sábado, mayo 30

Sueño hoy (02:47 AM)

Me voy a dormir con la convicción de no querer hacerlo.

Me voy a dormir con la sensación que despertaré y las nubes seguirán siendo tan frágiles como hoy, hacedoras de tormentas, y tu risa seguirá explotando en mi cabeza nada más, y mis labios habrán soñado delirios de tu boca, antojos de tus abrazos que son etéreos nada más. Me voy a dormir con el miedo de solo haber soñado amaneciéndonos en palabras, en una historia inesperada que se forjó de poesía tatuada en las alas.

Me voy a dormir con tu sabor fresco,
para despertar mucho más adentro de este sueño,
que hoy soy, por ti.

tu risa todavía suena tan claro en las nubes de mis recuerdos

martes, mayo 26

Que habrá sido de ti (09:47 PM)

Tantos sueños apilados como fue posible dentro de una caja de cartón, los libros, sin brazos, clamaban justicia desde el librero mientras los ojos burlones del escarabajo seguían mirando a otra parte, nada que hacer con la sensación de ensueño, la fría capa de ilusiones que hacen alzar los pies en vuelo, inclinaciones por robarse la noche y atragantarse de estrellas sabor a rubí, explosiones tibias de engranes y espaldas que tiemblan al contacto con algún dedo, acurrucado, en el corazón de la montaña y aquel mago que se toma un café para olvidar. Ideas torpes, sin sentido, tanto como estas manos que buscan debajo de tu sonrisa un te quiero para estrujar, para decirle cuanto siento no ser la respuesta a la última página del cuento donde abandono mis idas, ayeres, cucharas de fe para dormir en paz. Y te vas despacio, vestida de flores y suspirando el color de tu belleza, las risas que te erizan la piel son cielo, vacío de mis letras, inspiración de nada que guardo en cuadernitos que nunca abriré, para ya no morir cuando tus labios se alejen otra vez, como anoche, como siempre, desde que nunca te pude tener, desde que nunca te pude querer menos que hoy, y así, tallada de imposible, le bailes a la luna, y te vayas sonriendo, te vayas canción, te desmorones en sueños de lo que no soy.

jueves, mayo 21

Sueño de Escaleras

De repente me ha dado por trastabillar en las escaleras, cualesquiera que estas sean, de caracol, esquinadas, eléctricas, de madera, de piedra, todas, toditas hacen una leve finta cuando llegando a ellas y mi pie como que se retuerce al momento de ese primer (y decisivo) escalón, es entonces que me veo forzado a bajar la vista y ordenarle a los pies que anden sin miedo, casi siempre funciona, cuando no, acabo enredado en discusiones tontas con la escalinata, acerca de quien tuvo la culpa y si sus intenciones fueron tan arteras como mi reacción exagerada; aunque casi siempre, ninguno de los dos dé su brazo a torcer.

lunes, mayo 18

Aturdido

Siquiera, creyó que aquella prisión era la vida, y se hundió en sí mismo, mató la música que le salía del pecho y ató sus agujetas a la ventana para evitar que entrara el sol, aquella noche, se soñó lejos donde sus manos valieran algo, para alguien, y se supo libre de si mismo cuando cantó aquella canción para morir, su prisión era la misma desde hacía un año, la misma caja de cartón con orificios que simulaban ventanas, pero se supo viviendo como él quería, siquiera, creyó que aquella bala le arrebataba la vida, aunque solo fuera un grito, tenue, y siguiera soñando, metido en su cárcel de cartón.

jueves, mayo 14

Érase una vez…

…un mar, donde al filo de la madrugada caí de la cruz y pude por fin mirar el mundo desde la orilla de un cielo donde llover no significaba morir. Me ahogaba en aquellas aguas pero no era muerte la gloria que me estremecía el alma, la razón que se desbarataba en pedacitos de aire que eran nuestras alas, para salir de aquel instante y zarpar de nuestro muelle prohibido, con la esperanza de nunca tocar tierra otra vez.

…una luz, cansada de brillar de día y de ausentarse para darle vida a la noche. Tan cansada que una tarde decidió venderse al mejor postor. Puso a la venta sus ojos y con la piel de ángel se colgó de las tormentas y se fue arrastrando locura por un mundo de mañana donde las sombras bebían atardeceres de cerveza y pan.

…una luna, que venía cada noche a mi ventana y en una de tantas se llevó mi risa. Casi siempre brincaba de la pared a mi espalda dejando vacío el óleo donde se quedó atrapada cuando supo de su amor por mí, vino y se hizo cuna entre los árboles del miedo, de la noche donde fuimos la garganta abierta para darle rienda suelta a un sueño enterrado en forma de cruz para que no nos volviera a llover. Luego sucedió que la ventana se cerró detrás de mí al volver, y ella se quedó lejos hasta que quiso irse a buscar otro brillo de porte militar, dejando mi casa bañada en soledad.

