lunes, octubre 29

Entre lineas


Sonata absurda para dos

no me cansaría nunca,
no me harto de tu sonrisa
no me canso de amarte así, en sueños,
de abrazarte a veces noches enteras,
de abrazarte con las ganas de que no te vayas nunca de aquí,
y tenerte y a tu luz por siempre en mi pequeño mundo
quisiera fueras real,
quisiera que no tuvieras alas tan grandes,
quisiera que aquel demonio de risa burlona no viniera a buscarte jamás,
y ya no tenerte nomás un segundo en mi torpe visión,
visión de cosas extrañas y alucinaciones,
ya no ser tu sueño, ser un poco más,
y tener tu aroma al alcance de mis dedos ansiosos,
tan cerca para describirte sin el recuerdo de tu leyenda,
tan cerca que los ríos reflejen tan solo al sol en ti,
y que la luna durara siempre en noches de sudor,
para siempre, eternidades que no se hastíen,
para siempre y sin ningún conocimiento del dolor,
para ti,
idear un sueño distinto cada día,
idear alguna manera de robar tus ojos y tu sentir,
alguna manera debe haber de treparme en tus alas amarillas,
no muy fuerte, sin tirar tu miel,
ni tan cerca, para no estropear el vestido de estrellas tan azul,
drástica solución para robarme un hada de este bosque,
coincidencia extraña la de haber traído aquella jaula de rubí,
¿qué le digo al agua de tu ausencia?
¿qué pretexto vale que dure casi para siempre?
siempre suena a poco, pues te quiero para un poco más,
tenerte para oír música a tu lado siempre en casas que nunca se caigan,
tenerte `para ,
y abrazarte en un velo de planetas, saltarines, de alivio, de paz, de ti.

martes, octubre 23

En cada Noche

Hazte pacá, que tu calor se aleja,
y las nubes se deshacen como dulces de algodón,
pero no en la boca, ni en el monte que apachurran,
ni en las risas hechas polvo de tu ayer, de mi ayer, del ayer.

Hazte pacá y acuérdate de los besos de chocolate,
de las palomitas dadas sin la mano,
y de los ríos corriendo fuerte por tus piernas, por mi lengua,
y de tu ombligo hecho oasis con mi amor, con tu amor, con aquello, lo que fuera.

Hazte pacá, y recarga la cabeza despeinada, que me gusta,
y ya no veas pallá tan lejos que se aleja tu calor,
hazte pacá, y con los ojos dale vuelta a cada hoja de tu libro,
con el dedo chiquito roza el alma de sus letras, luego grítale,
grítale bien fuerte, que lo sepa,
que aunque a veces nadie pueda vernos,
que aunque a veces este mundo joda tanto,
tú te asomas a mi vida y le regresas tu calor.

Hazte pacá, y diles.

jueves, octubre 18

Espasmo

Ser un espasmo, desaparecer al momento que nazco, esfumarme como una palabra en el viento, en distancia y ya no ser, ya no estar aquí para seguirte extrañando, eso le pedí al espejo otra vez.

Esperar en una nube, ser lluvia y caer sin que me duela, caminar levemente por el campo sin darme cuenta que ahí estoy, no tener siquiera apreciación de lo que vea, ser ciego del alma y sordo del espíritu, para no llorar por tu piel de ángel que se me fue, para no voltear tu foto y pretender que tan solo nos enojamos por 5 minutos, como antes, y que antes de dormir me abrazarás tiernamente por la espalda.

Ser mi mano limpiando mi frente, ser un trapo o un retazo en la máquina de coser de mi madre, dormir despacio y sin prisa de despertar antes que nadie, antes que tú, ser el sudor que se me escurre sin sentir mis temblores, sin sentir que debajo hay un muerto que te escribe, y se sienta despacio para no desmoronarse hoy.

Encontrar debajo de mi sonrisa el verdadero rostro que te extraña, ser la voz en mi interior que intenta dibujarte en el olvido, que te pinta de gris para confundirte con los recuerdos que se me han escondido, con los suspiros que te guardo para sellar estas cartas etéreas, con los ojos de mi almohada, con la música que se muere, con los poemas que me abandonan y se van en voces de otros, en voces de tu fantasma que ayer pasó por aquí, y me recordó tu caminar y mi escandalosa manera de ya no ser yo.

Ser un espasmo en tu vientre, desvanecerme en un suspiro al mismo momento de dar el último paso de mi vida, ser la luz del libro que se pudre en el librero, lleno de amores viejos y rastreros, lleno del cadáver aquel que todavía piensa en ti, del niño en la esquina del barrio que soñaba con tu leyenda, de las manos que ayer te escribieron esto, y que mañana se eleven al viento, desnudas, recorriendo tu piel, soñando, vacilando, escribiendo.

Ser el mar en que lloverá la luna y ser espasmo de cielo, cielo rojo que apasionado vierta al mundo su luz, sol inclemente que mate ogros en el bosque y convierta a orugas en viejas y olvidadas estatuas de sal. Ser destino inútil y desesperado de pasiones, estrofas cansadas y viejas trovas de caballeros sin armadura y sin dragones que matar.

Ser el agua que nace en ti,
ser la parte olvidada de las lágrimas del viejo alebrije azul,
de los viejos dioses perdidos entre rocas y forestas.

Ser la muerte que me lleve,
que me suelte de sus alas y me deje caer,
sin suerte,
y caer despacio,
como luna que llueve, en ti.

