domingo, mayo 19

Recuerda Memoria (parte 1 de 3)

Razones exactas para tener este "Recuerda Memoria" no tengo, no, creo que no, más bien la necesidad, a veces pasmosa, de que la gente sepa que sigo vivo (por dentro), y la extraña urgencia de releerle y reconocerme en mis propios errores, mis propias latitudes extrañas, mis pensamientos hundidos al dolor, a la nada, a la huida diaria de mí mismo miedo de convertirme en alguna especie de óleo hecho a pincel de absurdo. Paso segundos eternos masticando mis pensamientos, triturando con los dientes la espera de un beso, que aún no llega, como algunos de ustedes deben saber, el amor se me está alejando, quizá no tanto se haya querido ir, sin embargo, sus temores se encargaron de matarlo y de recordarle a mis ojos aquella vieja canción que tanto coreaba y que nunca creí llegar a entender que un color llegara a significar tanto como para partir una vida en dos (i saw red…); luego me siento en el borde de la ventana a esperar a uno que otro ser imaginario, a épocas recientes, pasan para comprobar que mi imaginación sigue intacta, y quizá si, sigue plena, pero cada día se tuerce más y se inventa cuentos trágicos aún más absurdos que aquel de la piedra gris con las alas embarradas en la piel. 

Estoy obsesionado con los principios de películas, o finales, no sé, en estos días, me declaro incapaz de ver una película completa o de sostener una conversación sin sarcasmo, suelo comparar todo con canciones y ponerle nombre distinto a cada uno de los libros en el librero, mis letras las quemo y a veces olvido mis ganas en el autobus de camino al trabajo, cuando llego de donde no fui, simplemente me encierro otra vez en esta música que se repite y ya no sabe asustar, demasiadas canciones y demasiado baile para nadie, al menos, ya de noche, me duele la espalda como si hubiera dormido en mala posición, me quedo con eso, y me trago el ensueño de esta ansia, del callo del desamor que me asemeja un grito colgándome por la espalda. A veces hasta los rasguños se empeñan en abrirse y deja entrar el sudor que no arde, da cosquillas y se vuelve sueño lúcido que me atraganta y me sofoca y me pide mi renuncia a cada sentir de los dedos de mis pies. 

(continuará...)

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