miércoles, junio 24

Pequeña Rosmery

Mientras peleas por liberar el mundo de los sueños sin fe, la cafetera explota en hordas de sabor que planean escurrírsenos despacio por la boca, llenarnos de vida y sueño diurno para de noche, estar alertas a la lluvia de lunas que amenaza con mojarnos hoy. Mientras te empeñas en la cruzada inútil por curar de tristeza a las montañas, la bicicleta abandonada le cuenta el rincón los secretos más íntimos de la habitación, las deshoras sin poder dormir, las cervezas sin música, y las risas sin eco ni remordimiento de conciencia bajo aquel colchón de cielo. Mientras deliras por las ansias locas de llenar de tus pasos al mar, la playa se retira ingenua a la tarea prodigiosa de ser balas contra la locura que nos acecha queriendo adueñarse de nuestra humanidad. El trigo de las manos resbala y los campos se vacían de luz, se llenan de sol rojo, de la tarde que herida se marcha por el mismo camino y el trovador que de su mano alimentaba la saliva del viento, decide abandonar la guerra, tirar versos de los árboles y hacer una lista de todas sus formas de decir adiós, de cerrar los ojos y olvidar. Mientras batallas contra mil dragones uno se pregunta quien imagina a quien. Un hada de pelo negro y largo, vestido azul que contempla sus alas como quien quiere descifrar el poder de los sueños aferrados a su cintura, y nada, un cuento vacío, un cuento imaginado, muchas letras en espera de ojos que no les hallen sentido y se revuelquen de placer. Aunque allá debajo de mis manos, exploten los recuerdos y las pastillas tengan el mismo efecto que quisieron tener ayer cuando llegaron a pedir asilo. Pastillas. Ideas. Sueño. Llover. Calmar. Olvidar. Ser.

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