sábado, enero 26

Nubes

Tantas nubes espiando. Santísimas nubes machacando el cielo con sus pies deshuarachados y ardientes, caminantes, danzantes, delirantes, humeantes, amantes, locas las jodidas nubes. Y yo mirándolas de lado, de reojo como malmirando, no vaya a ser que se den cuenta y se volteen pa’cá, así me la paso mientras ellas siguen intercalando sus sombras con la luz que le roban al sol, para tragársela y rodarla por su garganta con un mal vino, añejado de histeria, desprovisto de toda razón como yo, que les miro, intrigado en mi desasosiego mientras le pido prestado un rayito para sesgarme el alma de un solo golpe, suicida, hago malabares con la vida hasta que los dedos recuerdan el contorno de su figura. Ahora caigo, destinado a serle infiel a la luna, soy un rayo en su luz, la mirada es ella, la impaciencia, la bolsita de miedos crispada de plata que se ha mochado las piernas para no correr del atardecer nunca más, y el que cae soy yo, y a la que dejo caer es ella, bolsa funesta, turrón olvidado de indecisiones y desvelos por cicatrices de cal. Hasta ahora todo bien, dicen los letreros, hay que disminuir la marcha, arrecia el fuego, y no hay hadas que le apaguen con los ojos antes de irnos a dormir. ¿Jugamos a los duendes amor? El corazón se me ha llenado de droga, mártir, impaciente, deslavado de ayeres, quiere ser pintado por ti y parecerse a un cuadro de Dalí donde el tiempo no pase, jardín de jarrones y flores, Van Gogh aluzándonos con una paleta de espejos, y nos vamos, si te parece, al campo de mares a vagabundear, a ser nosotros y cosecharnos un millón de orgasmos para cuando venga la sequía de cielos, si es que la hay, aunque digan lo contrario los ojos, y las cartas, echadas a la mesa, como postre para Dios, mirón, cabrón, juguetón. Tantas nubes espiando esta historia, carentes de piedras para lanzárselas al ombligo, desangrarse de oídos que trepen bardas amarillas de mentiras, miedos, y uno que otro pedazo de plastilina, con la forma amasada de un corazón.


a los miedos, que no olvidan,
ni siquiera cuando decido no mirarles,
ni siquiera cuando los miro para verlos caer...

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