lunes, septiembre 9

Aún te recuerdo

Este dolorcillo,
en la panza,
quisiera que acabara de explotarme,
quisiera que me matara de una vez.

Hay días así, desde que te levantas, recuerdas el aroma de una noche… suspiras… bajas el pie derecho y recuerdas sus labios…. y suspiras… te pones los zapatos negros y recuerdas sus pies, su cuerpo de ángel con la risa que te hacía temblar…. suspiras… te pones la camisa porque ya se hace tarde, pero piensas en su cabello largo y negro… echas la espalda atrás y le das otro minuto al pensamiento aquel… suspiras… y al fin te pones de pie, hay que ponerse el pantalón, y de reojo miras su espalda y sus lunares, e imaginas esa sensación de su beso tibio que no te dejo dormir… recuerdas la sensación de medio segundo en que la somnolencia se esfumó y aunque querías voltear y regresar los besos, con ganas de dejar que aquel beso durara más, hasta donde quisiera antes de volver y enredarla con tus brazos… suspiras… ya te vestiste y te miras al espejo, solo, con tu nuevo corte de cabello, y pensando en cómo se veía aquella vez en el cine, su risa primera, sus ojos vistos por primera vez, el primer beso que nadie sabe quién lo dio… suspiras y piensas que ahí ya estabas enamorado, darías la vida por ese momento otra vez, por vivir otra vez los meses que se van volando… andas al trabajo y prendes la música, y suenan voces que te unieron a su perfume bajo el cielo de un sol quemante... suspiras... por que el cielo se ve igual hoy, pero sin la sombra de ella al lado, diminuta, leve y perfecta dibujando su cintura en aquella banca de aquella plaza en donde nos gustaba conversar, en su andar sencillo y los labios rojos porque si, por que esperaban que los volvieras a besar… otro suspiro mientras una punzada te ataca el lado izquierdo del abdomen… el ombligo se ríe y las piernas piden a gritos un recuerdo también para ellas… claro... suspiras… y piensas en todas las caminatas que tuvimos juntos, riéndonos y cantando canciones desafinadas… el temblor y la emoción de ser besado por una diosa que huyó del mar… el suspiro que sigue se acompaña de los ojos cerrados… se detiene el tiempo, el mundo deja de girar y te elevas al momento aquel cuando la conociste por primera vez, cuando la viste bailar y la luz del local la hacía ver más hermosa… un suspiro interrumpe la imagen… el dolor en el estómago dice que despiertes… el recuerdo flota sin vacilar encima de todo el resto, y te abrazas al vacío en medio camino, buscas su olor, sus besos bajo la luz roja del semáforo, y te quedas parado y vacilante, suspirante y frenético, en pausa, en víspera de un suspiro más que te regrese en el tiempo, e hincado, retomes los segundos antes de olvidarlo todo y seguir adelante.


Este dolorcillo,
en la panza,
quisiera que acabara de explotarme,
quisiera que explotara en forma de tu boca,
quisiera que explotara para siempre este corazón.

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