los sueños sin fe, la cafetera explota en hordas de sabor que planean escurrírsenos despacio por la boca, llenarnos de vida y sueño diurno para de noche, estar alertas a la lluvia de lunas que amenaza con mojarnos hoy. Mientras te empeñas en la cruzada inútil por curar de tristeza a las montañas, la bicicleta abandonada le cuenta el rincón los secretos más íntimos de la habitación, las deshoras sin poder dormir, las cervezas sin música, y las risas sin eco ni remordimiento de conciencia bajo aquel colchón de cielo. Mientras deliras por las ansias locas de llenar de tus pasos al mar, la playa se retira ingenua a la tarea prodigiosa de ser balas contra la locura que nos acecha queriendo adueñarse de nuestra humanidad. El trigo de las manos resbala y los campos se vacían de luz, se llenan de sol rojo, de la tarde que herida se marcha por el mismo camino y el trovador que de su mano alimentaba la saliva del viento, decide abandonar la guerra, tirar versos de los árboles y hacer una lista de todas sus formas de decir adiós, de cerrar los ojos y olvidar. Mientras batallas contra mil dragones uno se pregunta quien imagina a quien. Un hada de pelo negro y largo, vestido azul que contempla sus alas como quien quiere descifrar el poder de los sueños aferrados a su cintura, y nada, un cuento vacío, un cuento imaginado, muchas letras en espera de ojos que no les hallen sentido y se revuelquen de placer. Aunque allá debajo de mis manos, exploten los recuerdos y las pastillas tengan el mismo efecto que quisieron tener ayer cuando llegaron a pedir asilo. Pastillas. Ideas. Sueño. Llover. Calmar. Olvidar. Ser.

viernes, junio 19

Escarabajo bajo luz gris

No me preguntes como es que suceden estas cosas. Pasan y ya. Aquel día me prometí mirar al cielo y no dibujar con los dedos tu nombre, eso era cosa de todos los días, enamorarse al primer vistazo en la plaza, la heladería o la entrada al cine. Luego un café, inevitable si se quiere tener una buena conversación y un pasatiempo para evitar silencios incómodos, nada más parecido a una letanía de enamorado perdido en aquel callejón, tomando de la mano a mis miedos para presentarlos de mejor manera a los tuyos, siempre sin dejar de mirar los labios de la luna, todo en un arrebato se vuelve gris, cuando cae del cielo una tonada de ayer, y dice que hay que andarse despacio de nuevo antes que el sol nos convierta a todos en piedra gris, estatua vacilante, sin lugar, sin ganas de salir a reconocer un beso, otro día más. Ando a caminar despacio, bajo una torpe luz gris.

domingo, junio 14

Escarabajo al sur

Se ha ido la fe. Le parecía al escarabajo que miraba de lejos como el camión marchaba a un olvido donde no se le incluía a él. El mundo es cada día más pequeño y resulta que ya nadie habla conmigo, - pensaba – y en el espejo lo acosaba una imagen de si tirado en la cama y muerto de desgano, con mil caminos afuera para devorar, para salirse con la suya y pintarse de mil colores las patas. Se ha ido la luna. Le parecía al escarabajo que caminó despacio rumbo al sur, siguiendo con la mirada una formación en V de patos salvajes que le hablaban de libertad. Algún día, - pensaba – algún día la luna regresará mi fe.

lunes, junio 8

Insisto (04:05 AM)

Es el viento, ese crujir de ramas, lo que me trae tu ausencia dibujada en la noche. Y vienes como antes, con tus lunares y sonriendo, a sabiendas que sería la última vez que estaríamos juntos. Te robas mis besos y tarareas una canción (con mi nombre intercalado en alguna estrofa), aunque los dos sabíamos que no era cierto, que no sería así, que no te ibas a quedar, y que aquella noche sería la caída de mil nubes que lloverían hasta el hoy de mis tormentas. Todavía imagino como serian tus labios en mí, eternos, todavía despierto con la sensación de que todo es un sueño, la terrible presión sobre la cama, las colchas tiradas y tu cuerpo trazado perfecto sobre este lienzo que me inventé un día para no volverme loco y morir. El mejor sueño es ese, soñarte, aunque te haya tenido que inventar. La mejor noche es esa, tenerte, aunque te haya tenido que imaginar. Es el viento, ese quejido del cielo, lo que me trae tu ausencia dibujada en la noche; y por momentos, es la luna, cayéndose a pedazos, las gotas de sol de ayer que se me escurren por la cara, y le lloro, a tu ausencia terca, que viene a visitarme a esta hora, como siempre, otra vez.


pronto empecé a tener frío y tú no venías a curármelo, así que tuve que pedirte sin decírtelo 
que me volvieras a dejar en tierra y siguieras con tu vuelvo

miércoles, junio 3

La distancia

La distancia es aquella daga que se encaja en el alma cuando es de noche. A veces simula ser una lámpara fluorescente que se tiñe de rojo y se enoja con la pared, de tanto mirarla. La distancia es aquella nube que llueve poco, y lo hace cuando uno no quiere nadar. Es un relámpago en un diván consultando al meteorólogo para subsistir, y de tanto en tanto, alumbrar la ciudad con su cruel mal vestir. La distancia es el filo que no corta, pero hiere los ojos cuando uno asoma por el ojo virtual en la ventana, tan solo para verse morir igual que todos los días cuando ya no se atina construir galletas que soporten la gravedad y no mueran de tristeza en algún plato de cristal. La distancia son las últimas lágrimas que se mueren en la almohada. La distancia es la almohada, que se muere sin lágrimas donde alguna vez soñó.


me he hecho el firme propósito de tomar distancia, anteponer un montón de razones para irme ya alejando y decir adiós sin palabras, 
que siempre es el adiós más difícil, el más artero.

sábado, mayo 30

Sueño hoy (02:47 AM)

Me voy a dormir con la convicción de no querer hacerlo.

