sábado, septiembre 19

Ansiedades

Y miro la gente pasar.
Por la ventana se cuelan todo tipo de sonidos, van desde el perro imitando a las ambulancias, las alarmas de coches y un “cambia ya de color” de algún peatón apurado. Estoy desconfiando mucho del clima, está nublado y asusta al sol, se alejan más las lluvias que me hacen, como siempre, pensar en la distancia que hay hasta ti.
Pero no quiero ponerme cursi.
Algo aplasta al mundo.
No son nada más las nubes que de repente se han venido a vacaciones a mi escritorio, hay algo más en el ambiente que no se deja ver del todo bien, y a veces me da por pensar, si se nos ha vencido el recibo de luz, de tierra, de mares, de suerte para seguir cavilando y nomás, existirnos porqué si.
Yo aprovecho el tiempo y te robo un beso mientras caminas allá en la ciudad donde trabajas ahora.
Pero no quiero ponerme cursi.
Es que se nos cuartea la realidad.
Y por las grietas vienen demonios vestidos de traje, casi siempre amarillento, fumándose su bilis mientras el diablo juega a chuparse los ojos, a olvidar el miedo de caer desde el sol, libre, caída libre, y no la libres hecho un susto contra el pavimento. Todos son solo sueños que reverdecen mientras se marchita la fe.
Mi fe sigue intacta, debo decir.
Le sigo rezando a tus lunares y sonrisa.
Le sigo anhelando a tus ojos posarse ante mi. A tu boca por más besos. Pero no quería ponerme cursi. Y que más da. No dejo de pensarte. Que más da si no paran de antojárseme tus manos en mi pecho. Nada más quise pensar, el cielo se sigue arrullando entre las nubes, mucho barullo afuera, me voy a soñarte, me voy a pensarte para ya despertar.

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