…un cuadernito, colgado del ápice de las manos de un iluso escritor. Vino a hacerse verde y confundirse con el pasto una mañana de agosto y azorados colibríes abrieron paso al intruso ladrón. Aquella tarde lluvia el cuadernito dibujó suicidio en su portada y luego entrecerró las hojas para morirse de amor, dejó detrás de si un índice descompuesto, y la mirada perdida entre un capítulo etéreo y uno levemente inclinado a su favor.

…un cuento, perfecto y tupido de nubes donde los rayos de sol bailaban alrededor. Aves y rezos volando, dulces y risas flotando, magia y rosas brillando entre las ganas de meses que nunca se cansaban de envejecer. Y como todo buen cuento de hadas, en el horizonte se dibujó un villano que vino a quitarle color a nuestro cuento en cuestión. Vino desde el horizonte la tormenta y luego las noches, las espinas, la sal y aquella banca, sin ti, sin tu cabello y sin tu silueta dibujada contra mis manos, vino la espera, de asomar a la ventana viendo cuentos pasar, viendo más cuentos como el nuestro, morir.

domingo, mayo 10

Natus Vincere

Mujer colores. Asomó desde la ventana con ese dejo de tristeza, el de siempre, con las alas tendidas al sol pidió limosna de besos al espejo y se esfumó pletórica de colores en la mañana de calor; se llevó en sus ojos el brillo ausente de los míos, y no regresó, ni luego de un año luz.

Mujer lejos. Asomó desde la ventana al ritmo de una pieza para violín, los labios sabor vino previnieron a los segundos que marchaban detrás de la inminente destrucción del momento indiferente que se nos venía encima, explotó tanto cuando le robé el alma que la lluvia de risas del bufón inundó los pueblos cercanos; y yo, con los ojos cerrados, tuve que decir lo siento, y tuve que decir adiós.

Mujer ojos. Asomó desde la ventana con un beso por delante, simplemente lanzó al aire uno de tantos que se le escapan y con vida propia subió por mi cuello y me robó un suspiro por debajo de la camisa, quise amarrarme a sus labios para que la noche no fuera eterna pero nos ganaron los respiros rápidos y las luces locas atravesando el umbral; sencillamente, fue como detenerse camino a Venus a cargar combustible de estrellas, y pagar con luna, para no variar.

Mujer oasis. Asomó desde la ventana convertida en una brisa leve, que me recorrió la espalda y cayó rendida en mis manos mientras las hojas resbalaban despacito por su piel de árbol de vida, le bastó, como siempre, sonreír en sueños para despertarme en realidades de risa febril, alarmado y atento miré el reloj y era la misma hora de ayer, cuando me enamora sin quererlo, o sin saberlo, sin saberse robada por mis labios que ya la hicieron canción; pero luego, como siempre, pasó las manitas suaves por el cielo, dibujó nubes grises para si, y desapareció sin besos, sin fe, sin corazón.

Mujer risa. Asomó desde la ventana con la silueta de su propia ausencia siguiéndole los pasos, quiso ser flor y se tatuó en la pared que quedó justo enfrente de donde aterrizó; no supe como responder a la sonrisa, así que tan solo, descolgué un grito callado del techo, y le arrojé un beso por la cornisa, esperando que cuando venga, lo encuentre vivo y bailando en algún callejón.

Mujer dolor. Asomó desde la ventana con cara de antes, disfraz de musa y pies de virgen que acecha los sueños a los que ya no voy; pero ella no lo sabe, sigue fantasma tibio en un camino por donde ya no pasa nunca nadie, ni siquiera el cierzo a congelar ausencias, y se mira al espejo y se va, a donde siempre, sin saber, que mañana regresa, a donde siempre, para quererse quedar.

Mujer esperanza. Asomó desde la ventana con un dejo de simpleza conocida, pinta manzanas y regala asombros caminando despacio y se bebe cervezas como diosa cazadora, se viene sola en la noche, se llena con los sueños y se mueve gloriosa arrancando suspiros al colchón; amenaza con un beso que dure para siempre, y yo doy media vuelta y sigo el río, olvido, me voy.

Mujer sollozo. Asomó desde la ventana colgada del brazo de alguien más, yo pasé en alfombra mágica y grité desde el alma para llamar la atención que nunca quiso regalar, de reojo me mira, se suelta el pelo y se va con él, se ríe con él, se quiere con él; yo me quiero con ella, así que me tomo el destino y le echo limón para que no raspe en la garganta, tiro los ojos al cielo para ya no ver, para ya no llorar, el sollozo soy yo.