Me voy a dormir con la sensación que despertaré y las nubes seguirán siendo tan frágiles como hoy, hacedoras de tormentas, y tu risa seguirá explotando en mi cabeza nada más, y mis labios habrán soñado delirios de tu boca, antojos de tus abrazos que son etéreos nada más. Me voy a dormir con el miedo de solo haber soñado amaneciéndonos en palabras, en una historia inesperada que se forjó de poesía tatuada en las alas.

Me voy a dormir con tu sabor fresco,
para despertar mucho más adentro de este sueño,
que hoy soy, por ti.

tu risa todavía suena tan claro en las nubes de mis recuerdos

martes, mayo 26

Que habrá sido de ti (09:47 PM)

Tantos sueños apilados como fue posible dentro de una caja de cartón, los libros, sin brazos, clamaban justicia desde el librero mientras los ojos burlones del escarabajo seguían mirando a otra parte, nada que hacer con la sensación de ensueño, la fría capa de ilusiones que hacen alzar los pies en vuelo, inclinaciones por robarse la noche y atragantarse de estrellas sabor a rubí, explosiones tibias de engranes y espaldas que tiemblan al contacto con algún dedo, acurrucado, en el corazón de la montaña y aquel mago que se toma un café para olvidar. Ideas torpes, sin sentido, tanto como estas manos que buscan debajo de tu sonrisa un te quiero para estrujar, para decirle cuanto siento no ser la respuesta a la última página del cuento donde abandono mis idas, ayeres, cucharas de fe para dormir en paz. Y te vas despacio, vestida de flores y suspirando el color de tu belleza, las risas que te erizan la piel son cielo, vacío de mis letras, inspiración de nada que guardo en cuadernitos que nunca abriré, para ya no morir cuando tus labios se alejen otra vez, como anoche, como siempre, desde que nunca te pude tener, desde que nunca te pude querer menos que hoy, y así, tallada de imposible, le bailes a la luna, y te vayas sonriendo, te vayas canción, te desmorones en sueños de lo que no soy.

jueves, mayo 21

Sueño de Escaleras

De repente me ha dado por trastabillar en las escaleras, cualesquiera que estas sean, de caracol, esquinadas, eléctricas, de madera, de piedra, todas, toditas hacen una leve finta cuando llegando a ellas y mi pie como que se retuerce al momento de ese primer (y decisivo) escalón, es entonces que me veo forzado a bajar la vista y ordenarle a los pies que anden sin miedo, casi siempre funciona, cuando no, acabo enredado en discusiones tontas con la escalinata, acerca de quien tuvo la culpa y si sus intenciones fueron tan arteras como mi reacción exagerada; aunque casi siempre, ninguno de los dos dé su brazo a torcer.

lunes, mayo 18

Aturdido

Siquiera, creyó que aquella prisión era la vida, y se hundió en sí mismo, mató la música que le salía del pecho y ató sus agujetas a la ventana para evitar que entrara el sol, aquella noche, se soñó lejos donde sus manos valieran algo, para alguien, y se supo libre de si mismo cuando cantó aquella canción para morir, su prisión era la misma desde hacía un año, la misma caja de cartón con orificios que simulaban ventanas, pero se supo viviendo como él quería, siquiera, creyó que aquella bala le arrebataba la vida, aunque solo fuera un grito, tenue, y siguiera soñando, metido en su cárcel de cartón.

jueves, mayo 14

Érase una vez…

…un mar, donde al filo de la madrugada caí de la cruz y pude por fin mirar el mundo desde la orilla de un cielo donde llover no significaba morir. Me ahogaba en aquellas aguas pero no era muerte la gloria que me estremecía el alma, la razón que se desbarataba en pedacitos de aire que eran nuestras alas, para salir de aquel instante y zarpar de nuestro muelle prohibido, con la esperanza de nunca tocar tierra otra vez.

…una luz, cansada de brillar de día y de ausentarse para darle vida a la noche. Tan cansada que una tarde decidió venderse al mejor postor. Puso a la venta sus ojos y con la piel de ángel se colgó de las tormentas y se fue arrastrando locura por un mundo de mañana donde las sombras bebían atardeceres de cerveza y pan.

…una luna, que venía cada noche a mi ventana y en una de tantas se llevó mi risa. Casi siempre brincaba de la pared a mi espalda dejando vacío el óleo donde se quedó atrapada cuando supo de su amor por mí, vino y se hizo cuna entre los árboles del miedo, de la noche donde fuimos la garganta abierta para darle rienda suelta a un sueño enterrado en forma de cruz para que no nos volviera a llover. Luego sucedió que la ventana se cerró detrás de mí al volver, y ella se quedó lejos hasta que quiso irse a buscar otro brillo de porte militar, dejando mi casa bañada en soledad.

…un cuadernito, colgado del ápice de las manos de un iluso escritor. Vino a hacerse verde y confundirse con el pasto una mañana de agosto y azorados colibríes abrieron paso al intruso ladrón. Aquella tarde lluvia el cuadernito dibujó suicidio en su portada y luego entrecerró las hojas para morirse de amor, dejó detrás de si un índice descompuesto, y la mirada perdida entre un capítulo etéreo y uno levemente inclinado a su favor.

