jueves, febrero 29

Regreso

Yo prefiero al Alejandro Sanz triste. No es que le desee tristeza, ni soledad o malos ratos… pero lo prefiero triste. Y es que a algunos la felicidad nos estorba, aunque sea ajena. Lo bueno es que nunca dura tanto como para perder a alguien por completo. Se es feliz un tiempo, luego te vuelves “alguien estable”, más tarde eres “alguien como todos, con problemas” y finalmente te alcanza de nuevo la tristeza y evolucionas, como Pokemón, así igualito. Y el problema real es que uno no sabe lo que está buscando, ser feliz, sí, pero ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Con quién?

Y aquí vendrá la lluvia de abucheos que pedirán la cabeza del culpable, los que ostentarán su felicidad actual como la única y verdadera, la turba de “...los que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite...” (dijera J. Sabines) pero voltea, fíjate bien, eres feliz ahí donde estás, sí, y ¿si eso se acabara hoy jamás volverías a ser feliz?

Ese es el problema. La felicidad es algo transmutable. Puede partir del ron, de una mujer en particular, de las mujeres en general, de amigos, de una buena cena, de elegir el momento adecuado, las manos adecuadas, la cama adecuada, del oro, de la tierra o la Luna. El proceso alquímico no precisa de una única materia elemental para transmutarse en felicidad. No sé a ti pero para mí resulta algo demasiado inestable como para confiar en ella, mucho menos como para cantarle o grabar un disco bajo su influencia. Yo, por lo pronto, me la tomo con reservas. ¡Muchas veces he sido feliz al cruzar una calle y al llegar al otro extremo no lo era más!

Por eso te digo, yo prefiero a Sanz triste, sentir que puso claro el dolor y poder cantar con él sin reparos “A la primera persona que me ayude a comprender, pienso entregarle mi tiempo, pienso entregarle mi fe…”

lunes, febrero 26

Olor Añejo

El amor debe ser como el olor a madera, cuando lo respiras fuerte, y lo sientes meterse en el pecho y dejarte fresco, pero luego, es solo madera, y uno se queda con la ilusión de olerla siempre, a lo mejor viviendo en un bosque donde siempre huela igual, pero la madera se va y también su olor, fugaz como cangrejillo en una playa, como el silencio entre las olas y como el golpe sobre las rocas cuando el mar se decide en salir a asolearse la espalda. Todo aquel asunto de conocer a alguien más y empezar a enamorarse nunca dejará de sernos tan necesario, y las necesidades y lazos que se crean luego de un intercambio de besos son asuntos en verdad extraños, uno se queda dependiente de esas manos en las piernas y las piernas tristes porque ya no sienten el cosquilleo de las manos intrusas sobre de ellas. Las tardes y su torpe caminar se vuelven siempre los perfectos recordatorios de ratos bonitos y abrazos inesperados, y la luna el pretexto perfecto para asomarse a la noche y pensar, con las dudas taladrantes en la cabeza, y con los brazos extendidos al sur, extrañando el olor a madera, extrañando su perfume, extrañando el andar sin estar y el estar sin ser y el ser sin sentir y el sentir sin pedir y el pedir sin dar y el dar sin extrañar.

Le mandé unas letras a la luna en un avioncito de papel, y temo haber dicho lo que no debía por escribir lo que siento cuando el alcohol se adueña de las manos, pero con menos sueño dije cosas peores, espero que la luna se siga empeñando en brillar.

miércoles, febrero 21

Tu risa

Hasta hace poco tenía aquí tu risa,
se aparecía desde temprano para despertarme
me alistaba con ella y la ponía en mi bolsillo
para caminar mejor, pues siempre tu risa
era mi mejor amuleto.

Llegaba tranquila para agitarse en mi cuerpo,
nacía escasa y se multiplicaba
como mis ganas de verte,
tan dulce, 
precisa a la hora de acariciar.

Me narraba tu vida, lo que hiciste en el día,
de cuando tuviste miedo y te hice falta,
después...
fueron escasas,
pues anunciaban un final
pero eran tuyos y míos,
hasta que si te fuiste.

Tu risa que ya no tengo ya hace falta,
te necesito para activar mis mañanas
y no estar triste,
para tomarlos con café por la tarde
y puedan arrullarme en las noches.