(Para Gaviria)

lunes, octubre 15

Los grillos no han dejado de cantarte

Hay tardes, como esta, que me le quedo mirando para siempre, la mujer serpiente desnuda sigue mirando a distancia, y yo, desvanecido en sus trazos de cine, le sigo mirando, y desfallecido me envuelvo en su amarillo y quiero taparme con su luz, ser verde pared que le cobije de nuevo cuando vuelva de ser cien suspiros, le sigo absorto, y soy pincel en líneas torpes por sus pechos, terco y ensoñado, quiero ser yo el que repte por su espalda, por sus pies, y encajarle las uñas y desamarrarle las manos para que trague de mí, luego la luna de su ombligo me llama de nuevo y soy el cordón de vida, me encajo por sus manos detrás amarradas y me elevo a su ojo feliz, allá vamos cayendo de nuevo por los discos escaleras que nos miran carcajeados de mar, allá viene mirándome rojo y resbalando quimera, altanera, mujer, y me miro queriéndola hacer amores como antes, vestidos de campo, de fe, alucinando fugaces estrellas que atrapo en el cuello y bebo de ellas, y el espacio, tan largo, de su cadera tirante y su boca ausente de mí, eterna, voy a saborear un sueño para no pasar la noche a oscuras, mujer, voy a quererte debajo de mis ganas, para que me quieras, encima de tu sed.

miércoles, octubre 10

Cinema Paradiso

¿Alguna vez has ido solo al cine? Desde llegar al paradero y bajarte solo del bus, caminar solo entre la lluvia o sol y llegando a la taquilla pedir un boleto, si, uno solo, gracias. He notado una mirada extraña de aquellos muchachillos uniformados que te atienden, no lo pueden negar, noto cierta mirada extraña cuando extienden su mano a la ranura de donde salen los boletitos, lo arrancan y te lo dan, un solo boleto, para un solo tú.

Luego el momento de esperar la película, a veces hay gente esperando, a veces, estás solo, ahí, solo tú, sin nadie a quien comentarle cual película quieres ver en el momento que se estrene, o a quien preguntar si estás en la fila correcta, tienes que revisar el boleto solo.

Algunas veces la situación empeora al momento de ir a comprar algo a la dulcería, hay quienes piden 2 gaseosas chicas para pretender que no van solos, 2 gaseosas y 2 palomitas por favor... bueno, no, solo unas palomitas, y allá vas cargado con tu comida rumbo a la sala correspondiente, solo entregas tu boleto al de la entrada y entras a una sala vacía, sola, con tus 2 gaseosas chicas y tus palomitas, ¿que será mejor? ¿ver la película solo o en medio de un tumulto de escandalosas vocecillas? Yo creo que verla solo es bastante reconfortante, lástima que hay comentarios que deberás guardarte para cuando veas esa misma película con alguien más, solo no vale la pena comentarlos, sin embargo, la experiencia te pone los pies en la tierra, hay cosas que tendrás que hacer solo, ya sea vivir, madurar, pagar tus deudas, curarte los miedos, o incluso, cosas peores y casi inconcebibles, como ir al cine, solo.

viernes, octubre 5

Guardame una Sonrisa

Esta era la peor hora del día. En aquella época (hace como un millón de años), me sentaba igual que ahora frente al monitor y hacía el recuento del viaje de mi casa al trabajo, y de regreso, pero a veces, hacía escalas con la mente donde me gustaría salirme de la rutina para irla a buscar. Eran pocas horas de distancia pero estaban demasiado altas, era difícil brincarlas. En mi trabajo,mi escritorio quedaba cerca de una ventana a la nada, los montones de papeles y el griterío en el lugar casi tapaban la boca de luz de la entrada, la escalera se asomaba tímida y debajo, como tierra prometida, la puerta negra de metal; el sonido bailarín de una corneta con sabor a empanadas, me anunciaba la llegada de vendedores, mientras me replicaba ansioso y me picaba las costillas en forma de cincel, los pies me cosquilleaban con la idea de agarrar mis llaves, apagar el mundo y salir corriendo a decirle todo lo que me callaba por email. Resulta que una vez la atrapé en foto, justo al momento de cerrar los ojos y pensar en mi (al menos así me gustó imaginar aquel momento), luego los abrió y me comió con su luz y su tristeza, que era mayor a la mía que se opacaba por el sol que brillaba más allá de mi, más allá de sí. Sus letras eran tempranas y su voz dibujada, lo relacionaba con la imagen aquella, el pelo recogido y los labios mojados, eran el pretexto perfecto para irme a dormir con un granito de fe bajo la almohada, que a veces se hundía en mis sueños y se largaba de ahí, tan solo para regresar de madrugada haciendo poco ruido, metiéndose la pijama despacio, y aferrándose a creer en mi otra vez. Me pregunto qué habría pasado de salir corriendo. Me pregunto qué habría pasado de robarle la vida y llevármela lejos tan solo para mi. Me pregunto si alguna vez seré capaz de hacerle caso a la locura, al desafío y a la aventura de largarme tan lejos donde ni yo mismo me pueda encontrar. Pero aquel no era el caso, ni el amor era la cuestión ni las ganas el problema. La cadenita de sueños que nos unía, simplemente, un día se tensó de más, y rompió por allá lejos de mi, cerca de su cordura, y justo en medio de la sien de un bufón con converse rojas en domingo, recostado sobre una nube riéndose del destino que a él mismo se le ocurrió tejer.
 
Esta era la peor hora del día. Pero hoy las migajas tienen hambre, y escarban debajo del tapetito buscando hacerse de su propia luz. Vamos a caminar.