miércoles, junio 24

Pequeña Rosmery

Mientras peleas por liberar el mundo de los sueños sin fe, la cafetera explota en hordas de sabor que planean escurrírsenos despacio por la boca, llenarnos de vida y sueño diurno para de noche, estar alertas a la lluvia de lunas que amenaza con mojarnos hoy. Mientras te empeñas en la cruzada inútil por curar de tristeza a las montañas, la bicicleta abandonada le cuenta el rincón los secretos más íntimos de la habitación, las deshoras sin poder dormir, las cervezas sin música, y las risas sin eco ni remordimiento de conciencia bajo aquel colchón de cielo. Mientras deliras por las ansias locas de llenar de tus pasos al mar, la playa se retira ingenua a la tarea prodigiosa de ser balas contra la locura que nos acecha queriendo adueñarse de nuestra humanidad. El trigo de las manos resbala y los campos se vacían de luz, se llenan de sol rojo, de la tarde que herida se marcha por el mismo camino y el trovador que de su mano alimentaba la saliva del viento, decide abandonar la guerra, tirar versos de los árboles y hacer una lista de todas sus formas de decir adiós, de cerrar los ojos y olvidar. Mientras batallas contra mil dragones uno se pregunta quien imagina a quien. Un hada de pelo negro y largo, vestido azul que contempla sus alas como quien quiere descifrar el poder de los sueños aferrados a su cintura, y nada, un cuento vacío, un cuento imaginado, muchas letras en espera de ojos que no les hallen sentido y se revuelquen de placer. Aunque allá debajo de mis manos, exploten los recuerdos y las pastillas tengan el mismo efecto que quisieron tener ayer cuando llegaron a pedir asilo. Pastillas. Ideas. Sueño. Llover. Calmar. Olvidar. Ser.

viernes, junio 19

Escarabajo bajo luz gris

No me preguntes como es que suceden estas cosas. Pasan y ya. Aquel día me prometí mirar al cielo y no dibujar con los dedos tu nombre, eso era cosa de todos los días, enamorarse al primer vistazo en la plaza, la heladería o la entrada al cine. Luego un café, inevitable si se quiere tener una buena conversación y un pasatiempo para evitar silencios incómodos, nada más parecido a una letanía de enamorado perdido en aquel callejón, tomando de la mano a mis miedos para presentarlos de mejor manera a los tuyos, siempre sin dejar de mirar los labios de la luna, todo en un arrebato se vuelve gris, cuando cae del cielo una tonada de ayer, y dice que hay que andarse despacio de nuevo antes que el sol nos convierta a todos en piedra gris, estatua vacilante, sin lugar, sin ganas de salir a reconocer un beso, otro día más. Ando a caminar despacio, bajo una torpe luz gris.

domingo, junio 14

Escarabajo al sur

Se ha ido la fe. Le parecía al escarabajo que miraba de lejos como el camión marchaba a un olvido donde no se le incluía a él. El mundo es cada día más pequeño y resulta que ya nadie habla conmigo, - pensaba – y en el espejo lo acosaba una imagen de si tirado en la cama y muerto de desgano, con mil caminos afuera para devorar, para salirse con la suya y pintarse de mil colores las patas. Se ha ido la luna. Le parecía al escarabajo que caminó despacio rumbo al sur, siguiendo con la mirada una formación en V de patos salvajes que le hablaban de libertad. Algún día, - pensaba – algún día la luna regresará mi fe.

lunes, junio 8

Insisto (04:05 AM)

Es el viento, ese crujir de ramas, lo que me trae tu ausencia dibujada en la noche. Y vienes como antes, con tus lunares y sonriendo, a sabiendas que sería la última vez que estaríamos juntos. Te robas mis besos y tarareas una canción (con mi nombre intercalado en alguna estrofa), aunque los dos sabíamos que no era cierto, que no sería así, que no te ibas a quedar, y que aquella noche sería la caída de mil nubes que lloverían hasta el hoy de mis tormentas. Todavía imagino como serian tus labios en mí, eternos, todavía despierto con la sensación de que todo es un sueño, la terrible presión sobre la cama, las colchas tiradas y tu cuerpo trazado perfecto sobre este lienzo que me inventé un día para no volverme loco y morir. El mejor sueño es ese, soñarte, aunque te haya tenido que inventar. La mejor noche es esa, tenerte, aunque te haya tenido que imaginar. Es el viento, ese quejido del cielo, lo que me trae tu ausencia dibujada en la noche; y por momentos, es la luna, cayéndose a pedazos, las gotas de sol de ayer que se me escurren por la cara, y le lloro, a tu ausencia terca, que viene a visitarme a esta hora, como siempre, otra vez.


pronto empecé a tener frío y tú no venías a curármelo, así que tuve que pedirte sin decírtelo 
que me volvieras a dejar en tierra y siguieras con tu vuelvo

miércoles, junio 3

La distancia

La distancia es aquella daga que se encaja en el alma cuando es de noche. A veces simula ser una lámpara fluorescente que se tiñe de rojo y se enoja con la pared, de tanto mirarla. La distancia es aquella nube que llueve poco, y lo hace cuando uno no quiere nadar. Es un relámpago en un diván consultando al meteorólogo para subsistir, y de tanto en tanto, alumbrar la ciudad con su cruel mal vestir. La distancia es el filo que no corta, pero hiere los ojos cuando uno asoma por el ojo virtual en la ventana, tan solo para verse morir igual que todos los días cuando ya no se atina construir galletas que soporten la gravedad y no mueran de tristeza en algún plato de cristal. La distancia son las últimas lágrimas que se mueren en la almohada. La distancia es la almohada, que se muere sin lágrimas donde alguna vez soñó.


me he hecho el firme propósito de tomar distancia, anteponer un montón de razones para irme ya alejando y decir adiós sin palabras, 
que siempre es el adiós más difícil, el más artero.