La imaginé corriendo cuando
sonó aquel ruido en la sala, y después, sonriendo, cuando escuchaba el timbre
de mi voz. La imaginé tanto como aquellos sueños que tiene uno de niño, en
medio de un bosque y de pronto, en colores vivos, un hada que se asoma a través
de aquellos tonos verdes, descalza y siempre viva, y yo, con el teléfono aún en
la mano, nada más atinando a decir: hola, bonita. Cómo has estado..
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