martes, enero 29

Como Lluvia de Verano

A través de la lluvia
Las calles habían sido el refugio menos sutil para aquella habladuría compuesta por cuentos de hadas, ahora se refugiaba debajo de aquellas hojas que holgazaneaban minutos antes de la llegada de la lluvia. Las calles tan grises como al final del tiempo, y la luna que jugueteaba por las azoteas de la ciudad encharcando con su plata los pies descalzos de los amores que se atrevían a besarse en los portales, en las escaleras, en las despedidas, en las tardes de sentir esos labios por un instante más antes de emprender el viaje hacia el final del arcoiris.
 

Lluvias en la puerta 
Vacía la espalda desnuda soporta lluvias anunciadas que se asoman a la ventana como buscando calor de hogar, pero ni la intención tengo de asomarme y dejarles ver que no tengo los ojos tristes esta tarde, es inútil que se detengan, así que siguen calle abajo, se enciman todas en el bosque y llenan de noche la luz, vienen a venderse las lluvias. Astutas lluvias, queriendo mojarlo todo, tocan a la puerta, se mueren de risa, y se van.

Mira... 
...que espero, con las nubes en los ojos, verte llegar con la luz,
...que llueve, en mis ojos y por mi espalda, anhelante lluvia de extrañar,
...que se fueron de parranda mis manos, con el cielo, confabulados para secuestrarte amor.

sábado, enero 26

Nubes

Tantas nubes espiando. Santísimas nubes machacando el cielo con sus pies deshuarachados y ardientes, caminantes, danzantes, delirantes, humeantes, amantes, locas las jodidas nubes. Y yo mirándolas de lado, de reojo como malmirando, no vaya a ser que se den cuenta y se volteen pa’cá, así me la paso mientras ellas siguen intercalando sus sombras con la luz que le roban al sol, para tragársela y rodarla por su garganta con un mal vino, añejado de histeria, desprovisto de toda razón como yo, que les miro, intrigado en mi desasosiego mientras le pido prestado un rayito para sesgarme el alma de un solo golpe, suicida, hago malabares con la vida hasta que los dedos recuerdan el contorno de su figura. Ahora caigo, destinado a serle infiel a la luna, soy un rayo en su luz, la mirada es ella, la impaciencia, la bolsita de miedos crispada de plata que se ha mochado las piernas para no correr del atardecer nunca más, y el que cae soy yo, y a la que dejo caer es ella, bolsa funesta, turrón olvidado de indecisiones y desvelos por cicatrices de cal. Hasta ahora todo bien, dicen los letreros, hay que disminuir la marcha, arrecia el fuego, y no hay hadas que le apaguen con los ojos antes de irnos a dormir. ¿Jugamos a los duendes amor? El corazón se me ha llenado de droga, mártir, impaciente, deslavado de ayeres, quiere ser pintado por ti y parecerse a un cuadro de Dalí donde el tiempo no pase, jardín de jarrones y flores, Van Gogh aluzándonos con una paleta de espejos, y nos vamos, si te parece, al campo de mares a vagabundear, a ser nosotros y cosecharnos un millón de orgasmos para cuando venga la sequía de cielos, si es que la hay, aunque digan lo contrario los ojos, y las cartas, echadas a la mesa, como postre para Dios, mirón, cabrón, juguetón. Tantas nubes espiando esta historia, carentes de piedras para lanzárselas al ombligo, desangrarse de oídos que trepen bardas amarillas de mentiras, miedos, y uno que otro pedazo de plastilina, con la forma amasada de un corazón.


a los miedos, que no olvidan,
ni siquiera cuando decido no mirarles,
ni siquiera cuando los miro para verlos caer...

martes, enero 22

Instante de no morir

Queda una especie de costra, áspera pero blandita, correosa como luna en celo, que insiste en dar comezón, cuando ella se va. Y uno, siempre al amparo de los más tristes poemas, busca en los más inhóspitos recovecos de la recámara algún trozo de sueño que todavía huela a paz, que tenga poco color tristeza y sea tan solo un granito de cielo donde poderse esconder. Así que ahí vamos todos, asomando a las ventanas cuando hay lluvia, contando los rayos, delineando con los dedos las nubes valientes que se mantienen antes de la tormenta, con cierta esperanza de quedarnos dormidos y soñarnos flotando hacia allá, lejos de esto que empieza a oler a soledad. Las almohadas son siempre sujeto de amplias cruzadas por hallar algún leve aroma de ella, allí debajo, te sorprendes oliendo con los ojos cerrados algún dejo de razón que te enchine la piel, en su ausencia, en ese espacio que ocuparan tus ganas ayer y que hoy se te ha perdido debajo de la razón. Lo que queda es casi siempre la locura vuelta loca, atosigando a la paz moribunda que no halla donde esconderse, y a tu espalda, vacía de besos, le rezas con ganas de dormir, de despegarte la costra y rasguñarte los ojos buscando una imagen que te sepa al ayer, a lenguas y ríos corriendo por entre las piernas de dos, de anoche, de ayer.