…un cuento, perfecto y tupido de nubes donde los rayos de sol bailaban alrededor. Aves y rezos volando, dulces y risas flotando, magia y rosas brillando entre las ganas de meses que nunca se cansaban de envejecer. Y como todo buen cuento de hadas, en el horizonte se dibujó un villano que vino a quitarle color a nuestro cuento en cuestión. Vino desde el horizonte la tormenta y luego las noches, las espinas, la sal y aquella banca, sin ti, sin tu cabello y sin tu silueta dibujada contra mis manos, vino la espera, de asomar a la ventana viendo cuentos pasar, viendo más cuentos como el nuestro, morir.

domingo, mayo 10

Natus Vincere

Mujer colores. Asomó desde la ventana con ese dejo de tristeza, el de siempre, con las alas tendidas al sol pidió limosna de besos al espejo y se esfumó pletórica de colores en la mañana de calor; se llevó en sus ojos el brillo ausente de los míos, y no regresó, ni luego de un año luz.

Mujer lejos. Asomó desde la ventana al ritmo de una pieza para violín, los labios sabor vino previnieron a los segundos que marchaban detrás de la inminente destrucción del momento indiferente que se nos venía encima, explotó tanto cuando le robé el alma que la lluvia de risas del bufón inundó los pueblos cercanos; y yo, con los ojos cerrados, tuve que decir lo siento, y tuve que decir adiós.

Mujer ojos. Asomó desde la ventana con un beso por delante, simplemente lanzó al aire uno de tantos que se le escapan y con vida propia subió por mi cuello y me robó un suspiro por debajo de la camisa, quise amarrarme a sus labios para que la noche no fuera eterna pero nos ganaron los respiros rápidos y las luces locas atravesando el umbral; sencillamente, fue como detenerse camino a Venus a cargar combustible de estrellas, y pagar con luna, para no variar.

Mujer oasis. Asomó desde la ventana convertida en una brisa leve, que me recorrió la espalda y cayó rendida en mis manos mientras las hojas resbalaban despacito por su piel de árbol de vida, le bastó, como siempre, sonreír en sueños para despertarme en realidades de risa febril, alarmado y atento miré el reloj y era la misma hora de ayer, cuando me enamora sin quererlo, o sin saberlo, sin saberse robada por mis labios que ya la hicieron canción; pero luego, como siempre, pasó las manitas suaves por el cielo, dibujó nubes grises para si, y desapareció sin besos, sin fe, sin corazón.

Mujer risa. Asomó desde la ventana con la silueta de su propia ausencia siguiéndole los pasos, quiso ser flor y se tatuó en la pared que quedó justo enfrente de donde aterrizó; no supe como responder a la sonrisa, así que tan solo, descolgué un grito callado del techo, y le arrojé un beso por la cornisa, esperando que cuando venga, lo encuentre vivo y bailando en algún callejón.

Mujer dolor. Asomó desde la ventana con cara de antes, disfraz de musa y pies de virgen que acecha los sueños a los que ya no voy; pero ella no lo sabe, sigue fantasma tibio en un camino por donde ya no pasa nunca nadie, ni siquiera el cierzo a congelar ausencias, y se mira al espejo y se va, a donde siempre, sin saber, que mañana regresa, a donde siempre, para quererse quedar.

Mujer esperanza. Asomó desde la ventana con un dejo de simpleza conocida, pinta manzanas y regala asombros caminando despacio y se bebe cervezas como diosa cazadora, se viene sola en la noche, se llena con los sueños y se mueve gloriosa arrancando suspiros al colchón; amenaza con un beso que dure para siempre, y yo doy media vuelta y sigo el río, olvido, me voy.

Mujer sollozo. Asomó desde la ventana colgada del brazo de alguien más, yo pasé en alfombra mágica y grité desde el alma para llamar la atención que nunca quiso regalar, de reojo me mira, se suelta el pelo y se va con él, se ríe con él, se quiere con él; yo me quiero con ella, así que me tomo el destino y le echo limón para que no raspe en la garganta, tiro los ojos al cielo para ya no ver, para ya no llorar, el sollozo soy yo.

Mujer sangre. Ella asomó a la ventana con los colmillos y el alma ensangrentados, se colmó de ganas con un ángel descarriado que encontró en el bar, bebió despacio sangre celeste, sangre celestial de oveja perdida del señor, pero con alas; cuando vino a convidarme, saqué las alas que guardo en el ropero, y volamos un rato recordando viejos tiempos, enseñándonos los mismos caminos, recordándonos las ganas de volver a matar.

Mujer sueño. Ella asomó a la ventana justo cuando yo la cerraba detrás de mi, vino tan pronto como pudo porqué supo que salí a buscarla otra vez el fin de semana pasado, asomé por cerros y montañas donde la magia la encuentra, donde los collares de chamán me alertan si pasa por ahí pero caí en la misma desesperación de querer flotar en el mar, en el mar de tormenta que no responde si le grito, en el mar de arena que se me cuela en los oídos y no me deja respirar cuando suena a orquesta de besos, cuando me retumba la ausencia, la indiferencia de sus aguas y el murmullo de su adiós, de su compromiso previo con Neptuno, total, que yo ni papeles tengo para irla a buscar tan lejos, no quisiera toparme con bardas y barrancas donde hormigas azoradas hagamos fiesta en honor del olvido; cuando quise jugarme la última carta me di cuenta de lo vacío que estaba el lugar, podría ganar fácilmente y reclamar fortuna y comprar el infierno solo para nosotros dos, pero ya nadie repartía cerveza, las sillas del lugar estaban rotas y yo seguía jugando contra mi y seguía perdiendo contra ella, imposible, aunque no quería, ni podía, dejarla de soñar.


viernes, mayo 8

Cazadragones

Maté a un dragón, y lo hice sin miramientos, anduvo volando toda la tarde y el calor se hizo insoportable, azotaba las alas contra las ventanas y salía volando al pasillo para volcarse otra vez echando fuego por la nariz, se reía y bajaba en espirales atravesando el atrapasueños colgado del foco, se miraba de reojo al espejo y las escamas se le hinchaban cada vez más, ya casi no cabía luego de unas horas, y yo ya no quería sudar tanto y soportar su aliento, cada vez más denso, de dragón, dragón verde, dragón milenario con cara de ansiedad. 

