martes, abril 2

Que ganas...

Que ganas de ir y tomarte a besos, escuchar tu risa y poner mi mano en tu cintura (que misteriosamente encaja perfectamente), romper el viento como un maullido de gatos haciendo el amor.

lunes, abril 1

Música y soledad interrumpida

Este fue un largo fin de semana, festejando con el viento al lado, y con la música llenando los oídos a cada momento, algunos reencuentros, algunas nostalgias y una que otra sonrisa amarga. A fin de cuentas todo salió bien, mejor de lo que se esperaba. 
Ahora si me he puesto a actualizar el blog y corregir algunas cosas, lunes de madrugada, pero aún queda tiempo para juguetear con la virtualidad, la semana será difícil, de tormentas, o quien sabe, quizá cambie el rumbo de esas nubes, como sea, voy de frente, a dar la cara a la lluvia... y por primera vez, me agrada. 

Ver su sonrisa siempre valdrá la pena... lo demás... es lo de menos.

miércoles, marzo 27

Hay

Hay días que de plano no se puede, tu imagen es demasiado, tu voz es más.

Hay días que de plano camino en línea recta sin saber a donde, sin saber por qué lo hago y sin saber a dónde carajos iré a parar, esos son los días que me empeño en recordar tu luz, en memorizar ese rostro con la sonrisa mas bonita que había visto, en olvidar el camino de regreso por la pista, caminando siempre, con una mueca extraña y con los limpialágrimas activados al máximo.

Hay veces que me esmero demasiado, en entender, lo que no se puede entender, por qué abrazarme solo ya resulta aburrido, cansado, patético y sobre todo, desgarrante, cada vez peor, si, cada vez es peor.

Hay veces que apenas acabo de escribir algo y ya lo estoy borrando, como hoy, estas letras no van a existir, van a borrarse, y vendrán otras que digan lo mismo, que digan lo peor, que sigan.

viernes, marzo 22

Como una luna llena

Insistente musa alada,
rondando mis sueños,
con sus lunares formando constelaciones
y las manos tratando de dibujarlas,
vuela ligera por la habitación,
insistente musa,
planeando sobre libros y rozando con las alas las paredes,
me pide que haga caso y voltee a verla,
¿cómo no hacerlo?
si su estela se quema en mis pupilas
y su polvo de hada me provoca estornudos,
que se embarran en la pantalla y se convierten,
entre espasmos,
en letras tontas y mal logradas.

Le echo la culpa a la musa que insiste en acariciar mis manos y con la risa y un beso, pedirme que le escriba, otra vez, una vez más.

miércoles, marzo 13

Tu Cuerpo

Es tu culpa el antojo de cualquier hombre por recorrerte todita simulando pequeños pasos con las puntas de los dedos de la mano derecha, ya sabes, para reconocer de que se trata la sencillez de tu perfección, de tu sonrisa y de tus ojos cerrados soñando con el mar; ya luego viene todo aquel asunto de un par de lenguas que se pierden en distintos bosques, se trata de soñar, ¿sabes?, se trata de nada más reconquistar un cuerpo ceñido al cielo, a la noche que dibuja tu piel llena de estrellas, de relatarte una historia donde tus ojos son el poema con que empieza algún cuento, y cierto orgasmo, como salido de las hojas de algún libro de sol, es la pauta por la que suena aquella sinfonía de un antojo por ser un pedacito de tu piel, que baile y cante arrebatándole el lugar a otros, a todos, a ti.

lunes, marzo 4

A solas

Imaginando conversaciones, a menudo pierdo mi noción del tiempo con una persona en particular, digo particular porque ella es o era (que fea letra "era") muy particular para mí, ando por las calles hablando o cantando solo y mirando a la gente poner las caras más graciosa al notar lo que hago, el otro día tirando la basura me cruce con un vecino que al notar que estaba hablando y que encima estaba solo se sorprendió, más me sorprendió cuando él me empezó a hablar y me dijo que le di un poco de miedo; el lugar estaba a oscuras, él y yo solos, y yo hablando solo. Le dije: no pasa nada, estoy hablando solo; y me dijo: A mucho mejor, me quedo más tranquilo; y al rato le dije: No se preocupe, estaba hablando con Neruda, y me dijo: Ah, de puta madre. Resulta que suelo imaginarme conversaciones con distintas personas, pero últimamente ando cantando y diciéndole cosas al oído tratando de convencer a una mujer. Sé que es una alucinación, y que solo lo veo yo, pero de vez en cuando, cuando estoy a solas, no puedo evitar darle de vez en cuando conversación a las personas que yo quiero. Y pensé: ¿Qué raro no?, que de puta madre, tener a Neruda siempre a mano para darme algún consejo, o me recité un poema y dedicártelo en un momento dado.