viernes, enero 18

Instante


Es que me siento con la capacidad de reconocer que me falta tu sonrisa. Pero no es una de esas faltas (o ausencias) cursis (o simpáticas) donde alcabo de algunos segundos (siglos) la resulta que trae el tiempo de regreso es tan solo extrañar, asentir con la cabeza, sonreírme al espejo y tratar de conciliar el sueño. Esta es una falta física, real, tangible y que hasta por momentos, me duele, me da comezón, me causa desvaríos de conciencia que me llevan a extraviar instantes en una mezcla de sinrazón y olvido, así, nada más, un parpadeo y me he marchitado al instante, no me moja tu voz, ni me inundan tus manos, ni tu boca me habla al oído diciéndome pedacitos de amor. Es noche y me he venido alejando a cuatro ruedas de ti, ni tan veloz, debes saberlo, como que no quería y por momentos me daba por mirar atrás y regresar, pero el miedo a que la noche me cayera encima y me dejara convertido en estatua de sal fue más, a medio camino decidí no volver, tener la paciencia y rogarle a estos labios que soporten el peso de saberse sin ti. Es que si, en verdad, me siento con la urgencia de estirar las manos y robarte hasta acá, para soñarnos, sin que hagan falta letras de por medio, total, lo más fácil será dibujarnos el camino y borrar el dolor de esta ausencia con alguna máquina que nos lleve al futuro, alcabo el cielo a veces da volteretas que deja nubes por donde una puede pasar, escabullirse, y componerse los instantes donde nada acierta a resolver el rompecabezas en que nos convertimos cuando lejos, cuando solos, cuando noche, cuando extrañamos, cuando solo pensamos en volvernos a ver.

domingo, enero 13

Inconcluso...

traigo la nostalgia a flor de piel, lágrimas cojas y espalda adolorida con un trabajo que dicen que no cansa, débil sujeto, moriría si hiciera algo más, con todo y eso, me duele la espalda, los pies, y los ojos tan rojos de tanto mirar, arden, y siguen tercos en mirar y mirar. Wish you were here.

... noche triste, de repente no se si la luna me sigue solo por seguirme, aunque se que no estoy solo, lo siento, pero aún así me trastorna el buenas noches a la pared, el te quiero al vaso de agua, y el abrazo apagado al espacio que dejó a mi lado, como sea, la extraño, y se que no puedo seguir viviendo así, ¿las opciones? dejar de extrañarla, o seguir escribiendo poesías de cuando alguna vez fui muy feliz...

Aún puedo sentir tu voz al otro lado de la línea, aún tiemblo de miedo por oírle decir otra vez que ya no me quiere, y que el nuevo amor que lleva en el bolsillo es un poco mejor que yo, aunque quizá eso sea demasiado fácil, lo extraño sería que no lo fuera.

Me he sentido la viva imagen de mi propio pasado, creo que robé el alma de algún vagabundo una de estas noches que al día siguiente siempre olvido, creo que en una de estas fiestas etéreas perdí otra vez la inocencia en la gente, perdí el lente de lo bonito y se cayó del pedestal la felicidad, será que eso, será que los estuches si importan, o será que los perfumes finalmente huelen mejor que la melancolía.

Ayer me encontré en un libro el pretexto ideal para olvidarla, pero se me acabó en la mañana y empecé otra vez la lista de lo que no puedo dejar atrás, aún las ideas no me alcanzan para jalarme el cabello que tengo y dejar de pensar en las mil razones perfectas para ponerte triste otra vez, y el tonto vaso de azul se me queda viendo y piensa: aquí vamos otra vez, al mundo de amores perdidos y relatos de los recuerdos que se mueven sin cesar.

No me dado cuenta de los pedazos de inventiva diaria que se me caen, no me he dado cuenta de las garras que me han hecho los sueños desde la otra mañana que no desperté en mi cama, en la que llamo cama aunque otros le llamen soledad; ni quise ponerme a pensar más sucesos de cantina para no ponerme a balbucear sandeces después de todo escribir parecía un buen indicio de locura, se que debía ocultarlo, pero ayer ya no supe donde meterme cuando la extrañé tanto, y quise emborracharme de mis trilladas hojas, de mis no lo sé y de mis ya no importa, para acabar así, prendido del recuerdo otra vez.

El menú de la otra noche me pareció una buena idea para empezar, el sonido de la tarde que ya se aparecía otra vez me llenó de ausencia, me llenó de nada y me vació de todo lo que ya no quería siquiera nombrar, sentí que a locura verde se apachurraba contra el techo luego de atraparla, sentí que las sombras dejaban de hacerse el amor y que los muchedumbres de los mercados estaban dispuestas a firmar la paz, acabar los gritos, dejarme pasar y comprar tan solo lo que dictaba la listita de la bolsa de atrás de su pantalón.