Cerré los ojos, y sin piedad, dejé de imaginarlo. Cayó muerto, a mis pies, me miró con una extraña lagrima en los ojos amarillos, y se convirtió en ceniza, que ahora, por más que imagino que no existe, no puedo acabar de barrer.

experto en labios imposibles

domingo, mayo 3

Como un sueño extraño

Justo en el momento en que es demasiado tarde para rectificar, es que uno se da cuenta lo que ha hecho. Te caes de golpe y abres los ojos vidriosos y azorados, jalas aire fuerte y sientes moverse el piso alrededor.

Hay un nuevo peso en tus bolsillos, mucho más de lo que habías soñado alguna vez, sientes el oro del mundo en las bolsas de tu casaca y el poder goteando fuerte por cada orificio de tu extrañado ser.

Justo en el momento en que es demasiado tarde para rectificar, es que uno se da cuenta lo que ha hecho. El diablo ha dado la vuelta en la esquina y se ha subido a un auto, con tu firma bien segura y tu alma bien guardada en un pequeño saco color negro.

viernes, mayo 1

Girasoles y un Adiós

Quizá estas son las última letras
que yo te escriba.
Debo dejarte ir querida Luna

ya otro es dueño de tu risa,
tu mirada y los girasoles
que tanto amas.
Debo quedarme acá, sin ti,
y mientras relamo mis heridas,
asomo a la ventana suroeste del laberinto 

buscando algún dejo de ti.
Ya que te has ido,
me desvanezco en sombras,
arranco tu nombre de cada pared,
pero son miles,
desvelo a la noche gritándote,
gritándonos,
percibo el día de tu no regreso,
el cierzo,
tu sangre congelada,
y atisbo el día de mi muerte,
mi muerte real,
no tan dolosa como esta que ahora me mata,
me vuelve indeseable, translúcido,
y me grita al oído que todo fue un sueño:
Ariadna nunca fue tuya Asterión.
Día gris en la habitación, rectángulos y notas un cuadernito,
sonidos de calle, sirenas, ladridos,
Teseo andando despacio,
entrando al edificio de la calle de Creta,
pisando seguro el primer escalón.
Adiós.

domingo, abril 26

Un cajón para guardar ilusiones

Tristeza terca,
que me lleva con ella hasta el fin de la luz,
y doy vuelta y desgarbado me regreso apagando las estrellas,
para dejar al cielo dormir en paz,
no sé que hacer con este sentir,
tanta gente alrededor, tantas risas,
tanto andar sin ti,
tanta burla de la noche que se desvela conmigo,
y de regreso lo mismo, te pienso, te quiero,
y otra vez varado en tus manos, en las mías, sin ti,
quiero darle estos ojos rojizos al viento,
que se lleve colgado este abrigo de hiel,
quiero un cajón para guardar ilusiones,
quiero unas alas rotas para llorar,
quiero abrazarme a tu ceguera,
quiero despertar abrazado a tu andar.



Se busca compañera para volar.

jueves, abril 23

Incoherencias bajo luz artificial

Hay una melodía constante que me atosiga,
me jode,
y creo que es la de mi propia voz,
tú sabes, ese desencanto de escucharse en una grabación insulsa,
torpe,
como quien recién sale del mar y aún siente las olas en los muslos,
así yo siento aún los ojos en el cielo,
o en el infierno,
no sé,
solo sé que me da por teclar hasta el cansancio,
escribir,
reciclar,
reciclarme,
dibujarme
relacionarme con luces que luego se vuelvan huracán,
y arrebatarme el dolor con una aspirina,
con tres kilos de autocompasión,
y ya no preguntarme qué carajo ha sido de nosotros,
bien, en todo caso, que ha sido de mí,
y de las seis de la mañana que ya no me saben igual,
ni los besos ni los enojos,
ni la biblia ahorcada en el tendedero,
un Jesús descalzo y parlanchín,
un diablo fumando hierba,
el olvido soñando con que ya no le manden más,
nada más,
todo aquello y las comas que sobran,
delirios,
somos delirios,
alucinaciones,
cordura en el pabellón,
los truenos enormes,
la montaña rusa perfecta,
la caída libre a nubes de algodón,
no,
nada,
coherencia,
ninguna,
locura,
toda,
ausencia, toda, toda, toda.
Ausencia.
Eternidad.
Yo. 


te reconocería aún con los ojos cerrados, ahora vas y vienes en mi memoria como por tu casa.

martes, abril 21

Después

Más besos que cualquier otra consideración. Varias horas después de las últimas letras, da lo mismo, sigo casi igual, con la inspiración atorada bajo tu mirada y con las mismas ganas de archivar cada instante en esta torpe memoria, que se queden todos me digo, lo mismo al sonar de las campanas, la telenovela y el drama de andar en el centro de esta ciudad mientras el viento nos quiere borrar a todos, hasta a los que se quedan en casa y a los que deambulan sin su mascarilla. Bueno fuera, así seríamos solo tú y yo, y a seguir adelante, caminar de la mano, bajarnos por las escaleras enormes de caracol y andar en este año tan extraño, que se empeña en desanimar, pero que dentro de poco vendrá con unas ganas que pinta a cielo, a suspiro hondo, a sueño azulgrana, a las dizque ganas de ir a trabajar pero pensando en ratitos de hace un mes para acá. Y luego resulta que uno piensa en guardarse instantes en el archivo de la memoria que se no se borra, respaldar los mejores días en un disco que dure para siempre pintado de hoy, y así, me quedo con aquellos minutos colgando en una rama afuera de algún jardín de la ciudad, nada más, balanceándonos la sonrisa ahí tan cerca, tan distantes de lo real, ahí, ahí nada más.