Una noche ella me pregunto: ¿Qué sabes hacer?, enseguida noté que estaba algo seria, así que decidí contestarle como solo en mi mente se me pudo haber ocurrido, le dije: Bueno, yo sé abrir…, me crie en un barrio de esta ciudad, sé abrir perfectamente una cerveza con los dientes, conozco las canciones de Silvio y alguna de Sanz, bueno, las de Silvio de primera mano, de hecho, me las canta al oído. Pero eso no le dije a ella, creo.. conozco perfectamente la situación de la Estrella Polar así que si fuese navegante nunca me perdería, pero no, no sé navegar, quite lo de la Estrella Polar. El caso es que ella, sonriendo me dijo: Creo que no me has entendido, te pregunto por tus estudios; y le dije: Ah, mis estudios, bien... estudié perfectamente todas las bancas de las calles, sé perfectamente como se deslizan sobre ellas las penas y las cervezas de los que por allí pasan, conozco perfectamente los efectos terapéuticos del vino, estudie la espalda de una mujer.

Ella ya muy enfadada, mirándome a los ojos me dijo: Ah, muy bonito, ¿y en qué quiere trabajar el señorito?. Y le dije: Pues ya que me pregunta, me encantaría ser violinista, ya que usted me lo pregunta, me encantaría ser el bombero que le apaga los fuegos a usted, ya que usted me lo pregunta, ¿Qué me gustaría ser?... me encantaría ser probador de hamacas, para eso hay que saber dormir y yo, de eso sé un rato, me encantaría ser el que le afina las guitarras a Eric Clapton, me encantaría ser el cartero de Pablo Neruda, me encantaría ser el que le canta arrullos al Subcomandante Marcos, me encantaría ser jardinero en Marte, me encantaría ser desmantelador de misiles nucleares, me encantaría ser pescador en los mares del amor, me encantaría ser cuidador de unicornios azules. Pero sobre todo me gustaría ser el que siempre este cuando usted más lo necesite, el que la abrace cuando sienta frio y el que la calme cuando este con pena, me gustaría contarle un chiste por día para que así siempre este alegre, me gustaría ser un soldado para cuidar sus sueños por las noches, ser el sol que la alumbra por las mañanas y la luna que la enamora por las noches, me gustaría crear tres estrellas que nos acompañen y nos cumplan nuestros deseos, me gustaría ser el que usted ame y yo estar por siempre al lado suyo.

jueves, febrero 29

Regreso

Yo prefiero al Alejandro Sanz triste. No es que le desee tristeza, ni soledad o malos ratos… pero lo prefiero triste. Y es que a algunos la felicidad nos estorba, aunque sea ajena. Lo bueno es que nunca dura tanto como para perder a alguien por completo. Se es feliz un tiempo, luego te vuelves “alguien estable”, más tarde eres “alguien como todos, con problemas” y finalmente te alcanza de nuevo la tristeza y evolucionas, como Pokemón, así igualito. Y el problema real es que uno no sabe lo que está buscando, ser feliz, sí, pero ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Con quién?

Y aquí vendrá la lluvia de abucheos que pedirán la cabeza del culpable, los que ostentarán su felicidad actual como la única y verdadera, la turba de “...los que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite...” (dijera J. Sabines) pero voltea, fíjate bien, eres feliz ahí donde estás, sí, y ¿si eso se acabara hoy jamás volverías a ser feliz?

Ese es el problema. La felicidad es algo transmutable. Puede partir del ron, de una mujer en particular, de las mujeres en general, de amigos, de una buena cena, de elegir el momento adecuado, las manos adecuadas, la cama adecuada, del oro, de la tierra o la Luna. El proceso alquímico no precisa de una única materia elemental para transmutarse en felicidad. No sé a ti pero para mí resulta algo demasiado inestable como para confiar en ella, mucho menos como para cantarle o grabar un disco bajo su influencia. Yo, por lo pronto, me la tomo con reservas. ¡Muchas veces he sido feliz al cruzar una calle y al llegar al otro extremo no lo era más!

Por eso te digo, yo prefiero a Sanz triste, sentir que puso claro el dolor y poder cantar con él sin reparos “A la primera persona que me ayude a comprender, pienso entregarle mi tiempo, pienso entregarle mi fe…”

lunes, febrero 26

Olor Añejo

El amor debe ser como el olor a madera, cuando lo respiras fuerte, y lo sientes meterse en el pecho y dejarte fresco, pero luego, es solo madera, y uno se queda con la ilusión de olerla siempre, a lo mejor viviendo en un bosque donde siempre huela igual, pero la madera se va y también su olor, fugaz como cangrejillo en una playa, como el silencio entre las olas y como el golpe sobre las rocas cuando el mar se decide en salir a asolearse la espalda. Todo aquel asunto de conocer a alguien más y empezar a enamorarse nunca dejará de sernos tan necesario, y las necesidades y lazos que se crean luego de un intercambio de besos son asuntos en verdad extraños, uno se queda dependiente de esas manos en las piernas y las piernas tristes porque ya no sienten el cosquilleo de las manos intrusas sobre de ellas. Las tardes y su torpe caminar se vuelven siempre los perfectos recordatorios de ratos bonitos y abrazos inesperados, y la luna el pretexto perfecto para asomarse a la noche y pensar, con las dudas taladrantes en la cabeza, y con los brazos extendidos al sur, extrañando el olor a madera, extrañando su perfume, extrañando el andar sin estar y el estar sin ser y el ser sin sentir y el sentir sin pedir y el pedir sin dar y el dar sin extrañar.