Regálame una risa más,
la ultima,
para que sea dulce esta muerte,
para limpiar las telarañas
que se hicieron en mi boca.
Embalsámame todo con tu risa,
para no ir solo a mi suerte,
que esta historia no sepa a derrota.

miércoles, febrero 14

Se trata de gritar

Mira que lo planeé perfectamente: ir a la tienda más cercana y comprar una cajota de chocolates de esos que no te gustan, y luego, en el borde de mi locura, ir corriendo hasta tu ciudad para entregártelos yo mismo haciendo de mi presencia una sorpresa anunciada por mensaje de celular. Pero luego vino la cordura cuando platicamos. Aunque yo en secreto mantenía el plan de los chocolates, pero la entrega se había visto alterada en forma y modificada en esencia para ser enviada en un sobre de manila que llegará bien puntual, luego, pensando, deseché la idea al imaginarme a los pobres chocolates fruncidos, aplastados y enmarañados en el sobre amarillo, y la apuesta de mi amor y prueba de mi inevitable estado de ensueño, anulados por mal servicio de entrega. Así que mejor decidimos hacernos el amor (en otras palabras, hacernos los locos) el viernes, o el sábado, o el domingo, o toda la vida hasta que los sueños no puedan más, me parece mejor plan. Pero incluso hoy de mañana pensé en ganarte el saludo y otra vez perdí, ahí estaba, un te amo colgado del monitor, y lo que hice fue devolverlo empezando a lamentar no haberme amanecido a tu lado hoy, aunque eso nos pasa de una vida para acá entre semana, así nos pusieron en el tablero de ajedrez, así que será cuestión de aceptar que no seremos la parejita que se besuquea en el parque y caminan atolondrados empujados por un globo con forma de corazón. Pero ¡ahhh cuantos besos nos esperan al siguiente encuentro!, supongo no somos los únicos, supongo no soy el único que se amanece pensando en su amor. Ya hace tiempo que este día se vende para enamorarse. Pero eso nunca me pasaba a mí, era cuestión de vivirlo tal cual y aunque una tarde como aquella me pillará tomando cerveza y pensando ¿por qué yo no?, igual seguía la costumbre de no alterarme mis razones y tan solo, dejarle ese festejo a los demás. Mira que hoy hago lo mismo, no festejo porque me lo dice la tele, tú sabes, como fiel testigo de estas ganas, que llevo meses festejándole su más mínimo rayo al sol, sus cascadas de plata a la luna y por las mañanas, mando mis mejores sonrisas en un sobrecito virtual que llega hasta tus manos en forma de alguna canción. No hay más razón de sentirse festejado que serlo, en un día de amores, como todos, igual, ¿igualitito no?, pero con paletas cayendo del cielo y querubines rogando que les compres un dulce en la televisión, y en las revistas, y en el radio, y hasta en las esquinas donde alebrijes alados se colmen los ojos de miel, de promesas, de planes que para algunos no llegarán a ser. Creo que solo se trata de gritar, si todos los hiciéramos a la vez, para sabernos parte unos de otros, de los amigos que se han ido, de los que no se aparecen, de los que bailan, de los que de plano prefirieron otro cielo para mirar, acá seguimos, creo, en la misma calle por donde pasan los “maestros” que vienen a llamarnos cursis, las grandes mentes que vienen a vaciar su despecho en un jarrón, para irse, y enamorarse de sus propias glorias. Yo sigo alucinando sincero, que se salgan las letras que quieran, hoy no las voy a detener ni voy a pedirle a los ojos que no lean, que es de todos, el día sea nueve o catorce o cien mil, es día para volar.

viernes, febrero 9

En calma

Ahora que estamos en calma,
debo decir que siempre quise conocerte;
ya me había contado de ti el corazón
que te encontró una tarde,
de esas veces que se me cae en algún lado y sigo caminando.

Hoy que lo tengo de nuevo me pide seguirte,
darle cacería a tus ojos, decirte que lo podemos todo
y armar juntos la mejor historia, escribirla con esas palabras
que llevamos escondidas desde otras vidas,
las que guardamos para nosotros, para este encuentro.

Ahora que estamos desnudos, en calma...
miro lo bien que te queda el cielo de diadema,
lo perfecto que se ajusta a tu cuerpo el universo;
y como hasta la luna quiere dormir en tu pecho, y como despiertas al sol
con el calor de tu vientre en la mañana.

Ahora que estamos juntos, en calma...
ya no importa el pasado, de cualquier forma
todo lo hay antes de ti tiene que ver con encontrarte, con tenerte.

Y aunque el cielo desde antes nos maldecía...
te quiero en mis brazos todas las noches,
te quiero en mi horóscopo todos los días.

lunes, febrero 5

Mar...

Mar...
Mar sediento,
Mar desierto,
Mar...
Mar barquito de papel,
Mar Robinson Crusoe.
Mar...
Mar anclado en tus orillas
Mar naufrago en tus costillas;
Mar, ¿cuándo vienes a la casa
a tomarnos un café?.
Mar...
Mar, márcame uno de estos días las orillas.
Mar...
Mar, ¿haz visto a la florita olear?
marginado mar,
marabunta mariposa,
Mar, dime porqué lloras...
Mar, no llores más...
Que te vas a desalar.