lunes, abril 20

Te deseo aquí

Justo ahora. Quiero arrebatarte a la distancia y jurarte un amor eterno como el que no te han jurado esos cien juglares que han hecho canciones sobre ti. Quiero arrebatarte al ayer, a tu pasado, a tus cuentos y a la sensación de otras manos recorriendo tus calles camino a tu casa, que son mías, por derecho y por antojo, por ganas, por deseo, como el que nadie, pese a las promesas que te hayan hecho suspirar, puedan cumplir, créeme, lo firmo con un beso en tu frente, sobre tu boquita triste y tus labios color cereza que me hacen perder el pudor en el cielo, escapar de alguna reunión y tirarme a tu lado para contarte un secreto, para decirte, con esta voz mía tan terrible, que amo la tuya, su tono, su estilo particular, tu risa (por dios, tu risa), el huequito que se forma en las orillas de tu boca cuando sueltas alguna carcajada, eso, y resbalar en sueños por tu pecho, por tus manos, por tus dedos, y acompañarles a cada risa del camino al éxtasis, de tu paz disparada contra mi terquedad; es tan solo, diosa, que se me antoja correr ahora y no esperar a que vengas, hasta mí, entrar en tu gris oficina y buscarte hasta ver tu mirada y tu asombro dejando caer el teléfono o el estúpido ratón ciego del ordenador, notar en tus mejillas la sorpresa, el día que por fin me levante y ejerza el derecho divino de hacerte volver, y nada más, llevarte a las ruinas de mi castillo donde nadie vuelva a saber nada más de ti más que tus letras en algún espacio virtual.

Es mi alma, ¿sabes?, que no se conforma con tan poquito de ti y quiere más, mucho más, como tenerte recostada y sin prisas para admirarte enterita y volverte a reconocer como si no fuera un sueño, solo una realidad, esta, donde el pensamiento nos tiene juntos, y las ganas nos brotan por los poros, y mis torpes palabras vuelan buscándote y confesándote algo que hace tiempo sabes y que nada ni nadie puede arrebatarle a nuestros oídos, aún en el silencio de estar sin ti justo en este momento: te quiero. Y te digo, luna de plata, que espero verte llegar cuando el sol se oculta sobre el cielo de la primavera, la luz se apaga, el mar se duerme, mis sueños me erizan la piel y tú en la puerta, mochila al hombro, el tiempo detenido, mis ojos congelados en ti... 
Ella es Luna.


sábado, abril 18

Noches

Me quedo descalzo a mitad del cuarto color azul, pensando en perderme para siempre en lejanía, ser una crayola que dibuje un camino instantáneo como en las caricaturas (creador de caminos marca ACME) y recorrerlo en instantes para abalanzarme a besos sobre ti. De recuerdo, en noches como esta, acaricio la imagen de la luna, en el espejo, que hoy se pinta de amarillo y se peina extravagante de rayos con sonido de mar, allá arriba donde todo está tan quieto como mis ojos, expectantes, un tanto divagando como queriendo pretender que les crecen alas, para mirarte más de cerca, y todo eso, ya sabes, en el delirio de extrañar así.

jueves, abril 16

Diurno breve

Ya te veo, cuando vienes y descalza te paseas por mi cuarto. Yo sigo dormido con los ojos abiertos, descansando la espalda y contemplando la nada encima de mí. Las torpes ideas arremeten pinchando al sol de recuerdos, y gotea despacio en mi frente y le escurre a mis ojos algo parecido a tu imagen, aleteando en la ventana pero sin entrar, sin esperar respuesta, y miras los libros, las ganas, pero te vas de regreso a tu mar. Poseidón sonríe airoso, su sirena regresa cuando él, y su aire hastiado, le llena de corales la cuna donde debe reposar para toda la eternidad. Despojarse ganas y sueños, desvestirse de ilusiones y risas, de amor, de besos en los pies y de la soledad de ser libre. Yo te veo cuando pasas despacito por mi playa, apenas dejas huellas en la arena, rodeas los arrecifes de mi poca luz y te desvaneces cuando llega la hora de contarte algún sueño. Y así, pequeña, esquirla de olas eternas, te paseas otra vez por esta tierra encantada, siempre, para irte otra vez al cuadernito de donde alguna vez te saqué.

Será la memoria de las manos, de los pies, la que nunca olvida. Serán los besos, tu cabello, la fe, la que se empeña en soñar(te) otra vez.

martes, abril 14

Inteno

Intento acercarme pero tu ya no estas, te estarás perdiendo en el laberinto que construí para ti?, o quizá estés ya en otro planeta, una nueva luna dando vueltas al rededor de un nuevo sol...

domingo, abril 12

Aqueous Transmission

Judas miró de reojo su par de ases y torció un poco la sonrisa, a su derecha, Gabriel sintió otra vez la punzada de la tardía muela del juicio debajo del cachete izquierdo, recordó la cajita de aspirinas que escondía bajo las alas pero luego, retomando la cordura, pensó que aquel movimiento podría interpretarse mal en una partida de póker, por demás, crítica y absolutamente tan seria como la de aquella noche. Judas quiso soltar un suspiro de emoción cuando la siguiente carta que destapó fue un tercer as, pero enseguida atisbó a su izquierda el sudor en la frente de Jesús, que con los pies descalzos y las uñas llenas de tierra, empezaba a denotar cierta ausencia del juego mientras la posibilidad de perder se hacía más grande. Un minuto antes, el hijo de Dios había decidido arriesgarlo todo, apretó sus cartas y arremetió apostando su resto (y algo más) pese a la dura mirada de papá, que le miraba fuerte desde el mismísimo final de la escalera al cielo y que dejó ver una nubecilla negra por encima de su cabeza cuando en toda su gloria y omnipotencia entendió que se los había llevado al carajo. Judas miró enfrente a su compañero y se levantó de la mesa, el juego estaba ganado y las cartas ganadoras se convertían en ceniza mientras Luzbel se tiraba al suelo y brincoteaba por la habitación.

