viernes, febrero 28

Oooh lovely death…

Muy de mañana, salí a la calle a buscar poemas asesinados, y a trazar con gis azul su silueta; pero la sangre no siempre permite delinear como se debe, así que vine y me senté en la montaña a esperar que pasaras por aquí; segundos como días y minutos como eternidades vinieron, se posaron, se volvieron orugas y decidieron emigrar al sur, y en una larga fila dorada mis pensamientos se largaron a hacerse nudo a otro lado, yo me quedé viendo el día pasar y amortiguando mis ganas de hacer volar con pensamientos precarios acerca de vivir en el mar. Me quedo sin ti, me voy a vagar mientras la noche se traga a esta tarde marrón, nadie ha venido a asomarse a esta celda, quizá sea hora de cerrar los ojos y dejar de pensar en ti; si, claro, como si eso fuera fácil, aunque quizá logre dejar de esperarte muerte, quizá al menos logre desenmarañarme de estas ganas y pueda dormir sin despertar como cada día, un poquito más cerca de ti.

lunes, febrero 24

Como te echo de menos

…y fue entonces que divisamos nuestras almas rotas y quisimos pegarlas con pegamento, pero siempre había sido demasiado tarde, incluso antes de empezar a alardear de la eternidad del tiempo cuando se viste de rojo y sale a andar, sin camino fijo, sin atardeceres fijos, sin viento para desayunar. Y no, no me gusta empezar el día con el ala izquierda rota enyesada y dispar. Trataré de servirle un poco más a las aspirinas que luchan con los dolores y su obsesión por hacer bailes de máscaras en mi cerebro. Tengo un dolor que no se quita, y que no se puede operar, pero tampoco debe ser tan malo si nació de mi después de aquel sueño que he querido olvidar con tantos anhelos. A lo mejor es cierto, y un día, como dicen, descansaré de los gritos y los sudores y esconderse para recetarme éxtasis a la hora que los dragones no divisan bien el suelo, ni las flores, ni moribundos aferrados a escribir. Hoy la pluma amaneció boca arriba y jura que tuvo la misma pesadilla que el sombrero cuando acusaron de ladrona a la estrella fugaz, el cuaderno tomó nota y se rió lento aprendiendo a guardar el secreto del escarabajo, insistente, que se quedó dormido en una banca en el parque de las calles de césped y las casas de azúcar y algodón. Nosotros decidimos salir andando aquella tarde, no había rumbo pero tampoco regreso al quien sabe de amanecer con las costillas adoloridas, y la tos, y el asco de exprimir los ojos con los puños solo porque sí, porque así se queja uno menos y se dan cuenta más que es una vida normal, sin sentido, pero normal. No creas que no, trato de olvidarte cada mañana, riguroso rezo a tu imagen para saciarme de ella en una felicidad fingida, fingida nomás. Y metódicamente ando por las paredes, descalzo y vagabundo para quitarme la sed de imaginar tus besos, las ganas de tus besos. Ya tú lo has de saber, cuando despiertas y no estoy, y mañana, sencillamente no estaré ni cerca, ya no, si sabes que siempre has tenido razón, y los poemas acaban tosiendo polvo en los libreros y las arañas acaban tejiendo redes que agarran los pedacitos de amor desperdigados por la acera. Mira, mira las pinturas en la calle, como se arremolinan para caerle bien a la propaganda de tristeza que inunda hoy a la calle, al mes, a la montaña. No sé si te enteraste, el otro día, el periódico salió en las noticias y lo acusaron de ladrón, encabezaba la nota roja un cuchillo que asesino a tres sandías, y su dueño, vuelto loco, se comió su corazón. En los clasificados siguen tercas las nubes suicidas, buscando lluvia seria en edad de merecer, limpia y que no use drogas para llorar ni para mojar praderas, cosa que me parece por demás absurda, deshonesta, si al cabo, las praderas suelen ir a los bares en busca de tormentas borrachinas que les humedezcan el paladar. Allá a la vuelta, una princesa soltó sus manos, y camina sola, y sus alas se acurrucan en la ventana y sus letras quedaron libres para ir por la calle y sus ojos se pusieron en huelga de llorar. Total, el tendedero ya no aguanta sueños, se balancea como panza de elefante casi hasta el suelo y roza con la espalda adolorida el charco que se forma en la azotea, el charco donde nada mi cordura, desatada de manos solo por hoy, arrebatada de locura, solo por hoy. Así nomás, sin el plan de hacerlo, si vale la pena soñarse ataviado de guirnaldas y pintado de guerrero, y con el ardor en el pecho ir de espía a la guerra florida y amanecer repleto de altares y de dioses comilones que esperan su ofrenda en el primer escalón, exigentes, malos para dar propina, y asquerosamente atados a alguna leyenda arcaica que les impide irse de vuelta a algún pozo, a descansar. No es que no crea, es que no es Marte el naranja en la noche, impostor seguro, algún globo perdido o algún corazón enamorado que se elevó hasta allá. Suele pasar, sin duda, que la musiquita alienta a los sentidos y las manos se ponen secas y temblorosas nomás de pensar en tu voz y en tu boca formando una sonrisa, tiempo de cerrar los ojos y dejar de fajarme a la pared. Salimos en una pequeña balsa que parecía llevar los pantalones muy flojos y el escote muy abierto, pero no le miramos de más para evitar el problema, y no le miramos de más para que no se nos cayeran las estrellas que amenazaban con barrer el agua que nos llenaba y nos llevaba más allá, por el estrecho que se hacía eclipse y luego amanecía como si nada, sin resaca, sin destino fijo abríamos los ojos y a la vuelta de cada recodo de río otra vez las morsas bailarinas daban el espectáculo de medio día, y seguíamos y pensábamos hallar algún tesoro amarrado a la corriente, pero no hubo tesoro, no hubo más que los rasguños, los gritos, yo azotando la puerta y tú sentada igual de sola que hasta hoy, yo escribiéndote poemas y tú igual de transparente, yo llorando de amor y tú igual de atada que siempre, yo mojado de la cabeza a los pies y tú igual de dormida que siempre, yo asustado a morir y tú igual, dormida, imaginada, fugaz. Aquella mañana, todo fue distinto, ¿recuerdas?, yo había perdido la fe y tú habías perdido un beso, que se me quedó para siempre entre estas letras; luego echamos a andar por aquel camino que se dividía en dos, y fue entonces que divisamos nuestras almas rotas y quisimos pegarlas con pegamento, pero siempre había sido demasiado tarde, incluso antes de empezar a andar, ya era tarde para este hoy, y ya era tarde operarme esta cabeza y sanar, y ya era tarde para empezar de cero, y ya era tarde para soñar amar, ya era tarde para echar el tiempo atrás.

