miércoles, febrero 14

Se trata de gritar

Mira que lo planeé perfectamente: ir a la tienda más cercana y comprar una cajota de chocolates de esos que no te gustan, y luego, en el borde de mi locura, ir corriendo hasta tu ciudad para entregártelos yo mismo haciendo de mi presencia una sorpresa anunciada por mensaje de celular. Pero luego vino la cordura cuando platicamos. Aunque yo en secreto mantenía el plan de los chocolates, pero la entrega se había visto alterada en forma y modificada en esencia para ser enviada en un sobre de manila que llegará bien puntual, luego, pensando, deseché la idea al imaginarme a los pobres chocolates fruncidos, aplastados y enmarañados en el sobre amarillo, y la apuesta de mi amor y prueba de mi inevitable estado de ensueño, anulados por mal servicio de entrega. Así que mejor decidimos hacernos el amor (en otras palabras, hacernos los locos) el viernes, o el sábado, o el domingo, o toda la vida hasta que los sueños no puedan más, me parece mejor plan. Pero incluso hoy de mañana pensé en ganarte el saludo y otra vez perdí, ahí estaba, un te amo colgado del monitor, y lo que hice fue devolverlo empezando a lamentar no haberme amanecido a tu lado hoy, aunque eso nos pasa de una vida para acá entre semana, así nos pusieron en el tablero de ajedrez, así que será cuestión de aceptar que no seremos la parejita que se besuquea en el parque y caminan atolondrados empujados por un globo con forma de corazón. Pero ¡ahhh cuantos besos nos esperan al siguiente encuentro!, supongo no somos los únicos, supongo no soy el único que se amanece pensando en su amor. Ya hace tiempo que este día se vende para enamorarse. Pero eso nunca me pasaba a mí, era cuestión de vivirlo tal cual y aunque una tarde como aquella me pillará tomando cerveza y pensando ¿por qué yo no?, igual seguía la costumbre de no alterarme mis razones y tan solo, dejarle ese festejo a los demás. Mira que hoy hago lo mismo, no festejo porque me lo dice la tele, tú sabes, como fiel testigo de estas ganas, que llevo meses festejándole su más mínimo rayo al sol, sus cascadas de plata a la luna y por las mañanas, mando mis mejores sonrisas en un sobrecito virtual que llega hasta tus manos en forma de alguna canción. No hay más razón de sentirse festejado que serlo, en un día de amores, como todos, igual, ¿igualitito no?, pero con paletas cayendo del cielo y querubines rogando que les compres un dulce en la televisión, y en las revistas, y en el radio, y hasta en las esquinas donde alebrijes alados se colmen los ojos de miel, de promesas, de planes que para algunos no llegarán a ser. Creo que solo se trata de gritar, si todos los hiciéramos a la vez, para sabernos parte unos de otros, de los amigos que se han ido, de los que no se aparecen, de los que bailan, de los que de plano prefirieron otro cielo para mirar, acá seguimos, creo, en la misma calle por donde pasan los “maestros” que vienen a llamarnos cursis, las grandes mentes que vienen a vaciar su despecho en un jarrón, para irse, y enamorarse de sus propias glorias. Yo sigo alucinando sincero, que se salgan las letras que quieran, hoy no las voy a detener ni voy a pedirle a los ojos que no lean, que es de todos, el día sea nueve o catorce o cien mil, es día para volar.

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