El Papa se sentó en la mesa del balcón, en el mismo jardín de siempre, la fuente y sus alegres gotitas brillando en la mañana y el cielo tan azul como ayer. El mensajero dejó el papel a un lado de las frutas partidas para el Pontífice, que lo miró extrañado y lo abrió, intrigado por el sello celestial que rodeaba los bordes del sobre blancuzco. Leyó tan solo para si y los guardias pudieron ver el cambio de color en sus ojos cuando entendió las letras rojas del comunicado oficial:


A quien corresponda,

A esta hora mañana estaré retomando el control sobre sus insignificantes existencias. Favor de verificar correspondencia en su oficina para llevar a cabo el cambio de administración en las mejores circunstancias, los notarios, cardenales y políticos necesarios ya han sido avisados y todos los testigos requeridos para las firmas y retratos han sido convocados a la brevedad. La entrega de poderes en esta otra entidad ya ha sido otorgada y todos los acuerdos han sido legalmente autorizados en mi nueva investidura de creador y dador de vida (o muerte, o lo que sea, ¡bah!).

Hasta pronto y que la oscuridad de mí, su nuevo señor, esté con ustedes.


Atte.

Luzbel, Satán, el Diablo, et al.
Su muy muy señor. 

P.D. Ah, y vayan limpiando un estante para los calzones de mi marido y mis quince esposas, ellos llegan hoy.


viernes, abril 10

¿Por qué?

Quiensabe. Siendo honesto. Los dedos hasta se emocionan al roce con el teclado pero nada, día, tarde y noche me quedo mirando la luz de la pantalla y no sucede nada. No hay mucho que contar y al mismo tiempo, lo hay todo, me he ido a vivir a otro mundo del que ya no quiero regresar. Los atisbos de realidad son pocos ahora, pero siguen existiendo, humano al fin, horarios de oficina, relojes, ropas, palabras, andanzas, rutinas. Todo sigue girando y nada parece ser igual que ayer, todas las ganas están en ir al norte, es hora, es el año, los meses y estos días que ponen de si su calor, su viento, su tardanza, su espera, para verme ir y venir en los mismos columpios que de montaña en montaña cuelgan de los sueños que me empeño en inventar. Quiensabe. Siendo honesto, creo que he vuelto a empezar.


miércoles, abril 8

Nunca

Nunca quise olvidar, en serio, simplemente quise dejar de sentir, dejar aquellas sensaciones que me vaciaban los ojos de tu imagen y quedarme con la foto de tu cara mirando lejos un espejo de ti, tu piel lejana y tu cabello terco desparramado por encima de tus ojos de arena, tu boca de cielo y de infierno, terriblemente volátil, como mi imaginación; pero nunca quise olvidar, tan solo, tomé este corazón y lo recosté sobre una hoja blanca, algunos giros lograron el efecto deseado, quedó envuelto en mis letras, y lo arrojé al frío de la luna. Luego desperté soñando que había visto a una sirena sentada a un metro de mí en un sillón café con vista a cierto jardín de sol. Y luego dormí, para ya no despertar.

domingo, abril 5

Cansado

querer a quien no tiene intención de quererte es la segunda manera más estúpida de perder el tiempo; la primera es pensarla.

Muy cansado,
las manos tiemblan,
los ojos se cierran,
huele a tristeza,
paredes blandas,
cama destendida,
pies dolidos,
brazos entumecidos,
calor sofocante,
vaso vacío,
teclado ruidoso,
internet lento,
monitor brillante,
bitácora aburrida,
a dormir.



PD: Cambio botella de ron por historia de amor con final no feliz. 


viernes, abril 3

Voy a decir sencillamente

Tal cual, estoy que rozan mis pies en la orilla de un precipicio (no tan poético como el de Sabines), pero si tan abismal como el desamor en sí. Sucede que hay etapas en las que uno recuerda y se inmiscuye en atrocidades bíblicas de recuerdos, luego viene la cordura, la calma, pero igual, nunca la paz. Voy a decir sencillamente que hoy no amo, ni quiero, ni soy. Pero si siento, desgarro y vivo de tus mensajes, tu risa, hundirme en tu pelo negro, imaginar el aroma de tu cuello, recordar tu mirada ante mí, abrir los ojos y saberte ahí, darte la mano despacito por la calle, tu risa vibrando lejos, tus pies caminando despacito, tus gritos azorando la noche, el oasis de tu piel, aquella isla donde vives, andar por nuestras calles de césped, nadar en tu mar, las letras perdidas para ti en mis poemas y tus ojos, que de repente se asoman y se acuerdan de cuando no me quisiste querer, pero igual, resultaste enamorada de este sencillo escarabajo azul. Ahora bien, la orilla no es nada resbalosa, pero uno suele hacer cara de malabarista cernido sobre la guía de alambre y hacer como que se cae, como que no se cae, a fin de cuentas, uno quisiera siempre evitarse el porrazo. Ya no estoy tan seguro, sería mejor, más sano y menos cuerdo dejarse caer, olvidarse de cuentas de banco y cheques de amor, pagos por himnos de olvido, canciones lentas de vino y mal humor, y caer tan solo hasta que la pared se sincere con la Luna. Suele suceder que a esta hora, me pienso en tu boca imposible. Tarareo alguna tonada que te agrade y pretendo no estar demente y poderte acariciar. Letra etérea me tumbo en tu vientre y pienso en el porvenir, el librero mudo, polvos de cielo perdiendo la fe, y a la mesa, dios y el diablo de nuevo, preguntándose cuando repartiré la siguiente carta y a quien le daré el favor de perderse en mí, quizá a ninguno, quizá a ambos para terminar frenéticamente en la fiesta de cielo y sol, las alas no secan, los ojos no caen y los pies no resbalan al abismo, que se cansa, también, de esperar que abra los ojos, de una vez por todas y resbale a la nada que de por sí, cada noche invoco antes de irme a dormir. Voy a soñar sencillamente que hoy no extraño, ni pienso ni soy. Pero si escribo, dibujo y vivo de una tarde donde tu espalda era las puertas del cielo, y letra a letra caían los besos más vivos que nunca en aquel cuadernito. Ya casi nada evita que me vuelva loco de imaginarte, ya casi nada evita que te piense, sin existir tú, sin existir nunca yo, en ti.