 y todo esto para decir como te echo de menos


jueves, febrero 20

Tiernamente triste

Demasiados textos sin sentido, sí, me doy cuenta de ello, de cómo me repito en mis laberintos, de cómo no me canso de mis absurdos y de cómo insisto en las ganas de conquistar cimas imposibles. Pero esto de no sentirte cerca, esta fragilidad de mis pasos, me vuelve un poco loco ¿sabes?, tiendo a platicar con cerillos apagados y de insinuármele a la mesa recitándole poemillas de amor, al cabo sé que no les entiende y sé que nunca me dirá que no. Esta tendencia de enamorarme de lo imposible me harta, me fastidia, pero me mata de realidad. Ella seguro amaneció queriéndolo más y recordándome menos, siempre me pasa, me descubro de mañana herido porque no viene, porque no me piensa, porque no me espera, porque va y se encuentra con su amor. Solito me mando al carajo y del carajo me regresan con etiqueta de ridículo. Escarabajo ridículo, cronopio sin suerte envidiando famas que le ganaron su lugar en algún avión al cariño, al que alguien te extrañe al menos, desde hoy seré ojo de hormiga, avestruz con la cabeza hundida en el planeta, me retiro de ser un chiste y un bufón con aires de juglar. Ya no tengo lugar ni en mis propias ganas. Esta fiesta no es para mi y este espejo está tan roto que mi imagen se ha perdido en mil escombros, en cien cachivaches desperdigados debajo de mi cama, en mis sueños rotos en una bolsa negra con destino a la salvación; este yo, se marcha al olvido de ser.

