viernes, mayo 1

Girasoles y un Adiós

Quizá estas son las última letras
que yo te escriba.
Debo dejarte ir querida Luna

ya otro es dueño de tu risa,
tu mirada y los girasoles
que tanto amas.
Debo quedarme acá, sin ti,
y mientras relamo mis heridas,
asomo a la ventana suroeste del laberinto 

buscando algún dejo de ti.
Ya que te has ido,
me desvanezco en sombras,
arranco tu nombre de cada pared,
pero son miles,
desvelo a la noche gritándote,
gritándonos,
percibo el día de tu no regreso,
el cierzo,
tu sangre congelada,
y atisbo el día de mi muerte,
mi muerte real,
no tan dolosa como esta que ahora me mata,
me vuelve indeseable, translúcido,
y me grita al oído que todo fue un sueño:
Ariadna nunca fue tuya Asterión.
Día gris en la habitación, rectángulos y notas un cuadernito,
sonidos de calle, sirenas, ladridos,
Teseo andando despacio,
entrando al edificio de la calle de Creta,
pisando seguro el primer escalón.
Adiós.

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