"¿Qué pasaría?, 
si te digo, que te extraño, como a nadie, 
si me dices en silencio que lo sabes, 
si no nos decimos nada, para qué..."

martes, marzo 31

Por si vienes por aquí

Quise imaginarte aquí en silencio, con el brillo propio de una quimera que va y viene a mis pensamientos, y sucede, a cada vuelta, que deja un poco más de si en mí. Todavía me saben mis ojos a ti, a tu risa, imaginada, inesperada. Es exacta, la sensación, de quererte así. ¿Hasta cuándo me liberas estos besos? Me salgo de lo virtual, para posar las alas en el silencio de esta realidad sin tu voz, al menos hoy, ya sé que pronto estaré rasguñando a gritos hacia a ti, y tú, si quisieras,  hacia mí, y nosotros hacia un sol nuevo, dibujado a pedacitos de luna, dibujado a pedacitos de canción. No quiero suspirar para no asustar este momento, si me dices que es real, me quedo para siempre sintiendo lo que esta noche sucede en luces de colores para ti.

Por si vienes por aquí, dejo esta alma, llévatela a dormir al espacio donde cierras los ojos; por si vienes por aquí, dejo estas manos, llévatelas y sueña, que hoy fuimos un par de ventanas abiertas a lo que hace mucho se nos murió.

lunes, marzo 30

Pretensiones arteras

Todo lo que pretendo, a veces, es ponerle mi mundo a sus pies. Pero últimamente hay una especie de tormenta que se nos aparece cuando más reina la calma, esparce su viento por todos lados y aún con las ventanas arriba suele despeinarnos el alma y nuestro andar. Todo lo que se me ocurre, a veces, es crucificarla en mis besos y esperar tres días a que despierte enamorada de mí, mirarla mientras le flotan los sueños por su sonrisa de azul, soñando verde, mirando marrón; todo lo que pretendo, a veces, es matarla a sonrisas, a cariños sin piedad, a certeros abrazos por la espalda, a miradas lejanas de mi cursi amor; todo lo que pretendo, a veces, es estar cerquita de sus ojos y que me miren, cerquita de su voz y suspirar, cerquita de su alma, y cuando la sepa lejana, volverla a enamorar.


sábado, marzo 28

Sueño, recuerdo, memoria

Visito su ventana por que si.
Me atiborro de su imagen delicada,
pequeña,
dormida casi siempre para así mirarla más 
sin que sus ojos abiertos me derritan.
Y en el borde de aquellos vidrios que rompen paredes,
me descanso,
gárgola trémula,
para ser parte de algún sueño exquisito 
que se le escape por la frente.
Y tanto la miro,
que no logro hallarme en sus imaginaciones,
ni tantito,
aunque haya noches,
en que insista en llevar pinceles para arrojárselos 
a ver si pinta algo color a mí.
Pero nada.
Soy recuerdo,
en hojas blancas y letras torpes.
Soy memoria,
en montañas y mares,
tan lejos,
como su amor por mí.

¿te imaginas volver a intentarlo, y que esta vez salga bien?

jueves, marzo 26

Empoderada

Tú dices que no y tus ojos con un guiño me avisan que sí,
con un brillo extraño y medio indecente,
poniéndose de acuerdo con tus pies,
rogando por un beso tan tibio que les queme menos

que las ansias de ser medusas y hurgarle el fondo a la mar.

Tú dices que no y bostezas,
y mis sueños arando tu espalda gritan jodidamente que sí.



"ayer soñé que en tu interior había una ventana y entraba yo
era feliz, brillaba con tu luz..."

martes, marzo 24

Confesiones antes de dormir

Te quiero.
Odio el café demasiado caliente, y odio la espera de 5 minutos para que se empiece a enfriar.
Te extraño.
Odio que en mi celular no aparezcas mas, odio el calor de estos días y odio que la sábana siempre acabe hecha bolas a mis pies.
Estoy pensando en ti.
Odio los programas de telemercado que venden cosas absurdas, odio que no vendan besos tuyos que solo yo pueda comprar.
Me estoy acordando de tus lunares.
Odio la alarma del celular anunciando un nuevo día, odio tener el reloj adelantado y levantarme con el apuro de que ya es tarde.
Voy a dormirme con la esperanza de soñarte amor.
Odio estar tan lejos de ti, odio la espera de cerrar los ojos y ver tu imagen, odio mis pies que se niegan a salir corriendo a buscarte, odio los pedacitos de corazón que se mueren por ti, odio este nudo en la garganta, odio las lágrimas que empañan el monitor, odio la noche eterna, odio que mañana voy a seguir estando sin ti


(Día 9 de cuarentena Coronavirus)

sábado, marzo 21

Todo lo que hay que decir

Muy de vez en cuando, saltando de planeta en planeta, uno llega a toparse con seres como tú, y entonces, viajero terco, decido detenerme un rato para entenderte más (o al menos tratar de hacerlo), y acabar varado en tierras de sol, con un viento que le hace daño el frío y que se enamora de virtualidades, con ojos grandes mira la pantalla y se ríe y con los pies descalzos dibuja el utópico camino a seguir.