Hace tanto que te extraño, que siento que vuelvo a oír tu voz

martes, febrero 18

Lápiz

Tengo bajo la almohada, bien guardado, a un lápiz que quiso convertirse en beso. Se deprimió tanto cuando el tercer intento fallido, que comenzó a rayar paredes anunciando su inminente muerte, y yo escondí apresurado mil sacapuntas que se apuntaron gustosos al lapicidio; desde entonces lo guardo y lo miro rascarse triste la goma, sin explicarse por qué no puede borrarse el desamor.

viernes, febrero 14

Hoy amanecí humano, y solo te supe extrañar

Hoy quise tomarme un rato para extrañar un "buenos días" en las mañanas. Un "te quedaste dormido" en las noches. Tus lunares y las diferentes constelaciones que se formaban en tu rostro. Mis chistes que encajaban perfectamente con tu risa. Una mordida en tu oreja izquierda. Un zarpazo de ganas a tu corazón. Un beso violeta rasguñándome el cuello. Una caminata larga hacia tu casa. Una vuelta al mundo en ochenta suspiros. Una carta de amor desde tu voz caminando con apuro. Un intento de canción desafinado. Una risa tuya colgando viva de mi brazo. Tu boca robándose mi alma para siempre. Mi alma escapándose a tu boca por que sí. La paz cristalina de imaginarte dormida a mi lado. La guerra frenética de hallarte tan lejos de mi antojo.

Hoy quise tomarme un rato para extrañarme como fui el día que te dije que me gustabas por primera vez. Caí de una nube roja ataviado con mi uniforme de guerrero celestial, te miré hecha mar y quise ir a la batalla por ti, aunque sabía que iba a perder las alas, la fe, y el recuerdo de una diosa quedaría tatuado con lágrimas en mis mejillas, y aun así, supe que daría mi sangre y zarparía cursi hacia el horizonte de tu olvido; fue entonces que me confesaste que salías con él, y el sueño tan solo se partió en dos.

Hoy amanecí humano,
y solo te supe llorar,
solo te supe amar pequeña,
hoy amanecí humano, y solo te supe extrañar.



lunes, febrero 10

No lo creería

Hoy se murieron un par de textos, quisiera decir que en el cajón (sonaría más triste), pero no, ni siquiera llegaron a desparramarse de algún lápiz, de alguna pluma o del destello del toc-toc de estas teclas de computadora, simplemente murieron casi al momento de aparecerse en un brillo verdoso dentro de mi cabeza. No eran textos malos pero si inoportunos; uno era demasiado feliz y el otro casi del color de esta melancolía, así que preferí arrancarles las alas y verlos caer al vacío del olvido. A esta hora ya casi no recuerdo su cara, tenuemente pienso que aún van cayendo a la nada que soy y que se aferran a las paredes de las ideas para no desaparecer en la noche, pero ya es tarde, tengo un ojo en llamas y el otro ahogado en lágrimas sabor a mar. Quise despedirlos con la vieja tonada que me gusta silbar cuando no me doy cuenta que lo hago, el fiu-fiu-fiuuuuu retumbó en el cuarto y las paredes ni se inmutaron, dos textos se han ido y presagian el desmoronarse de mi piel empezando por allá adentro, me ahogo en mi fuego y no soy capaz de querer salvar lo poco que queda de la ilusión que fui, cambio de hoja, está lloviendo debajo de este foco y cascabeles suenan anunciando el final. Negro. Olvido. Yo.

