domingo, abril 12

Aqueous Transmission

Judas miró de reojo su par de ases y torció un poco la sonrisa, a su derecha, Gabriel sintió otra vez la punzada de la tardía muela del juicio debajo del cachete izquierdo, recordó la cajita de aspirinas que escondía bajo las alas pero luego, retomando la cordura, pensó que aquel movimiento podría interpretarse mal en una partida de póker, por demás, crítica y absolutamente tan seria como la de aquella noche. Judas quiso soltar un suspiro de emoción cuando la siguiente carta que destapó fue un tercer as, pero enseguida atisbó a su izquierda el sudor en la frente de Jesús, que con los pies descalzos y las uñas llenas de tierra, empezaba a denotar cierta ausencia del juego mientras la posibilidad de perder se hacía más grande. Un minuto antes, el hijo de Dios había decidido arriesgarlo todo, apretó sus cartas y arremetió apostando su resto (y algo más) pese a la dura mirada de papá, que le miraba fuerte desde el mismísimo final de la escalera al cielo y que dejó ver una nubecilla negra por encima de su cabeza cuando en toda su gloria y omnipotencia entendió que se los había llevado al carajo. Judas miró enfrente a su compañero y se levantó de la mesa, el juego estaba ganado y las cartas ganadoras se convertían en ceniza mientras Luzbel se tiraba al suelo y brincoteaba por la habitación.

El Papa se sentó en la mesa del balcón, en el mismo jardín de siempre, la fuente y sus alegres gotitas brillando en la mañana y el cielo tan azul como ayer. El mensajero dejó el papel a un lado de las frutas partidas para el Pontífice, que lo miró extrañado y lo abrió, intrigado por el sello celestial que rodeaba los bordes del sobre blancuzco. Leyó tan solo para si y los guardias pudieron ver el cambio de color en sus ojos cuando entendió las letras rojas del comunicado oficial:


A quien corresponda,

A esta hora mañana estaré retomando el control sobre sus insignificantes existencias. Favor de verificar correspondencia en su oficina para llevar a cabo el cambio de administración en las mejores circunstancias, los notarios, cardenales y políticos necesarios ya han sido avisados y todos los testigos requeridos para las firmas y retratos han sido convocados a la brevedad. La entrega de poderes en esta otra entidad ya ha sido otorgada y todos los acuerdos han sido legalmente autorizados en mi nueva investidura de creador y dador de vida (o muerte, o lo que sea, ¡bah!).

Hasta pronto y que la oscuridad de mí, su nuevo señor, esté con ustedes.


Atte.

Luzbel, Satán, el Diablo, et al.
Su muy muy señor. 

P.D. Ah, y vayan limpiando un estante para los calzones de mi marido y mis quince esposas, ellos llegan hoy.


1 comentario:

Petronila dijo...

Si la artillería pesada no le sirvió a la luna, mucho menos a una estrellita más, verdad?

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