Mujer sangre. Ella asomó a la ventana con los colmillos y el alma ensangrentados, se colmó de ganas con un ángel descarriado que encontró en el bar, bebió despacio sangre celeste, sangre celestial de oveja perdida del señor, pero con alas; cuando vino a convidarme, saqué las alas que guardo en el ropero, y volamos un rato recordando viejos tiempos, enseñándonos los mismos caminos, recordándonos las ganas de volver a matar.

Mujer sueño. Ella asomó a la ventana justo cuando yo la cerraba detrás de mi, vino tan pronto como pudo porqué supo que salí a buscarla otra vez el fin de semana pasado, asomé por cerros y montañas donde la magia la encuentra, donde los collares de chamán me alertan si pasa por ahí pero caí en la misma desesperación de querer flotar en el mar, en el mar de tormenta que no responde si le grito, en el mar de arena que se me cuela en los oídos y no me deja respirar cuando suena a orquesta de besos, cuando me retumba la ausencia, la indiferencia de sus aguas y el murmullo de su adiós, de su compromiso previo con Neptuno, total, que yo ni papeles tengo para irla a buscar tan lejos, no quisiera toparme con bardas y barrancas donde hormigas azoradas hagamos fiesta en honor del olvido; cuando quise jugarme la última carta me di cuenta de lo vacío que estaba el lugar, podría ganar fácilmente y reclamar fortuna y comprar el infierno solo para nosotros dos, pero ya nadie repartía cerveza, las sillas del lugar estaban rotas y yo seguía jugando contra mi y seguía perdiendo contra ella, imposible, aunque no quería, ni podía, dejarla de soñar.


viernes, mayo 8

Cazadragones

Maté a un dragón, y lo hice sin miramientos, anduvo volando toda la tarde y el calor se hizo insoportable, azotaba las alas contra las ventanas y salía volando al pasillo para volcarse otra vez echando fuego por la nariz, se reía y bajaba en espirales atravesando el atrapasueños colgado del foco, se miraba de reojo al espejo y las escamas se le hinchaban cada vez más, ya casi no cabía luego de unas horas, y yo ya no quería sudar tanto y soportar su aliento, cada vez más denso, de dragón, dragón verde, dragón milenario con cara de ansiedad. 

Cerré los ojos, y sin piedad, dejé de imaginarlo. Cayó muerto, a mis pies, me miró con una extraña lagrima en los ojos amarillos, y se convirtió en ceniza, que ahora, por más que imagino que no existe, no puedo acabar de barrer.

experto en labios imposibles

domingo, mayo 3

Como un sueño extraño

Justo en el momento en que es demasiado tarde para rectificar, es que uno se da cuenta lo que ha hecho. Te caes de golpe y abres los ojos vidriosos y azorados, jalas aire fuerte y sientes moverse el piso alrededor.

Hay un nuevo peso en tus bolsillos, mucho más de lo que habías soñado alguna vez, sientes el oro del mundo en las bolsas de tu casaca y el poder goteando fuerte por cada orificio de tu extrañado ser.

Justo en el momento en que es demasiado tarde para rectificar, es que uno se da cuenta lo que ha hecho. El diablo ha dado la vuelta en la esquina y se ha subido a un auto, con tu firma bien segura y tu alma bien guardada en un pequeño saco color negro.

viernes, mayo 1

Girasoles y un Adiós

Quizá estas son las última letras
que yo te escriba.
Debo dejarte ir querida Luna

ya otro es dueño de tu risa,
tu mirada y los girasoles
que tanto amas.
Debo quedarme acá, sin ti,
y mientras relamo mis heridas,
asomo a la ventana suroeste del laberinto 

buscando algún dejo de ti.
Ya que te has ido,
me desvanezco en sombras,
arranco tu nombre de cada pared,
pero son miles,
desvelo a la noche gritándote,
gritándonos,
percibo el día de tu no regreso,
el cierzo,
tu sangre congelada,
y atisbo el día de mi muerte,
mi muerte real,
no tan dolosa como esta que ahora me mata,
me vuelve indeseable, translúcido,
y me grita al oído que todo fue un sueño:
Ariadna nunca fue tuya Asterión.
Día gris en la habitación, rectángulos y notas un cuadernito,
sonidos de calle, sirenas, ladridos,
Teseo andando despacio,
entrando al edificio de la calle de Creta,
pisando seguro el primer escalón.
Adiós.