domingo, febrero 9

Que meloso

A ratos pienso que...
...al fin y al cabo, no me sé conformar; amarte así es redundante; a veces ni yo lo creo, a veces casi estoy seguro de que me volví cuerdo otra vez; pero total, que me ames para tus adentros no reconforta tanto como debería (en teoría), que seas de hielo y yo arda con la imagen de tus lunares no resulta decoroso para mi dañada razón; tú guardándote tus ganas y yo dibujándolas a cada oportunidad es un juego que jamás podría permitirme (el bufón) ganarle a nadie; tú y él abrazados y bailando; ellas y yo jugando al calor de ratos; tú y yo en polos tan opuestos como un te amo y lo amo a él; un vértice bizarro entre un papel firmado, una foto de hastío y cien fotos dormidos, para recordar cada detalle tuyo. Así no gano. Sonríe escarabajo y disfruta tus ratos a solas con ella (imaginada) sobre el pasto; que resulta que resuelto el laberinto, allá adentro se ha quedado la misma duda, el mismo arranque de disgusto efímero, y la misma sonrisa de genteviva, para que el mundo siga creyendo que tienes corazón.

jueves, febrero 6

Corazón roto con buen final

Quizá fue demasiado tarde. Aquel torpe corazón estalló en mil pedazos escalera abajo, rodaba y era menos a cada grito que se le escapaba y a cada golpeteo con el barro viejo los brillos eran un poco más. La casa se alumbró toda cuando el corazón al fin dejó de ser de color rojo. Tintineaba entre un verde y un naranja que desconcertó por completo a las paredes cafés. Todos en la estancia voltearon al suelo buscando rastro del corazón, pero este era luz y aullaba a la Luna convertido en una esquirla de diamante en bruto. Salió por la ventana sin que nadie lo viera y se escabulló directo a la espalda de la noche. Fue recibido con fanfarrias y dio un concierto en aquel viejo mirador. Un corazón roto que pensó que quizá era demasiado tarde, pero cuando amaneció y se halló rojo de nuevo y ardiente otra vez, se puso un caramelo en la solapa y salió a caminar al ritmo de un eterno rock & roll.

martes, febrero 4

Recuerdo

Fue quizá el mejor recuerdo que pude tener, verla llenó de alegría y nostalgia, pensar en lo que pudo ser y no fue... espero que ahora sonrías mucho. Ya de camino a casa me crucé con el buen Ismael que me dejo una canción para acompañar la noche.

Me levanto temprano, moribundo.
Perezoso resucito, bienvenido al mundo
Con noticias asesinas me tomo el desayuno
Camino del trabajo, en el metro
Aburrido vigilo las caras de los viajeros
Compañeros en la rutina y en los bostezos
Y en el asiento de enfrente
Un rostro de repente
Claro ilumina el vagón
Esos gestos traen recuerdos
De otros paisajes, otros tiempos
En los que una suerte mejor me conoció
No me atrevo a decir nada, no estoy seguro
Aunque esos ojos, sin duda, son los suyos
Más cargados de nostalgia, quizás más oscuros
Pero creo que eres tú y estás casi igual
Tan hermosa como entonces, quizás más
Sigues pareciendo la chica más triste de la ciudad
Cuánto tiempo ha pasado desde los primeros errores
Del interrogante en tu mirada
La ciudad gritaba y maldecía nuestros nombres
Jóvenes promesas, no, no teníamos nada
Dejando en los portales los ecos de tus susurros
Buscando cualquier rincón sin luz
"Agárrate de mi mano, que tengo miedo del futuro"
Y detrás de cada huida estabas tú, estabas tú
En las noches vacías en que regreso
Solo y malherido, todavía me arrepiento
De haberte arrojado tan lejos de mi cuerpo
A ahora que te encuentro, veo que aún arde
La llama que encendiste. Nunca, nunca es tarde
Para nacer de nuevo, para amarte
Debo decirte algo antes de que te bajes
De este sucio vagón y quede muerto
Mirarte a los ojos, y tal vez recordarte
Que antes de rendirnos fuimos eternos
Me levanto decidido y me acerco a ti
Y algo en mi pecho se tensa, se rompe
"¿Cómo estás? Cuánto tiempo, ¿te acuerdas de mí?"
Y una sonrisa tímida responde
"Perdone, pero creo que se ha equivocado"
"Disculpe, señorita, me recuerda tanto
A una mujer que conocí hace ya algunos años"
Más viejo y más cansado vuelvo a mi asiento
Aburrido vigilo las caras de los viajeros
Compañeros en la rutina y en los bostezos,

Ismael Serrano - Recuerdo