¿Hay que dar gracias al viento por detenerse de vez en cuando, y ser solo brisa tenue y sonrisas eternas? No lo sé, no creo que haya forma de agradecerlo, más que bañarse en él, y aprovechar cada roce de sus alas, antes que la mañana nos sorprenda, y la primer luz del sol nos convierta en gota de rocío, indefensa, cayendo, queriendo ser viento otra vez.

Todo lo que hay que decir, se nos ha escurrido de los labios en medio de las calles, tu voz, tus lentes, tus mojitos, tu brazo colgado del mío, tu risa y mis manos regalando letras, no hay forma de pagar las tardes, las noches, los sueños, y sobre todo, el vínculo, indescriptible, que nos lleva, siempre, de regreso, a compartir soledades.

Una vez dije:
El regreso a casa fue triste. No sabíamos que hacer, los planes se nos fueron esa noche en el parque de tu casa. Atrás la luz dormida. Los arboles nos saludaban entrando a nuestra realidad. El regreso a casa, casi sin llanto y en silencio, pues la música disfraza mi silencio: ¿qué más da el silencio, la música, si nuestras soledades se siguen acompañando?.

¿Alguna vez piensas en mi?

martes, marzo 17

tu Voz de Luna

Lo siento aquí dentro... es una voz.
Voz de ángel, mujer, diosa, estrella fugaz.
Si, de noche su voz suena en mí,
en mi cuerpo, mi sangre, mi vida,
en este dolor, en este difícil camino.

No la veo, pero su voz me grita voy a ti, y mi voz...
mi voz pide de rodillas ven...
mi voz pide de rodillas quédate...
mi voz pide de rodillas vuelve...
aunque nunca has estado aquí.

Noche, estrellas...

Su voz, misteriosa mujer, misteriosa silueta, diosa, amante,
que duerme... que vive...
que nace... en mí.

¿sabrá la Luna de todo esto?

lunes, marzo 16

Lejos, cerca

Hace rato me venía acordando de ti, y le platiqué a mis ojos como te presumía aquella noche que te vi por primera vez y tú eras una estrella de mar, de esas que les brillan los ojos para guiar torpes viajeros como yo, directito a la torpeza de mirarte harto y verte relucirte con este sol apagado nublado helado, en esta tarde dispuesta para verte, y tú tan lejos dibujando nubes de algodón y poniéndolas a mojar al cielo; verte caminar bajo el sol, hacer enojar a la luna y convertir en berrinches al vientecillo que nos aqueja, y ni quien te diga nada; y ahí vas, con tus pasos despacitos que se llevan mis oídos al cerca de imaginarte aquí. Como en foto. Borrosa la foto pero el momento agarrado y sin escape para siempre, abrazos entrelazos de utopías dispares pero brillosas igual, risas igual, tristeza acompañada que quiere ser tuya y nomás, nomás no se cae del árbol para que te la lleves para el camino; ya será de día, ya le platicaré a mis venas del calor que siente el corazón por ti, y a mis sueños, les dejo tus manos, para que se tejan una casita con duendes de colores, que se sepan mil cuentos, y mil abrazos de tu espalda, para no dejar de extrañarte más nunca, nunca más, como hoy. 


(Día 1 de cuarentena Coronavirus COVID-19)

domingo, marzo 15

Hasta morir

Estos besos no caben en un te quiero, así de simple, y tanto pensarte no cabe en un quizás, ni los sueños que sueño multiplicados por dos caben en letras y menos en espirales que se arrojen al vacío por amor, estas ganas no caben en mis ojos y estas ansias ya no caben en mi piel, este insomnio de noche ya no cabe en mi cama y estos golpes ya no caben en esta pared, tanta saliva ya no cabe en esta boca y tantas letras ya no caben en este aturdido ser. Mejor envío un sueño, que viaje de noche y se infiltre en tu ventana, un sueño que trepe por tu sabana y desde tu ombligo aprenda a caminar, un sueño que vacile un poco al pasar por tu cadera, un sueño donde te haga suspirar hasta caer al suelo, en una mañana de lunes, con música de blues sonando fuerte, con sabor a café caliente aún en la boca, con un "te extrañé" suspirado al oído, y con tantos besos que ya no nos caben, resueltos a rodar por nuestros cuerpos, resueltos a explotar en gritos secos, hasta morir.

apareciste y todas mis letras se iluminaron

viernes, marzo 13

Tiempo torcido

Ayer soñé que mañana me vería al espejo, y me veo sin ti, y me saben los labios a tu risa de hace varias noches y me saboreo tus lunares que besaría uno a uno antes de ir al trabajo, siento todavía en la piel la ternura de tu mirada por algún perro que acariciaste de madrugada, la luna desapareció y fui tan solo una imagen en un espejo que se iba a romper hace cinco minutos, pero que pasado mañana estuvo al tanto de que mi imagen y la tuya se mantuvieran fijas, atravesando un tiempo torcido de mañana al ayer, al hoy, a tu lejos, a mi cerca, a mis ganas de dormirme anoche pensando en verte una semana o dos atrás.

mi cueva es profunda pero aún brilla por tu luz