Tengo bajo la almohada, bien guardado, a un lápiz que quiso convertirse en beso. Se deprimió tanto cuando el tercer intento fallido, que comenzó a rayar paredes anunciando su inminente muerte, y yo escondí apresurado mil sacapuntas que se apuntaron gustosos al lapicidio; desde entonces lo guardo y lo miro rascarse triste la goma, sin explicarse por qué no puede borrarse el desamor.
1 comentario:
Tiernamente triste
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