Le mandé unas letras a la luna en un avioncito de papel, y temo haber dicho lo que no debía por escribir lo que siento cuando el alcohol se adueña de las manos, pero con menos sueño dije cosas peores, espero que la luna se siga empeñando en brillar.

miércoles, febrero 21

Tu risa

Hasta hace poco tenía aquí tu risa,
se aparecía desde temprano para despertarme
me alistaba con ella y la ponía en mi bolsillo
para caminar mejor, pues siempre tu risa
era mi mejor amuleto.

Llegaba tranquila para agitarse en mi cuerpo,
nacía escasa y se multiplicaba
como mis ganas de verte,
tan dulce, 
precisa a la hora de acariciar.

Me narraba tu vida, lo que hiciste en el día,
de cuando tuviste miedo y te hice falta,
después...
fueron escasas,
pues anunciaban un final
pero eran tuyos y míos,
hasta que si te fuiste.

Tu risa que ya no tengo ya hace falta,
te necesito para activar mis mañanas
y no estar triste,
para tomarlos con café por la tarde
y puedan arrullarme en las noches.

Regálame una risa más,
la ultima,
para que sea dulce esta muerte,
para limpiar las telarañas
que se hicieron en mi boca.
Embalsámame todo con tu risa,
para no ir solo a mi suerte,
que esta historia no sepa a derrota.

miércoles, febrero 14

Se trata de gritar

Mira que lo planeé perfectamente: ir a la tienda más cercana y comprar una cajota de chocolates de esos que no te gustan, y luego, en el borde de mi locura, ir corriendo hasta tu ciudad para entregártelos yo mismo haciendo de mi presencia una sorpresa anunciada por mensaje de celular. Pero luego vino la cordura cuando platicamos. Aunque yo en secreto mantenía el plan de los chocolates, pero la entrega se había visto alterada en forma y modificada en esencia para ser enviada en un sobre de manila que llegará bien puntual, luego, pensando, deseché la idea al imaginarme a los pobres chocolates fruncidos, aplastados y enmarañados en el sobre amarillo, y la apuesta de mi amor y prueba de mi inevitable estado de ensueño, anulados por mal servicio de entrega. Así que mejor decidimos hacernos el amor (en otras palabras, hacernos los locos) el viernes, o el sábado, o el domingo, o toda la vida hasta que los sueños no puedan más, me parece mejor plan. Pero incluso hoy de mañana pensé en ganarte el saludo y otra vez perdí, ahí estaba, un te amo colgado del monitor, y lo que hice fue devolverlo empezando a lamentar no haberme amanecido a tu lado hoy, aunque eso nos pasa de una vida para acá entre semana, así nos pusieron en el tablero de ajedrez, así que será cuestión de aceptar que no seremos la parejita que se besuquea en el parque y caminan atolondrados empujados por un globo con forma de corazón. Pero ¡ahhh cuantos besos nos esperan al siguiente encuentro!, supongo no somos los únicos, supongo no soy el único que se amanece pensando en su amor. Ya hace tiempo que este día se vende para enamorarse. Pero eso nunca me pasaba a mí, era cuestión de vivirlo tal cual y aunque una tarde como aquella me pillará tomando cerveza y pensando ¿por qué yo no?, igual seguía la costumbre de no alterarme mis razones y tan solo, dejarle ese festejo a los demás. Mira que hoy hago lo mismo, no festejo porque me lo dice la tele, tú sabes, como fiel testigo de estas ganas, que llevo meses festejándole su más mínimo rayo al sol, sus cascadas de plata a la luna y por las mañanas, mando mis mejores sonrisas en un sobrecito virtual que llega hasta tus manos en forma de alguna canción. No hay más razón de sentirse festejado que serlo, en un día de amores, como todos, igual, ¿igualitito no?, pero con paletas cayendo del cielo y querubines rogando que les compres un dulce en la televisión, y en las revistas, y en el radio, y hasta en las esquinas donde alebrijes alados se colmen los ojos de miel, de promesas, de planes que para algunos no llegarán a ser. Creo que solo se trata de gritar, si todos los hiciéramos a la vez, para sabernos parte unos de otros, de los amigos que se han ido, de los que no se aparecen, de los que bailan, de los que de plano prefirieron otro cielo para mirar, acá seguimos, creo, en la misma calle por donde pasan los “maestros” que vienen a llamarnos cursis, las grandes mentes que vienen a vaciar su despecho en un jarrón, para irse, y enamorarse de sus propias glorias. Yo sigo alucinando sincero, que se salgan las letras que quieran, hoy no las voy a detener ni voy a pedirle a los ojos que no lean, que es de todos, el día sea nueve o catorce o cien mil, es día para volar.