sábado, agosto 28

Email

Me estoy enviando tus pies por correo, para mecerlos en mis labios cuando llegue a casa, y recostarme de lado con tu boquita pequeña, como administrando besos para que nos duren una eternidad, y tu pelo, ese me lo llevo en la mirada, allá lo dibujaré en la pared para perderme en sus colores, cada noche, cada segundo que me hagas falta tú...



domingo, agosto 8

Me dueles...

¿Es una despedida? - pregunté. No, yo no he dicho nada - dijo ella; pero hasta el sol lloraba, sus ojos decían adiós y aquel beso supo a eternidad. Luego se fue, me fui, y estas letras vuelven a caerse de su barquito de felicidad.

Ni siquiera tengo ánimos para escribir, siento que el corazón me sobra en este cuerpo, que meto las manos por la garganta y lo quiero sacar pero no lo alcanzo, y lo escucho, latiendo, muriendo, en algún lugar de mi pecho, roto, hasta la madre de amarla, y cansado por los besos que le deben, pero no lo alcanzo, no lo puedo sacar, habrá de quedarse ahí medio latiendo hasta que deje de hacerlo o hasta que consiga un músculo sustituto para el acarreo de la sangre al cuerpo que también se muere, como que se pone en huelga, por que todo se cae y todo se agazapa debajo de mi cobertor verde (medio naranja), las piernas se niegan a olvidar la mano que las apretó hoy por última vez, los dedos se niegan a dejar de sentir su pelo, los ojos se niegan a borrar su perfil atrapado en el cielo anaranjado de hace rato, la cabeza se niega a parar de darle vueltas a su imagen, la boca dice que el beso es suyo y nadie se lo puede quitar, y el corazón asoma los ojillos y deja una nota de suicidio en algún torrente con dirección a la nada, lleva fecha y lleva pedacitos de alma, pero los oídos se hacen los sordos al grito de auxilio del estómago con hambre, y obligado el cuerpo, mira, escribe, para que este pedazo de papel no quede tan vacío como debiera, letras sin corazón, sin alma, llorando, y con ganas de dormir a hora si para siempre.
Ah maldita, me dueles como si tuviera corazón...

viernes, agosto 6

Ausencias

A veces, con insistente certeza, llego a creer que las tardes como esta, tan llenas de viento y ausencia, son el presagio de un mañana peor. Normalmente la rutina aplasta el vaticinio y todo resulta tan sencillo y torpe como siempre, las mismas calles rodando y las cascadas de luces donde siempre, aluzando el camino a seguir siendo yo, el mismo. Lo preocupante de este oasis en la niebla es que las figuras que se asoman a la ventana no son nada familiares, extraño otros rostros, más sencillos, que reconfortan sin tener que usar la lengua, simplemente aletean cayendo de árboles de paz y todo se vuelve astuto, exacto, para dar pasos firmes sin miedo a que el andamio se quiera matar otra vez (conmigo encima), y le caiga encima al mundo, aburrido de mi.

domingo, agosto 1

Invisible

A veces, sin querer, ser invisible es una cualidad soportable,
otras, sin embargo, ser invisible es un tanto difícil de asimilar.

Ser invisible te permite caminar entre la fiesta y no involucrarte en pláticas no amenas,
ser invisible es entrar y salir y regresarte y volverte a meter sin ser visto jamás por algún odioso igual de invitado a la fiesta que tú,
ser invisible, es aquel ser que ronda las mesas e interfiere en pláticas que no son suyas cuando se harta de ser un ser invisible.

Luego hay momentos masivamente incómodos en que ser invisible resulta casi una proeza, casi imposible proeza, pero al fin y al cabo, eres invisible y no tuviste que cantar aquella canción ni hacer el brindis estilo vikingo con los restos de barbas (y babas) de los demás, si ni los conozco, y ser invisible, me arroja esa excelente comodidad.

Problemas vienen cuando se trata de ser visible, no siempre se tiene control y te estampas en toda tu visibilidad contra alguna pared descontrolada, eres visible y te ríes y hablas casi como los demás, pero entonces, aún te queda la manera de activar un algo que te hace ser invisible, un ser casi invisible para casi todos los demás.

A veces, sin querer, les digo, ser invisible es una cualidad soportable,
otras, sin embargo, ser invisible es un tanto difícil de asimilar.