Supongo que no sería coherente enviarle esto a la persona del otro día, supongo que debo acostumbrarme a estas cuatro paredes, y supongo que debo acostumbrarme a olvidar las reglas de mi mundo perfecto, caminar entre lo prohibido y no olvidar que se me ha prohibido perder el orden de las ideas como pretendo hacer en este escrito hoy que tengo tanto frío.

Lo dejaré así sin terminar por que así creo que pasaré la noche, o al menos lo que resta de ella en esta mañana, o tarde, no lo sé, o no importa, o quizá no importe, después de todo esta es una noche triste…

lunes, enero 7

Demasiadas cosas que Escribir...

Y sin embargo, nada se me ocurre ahora. Aunque en realidad traigo atascadas mil ideas en la cabeza, algunos dolores de cabeza que me causan picazón y un par de tristezas que me siguen dando tos. Tengo mucho que contar y por alguna extraña razón acabo contándome todo a mi mismo una y otra vez, lo sueño, lo releo cuando voy caminando y lo tacho con nubes cuando estoy sentado frente a la tele tomando un mate de anís. Son demasiadas letras, las mismas que siento atoradas en la garganta, que me duele, desde hace años, imagino por todas las cosas que me quedo sin decir, sin gritar, sin cantar. Tengo un espejo tan delgado que ya se refleja a si mismo y deja ver un poco la pared, a veces me miro de reojo y sigo sin reconocerme, me pasa desde que estaba en el jardin, cuando llegué a las clases eran de mañana y el uniforme azul, y yo no me reconocía entre las caras de amigos de medio año y extraño por los meses que siguen (ese mismito era yo), así que así, sin reconocerme, recorría las idas y venidas a la misma calle en la que hoy, veintitantos años después, hago como que vivo y sobrellevo mi propia extrañeza de seguir andando por la misma calle con la misma incertidumbre de no saber a donde voy. Hay sabores que he querido venir a escribir en esta bitácora pero se me han escapado de la boca, los tuve en la lengua y juro que lo primero que pensé fue en venir y platicar de ellos, sabores de tus piernas, el sabor de tu boca, sabor de tu espalda, sabores a noches, y sobre todo, el extraño sabor al destiempo cuando la luna se asoma a mi ventana, y yo, drogado de sueños, duermo cara a la pared que da a no sé donde imaginando quien sabe qué. Llevo tres días sin trabajar y debo decir que adoro la no rutina de vivir desesperado por hacer algo, lo que sea, pero no tener que soportarme con la música inflándome los oídos y la luz tapándome los ojos para olvidar cualquier malestar, así que me subo a la alfombra mágica que le robé al señor de la basura y me largo, asustado por que el celular vibre y traiga voces que me desvíen de mi propia razón, aunque casi nunca sucede, por que el camino en alfombra es más suave y suele acabar cuando se abren los ojos, sencillamente, uno cae a donde sigue el cuerpo vacilando entre ideas de manos que se desprenden del odio de escribir y se largan a formar partidos políticos para poner al mundo en huelga de placer, lo cual, muy regularmente, acaba en un chasquido de narices que me despierta, para ir por un vaso de agua y volver a quitarme el pantalón para ponerme un traje de "mevaletodo", hora de cerrar los ojos, otra vez. Demasiadas cosas que escribir, y nada se me ocurre ahora, justo hoy que me duele tanto el pecho, mañana, si amanezco menos disperso que hoy, vengo y dibujo lo que han sido estos días de no trabajar, de recordar, de andar despacio, y de llorar deprisa.

jueves, enero 3

Sueñoss

Después de algunos días tomando con amigos e inevitablemente buscándote en esos momentos de "ebriedad" en recuerdos...
Yo entiendo, aún en todo lo nebuloso que se vuelve el pensamiento siendo tan cursi, que la distancia entre nosotros es una de esas situaciones terribles casi casi de novela que se sortean tan fácil dejando caer un beso, o mil. ¿Qué me dices de mis labios por tu piel?, son las cosas que atino a hacer cuando te siento desnuda a mi lado, y nada más, como escribirte, ahora, de mis ganas, eso ya lo sabes amor... solo extraño sentirte, un poco como antes, sin prisa, sin distancia, cualquier tarde de estas aunque nos separen un teclado y una pantalla, se vale rasguñarse entre tanta luz, ansiar un mordisco por tu cuello, desdoblarme y volar hasta donde estés, aún en el más extraño (e imposible) de mis sueños.
Aún sigo hablándote a cada momento de mis días, imaginando las conversaciones y respuestas, es precisamente en esos momentos donde cojo mi grabadora para lograr que entiendas que aún te extraño y que inevitablemente por más que yo quisiera, no puedo dejar de hacerlo y espero que tú tampoco, lamentablemente ahora con resaca y mañana quien sabe...