jueves, marzo 2

Dulce condena

Justo en el momento en que es demasiado tarde para rectificar, es que uno se da cuenta lo que ha hecho. Te cae el veinte y abres los ojos vidriosos y azorados, jalas aire fuerte y sientes moverse el piso alrededor.

Hay un nuevo peso en tus bolsillos, mucho más de lo que habías soñado alguna vez, sientes el oro del mundo en las bolsas de tu casaca y el poder goteando fuerte por cada orificio de tu extrañado ser.

Justo en el momento en que es demasiado tarde para rectificar, es que uno se da cuenta lo que ha hecho. El diablo ha dado la vuelta en la esquina y se ha subido a un auto negro, con tu firma bien segura y tu alma bien guardada en un pequeño saco color marrón.