miércoles, junio 3

La distancia

La distancia es aquella daga que se encaja en el alma cuando es de noche. A veces simula ser una lámpara fluorescente que se tiñe de rojo y se enoja con la pared, de tanto mirarla. La distancia es aquella nube que llueve poco, y lo hace cuando uno no quiere nadar. Es un relámpago en un diván consultando al meteorólogo para subsistir, y de tanto en tanto, alumbrar la ciudad con su cruel mal vestir. La distancia es el filo que no corta, pero hiere los ojos cuando uno asoma por el ojo virtual en la ventana, tan solo para verse morir igual que todos los días cuando ya no se atina construir galletas que soporten la gravedad y no mueran de tristeza en algún plato de cristal. La distancia son las últimas lágrimas que se mueren en la almohada. La distancia es la almohada, que se muere sin lágrimas donde alguna vez soñó.


me he hecho el firme propósito de tomar distancia, anteponer un montón de razones para irme ya alejando y decir adiós sin palabras, 
que siempre es el adiós más difícil, el más artero.

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