lunes, septiembre 21

Sueño

A veces (o casi siempre) sueño en tropezar contigo, en algún mar de la luna, los dos descalzos, buscándonos, y hallándonos, bañados en la misma plata, en el mismo dolor, bajo el mismo árbol de estrellas, y atrapando los mismos besos perdidos. A veces (o casi siempre) te imagino vestida de mis ojos, entrelazada con mis besos y amarrada de caricias a la cama, todo es perfecto. A veces (o casi siempre) escucho el latir de tu corazón, que te trae, envuelta en caprichos, a mí, y de igual forma, sarcástica, te lleva de regreso a otra ciudad, me mira, tu corazón, y me dice que eres para mí, y en medio de lágrimas, se va, y me quedo, como siempre, amándote un poquito más, extrañando, peleándole al destino, que se ha vuelto un demonio fuerte, como esta distancia, como carreteras que nos ha dado por recorrer para hallarle razón a esta absurda forma de existir. Pero ya te digo que a veces (o casi siempre) sueño en tropezar contigo, y somos diminutos seres que resbalamos de la mano por una almohada azul, hasta caer en la cama dura donde vemos películas, donde soñamos (siempre) en volvernos a encontrar.

sábado, septiembre 19

Ansiedades

Y miro la gente pasar.
Por la ventana se cuelan todo tipo de sonidos, van desde el perro imitando a las ambulancias, las alarmas de coches y un “cambia ya de color” de algún peatón apurado. Estoy desconfiando mucho del clima, está nublado y asusta al sol, se alejan más las lluvias que me hacen, como siempre, pensar en la distancia que hay hasta ti.
Pero no quiero ponerme cursi.
Algo aplasta al mundo.
No son nada más las nubes que de repente se han venido a vacaciones a mi escritorio, hay algo más en el ambiente que no se deja ver del todo bien, y a veces me da por pensar, si se nos ha vencido el recibo de luz, de tierra, de mares, de suerte para seguir cavilando y nomás, existirnos porqué si.
Yo aprovecho el tiempo y te robo un beso mientras caminas allá en la ciudad donde trabajas ahora.
Pero no quiero ponerme cursi.
Es que se nos cuartea la realidad.
Y por las grietas vienen demonios vestidos de traje, casi siempre amarillento, fumándose su bilis mientras el diablo juega a chuparse los ojos, a olvidar el miedo de caer desde el sol, libre, caída libre, y no la libres hecho un susto contra el pavimento. Todos son solo sueños que reverdecen mientras se marchita la fe.
Mi fe sigue intacta, debo decir.
Le sigo rezando a tus lunares y sonrisa.
Le sigo anhelando a tus ojos posarse ante mi. A tu boca por más besos. Pero no quería ponerme cursi. Y que más da. No dejo de pensarte. Que más da si no paran de antojárseme tus manos en mi pecho. Nada más quise pensar, el cielo se sigue arrullando entre las nubes, mucho barullo afuera, me voy a soñarte, me voy a pensarte para ya despertar.

miércoles, septiembre 16

El principio

Los pies desnudos, y las piedras que lastiman por la costumbre insulsa de las botas, las hojas que crujen secas, el riachuelo artificial marcando el tono y el caminito a seguir, sigo y le sigo despacio, al fin y al cabo, caer no sería nada del otro mundo, si acaso el cosquilleo de la misma muerte esperanzada que vive en mi, caer y olvidar la fatiga, resbalar y dejar el cansancio acá arriba, donde no me pueda seguir. Hay que tener cuidado con las trampas de viejas arañas de monte, que se cuelgan entre árboles por los que saben que uno pasará y acabará con la cara embarrada en su tela donde serviría de alimento a su ego crecido y su porqué, otra vez, a soportar sus dudas sobre el universo y la disposición absurda de algún dios para los animales y sus mascotas de antaño, los humanos como yo, urgidos de volver al principio de las cosas y hacerlo como ahora, cámara en mano, desnudo y con el ruido de la carretera detrás, allá donde el mundo es simple como los años luz en un reloj de bolsillo. Me arden los ojos al llegar, y la espalda llena de la hierba se posa tranquila para dormitar, cierro los oídos y saboreo el recorrido del viento sobre mi, me atraganto del monte, de la luz de la tarde y de la amenaza de lluvia en el horizonte, aquí estoy otra vez, con una valentía en la bolsa y mojando de absurdos mi escape al cielo, aquí en el principio de la verdad, desnudando el cuerpo, y revistiendo el alma de algo nuevo, aún sin color, aún sin edad, que me llevo de regreso a la noche, para empezar mañana, un día, una hormiga más.