jueves, octubre 18

Espasmo

Ser un espasmo, desaparecer al momento que nazco, esfumarme como una palabra en el viento, en distancia y ya no ser, ya no estar aquí para seguirte extrañando, eso le pedí al espejo otra vez.

Esperar en una nube, ser lluvia y caer sin que me duela, caminar levemente por el campo sin darme cuenta que ahí estoy, no tener siquiera apreciación de lo que vea, ser ciego del alma y sordo del espíritu, para no llorar por tu piel de ángel que se me fue, para no voltear tu foto y pretender que tan solo nos enojamos por 5 minutos, como antes, y que antes de dormir me abrazarás tiernamente por la espalda.

Ser mi mano limpiando mi frente, ser un trapo o un retazo en la máquina de coser de mi madre, dormir despacio y sin prisa de despertar antes que nadie, antes que tú, ser el sudor que se me escurre sin sentir mis temblores, sin sentir que debajo hay un muerto que te escribe, y se sienta despacio para no desmoronarse hoy.

Encontrar debajo de mi sonrisa el verdadero rostro que te extraña, ser la voz en mi interior que intenta dibujarte en el olvido, que te pinta de gris para confundirte con los recuerdos que se me han escondido, con los suspiros que te guardo para sellar estas cartas etéreas, con los ojos de mi almohada, con la música que se muere, con los poemas que me abandonan y se van en voces de otros, en voces de tu fantasma que ayer pasó por aquí, y me recordó tu caminar y mi escandalosa manera de ya no ser yo.

Ser un espasmo en tu vientre, desvanecerme en un suspiro al mismo momento de dar el último paso de mi vida, ser la luz del libro que se pudre en el librero, lleno de amores viejos y rastreros, lleno del cadáver aquel que todavía piensa en ti, del niño en la esquina del barrio que soñaba con tu leyenda, de las manos que ayer te escribieron esto, y que mañana se eleven al viento, desnudas, recorriendo tu piel, soñando, vacilando, escribiendo.

Ser el mar en que lloverá la luna y ser espasmo de cielo, cielo rojo que apasionado vierta al mundo su luz, sol inclemente que mate ogros en el bosque y convierta a orugas en viejas y olvidadas estatuas de sal. Ser destino inútil y desesperado de pasiones, estrofas cansadas y viejas trovas de caballeros sin armadura y sin dragones que matar.

Ser el agua que nace en ti,
ser la parte olvidada de las lágrimas del viejo alebrije azul,
de los viejos dioses perdidos entre rocas y forestas.

Ser la muerte que me lleve,
que me suelte de sus alas y me deje caer,
sin suerte,
y caer despacio,
como luna que llueve, en ti.

(Para Gaviria)

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