jueves, abril 16

Diurno breve

Ya te veo, cuando vienes y descalza te paseas por mi cuarto. Yo sigo dormido con los ojos abiertos, descansando la espalda y contemplando la nada encima de mí. Las torpes ideas arremeten pinchando al sol de recuerdos, y gotea despacio en mi frente y le escurre a mis ojos algo parecido a tu imagen, aleteando en la ventana pero sin entrar, sin esperar respuesta, y miras los libros, las ganas, pero te vas de regreso a tu mar. Poseidón sonríe airoso, su sirena regresa cuando él, y su aire hastiado, le llena de corales la cuna donde debe reposar para toda la eternidad. Despojarse ganas y sueños, desvestirse de ilusiones y risas, de amor, de besos en los pies y de la soledad de ser libre. Yo te veo cuando pasas despacito por mi playa, apenas dejas huellas en la arena, rodeas los arrecifes de mi poca luz y te desvaneces cuando llega la hora de contarte algún sueño. Y así, pequeña, esquirla de olas eternas, te paseas otra vez por esta tierra encantada, siempre, para irte otra vez al cuadernito de donde alguna vez te saqué.

Será la memoria de las manos, de los pies, la que nunca olvida. Serán los besos, tu cabello, la fe, la que se empeña en soñar(te) otra vez.

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