martes, diciembre 31

La Ultima y Nos Vamos...

Diez y treinta marcaba el reloj, la pared se adornaba de rojo y se perfumaba en telarañas que con sus hilos de oro formaban figuras dignas del jardín de los dioses húmedos que se esconden bajo las caricias de la lluvia; nueve veces se sacudió la tierra cuando la tos de los relámpagos la despertó del sueño de ser cometa, las colinas estaban agrietadas y los soles del planeta se acurrucaban en sus nubes de algodón; ocho discos comilones llegaron tarde anunciando calzones con una mona de color, dieron vueltas en el piso de vainilla y le dijeron loca a la mantis religiosa que sacaba fotos con un sorbete color sillón; siete arañas patonas que tocaban la flauta se aparecieron en la cueva del ratón, con sus villancicos despertando al grillo y asustando fuerte al queso, con su música que se elevaba colgada de las alas de los relojes que se habían caído de la pared recién pintada ahora de azul; seis pisadas en la alfombra que da a la chimenea anunciaban la llegada del gato feo y sus botas verdes con adornos hechos por el pedacito de canción, con los bigotes quemados y las garras limadas y limones alineados para dar la bienvenida a los poetas de las doce de la noche; cinco segundos más dijo el pavo y estaría listo para empezar a bailar, con sus plumas de colores y la mesa puesta para comer cuentitos adobados, se preparaban las neuronas y los cronopios que venían de lejos a cenar, un fama que se coló gritaba borracho de tanta leche: ¡vaya fiesta si señor!; cuatro abrazos de la rana a su escalera y susto tremendo cuando una media se resbaló, el mago lanzó dragones y cisnes y lunes de color, los vampiros vegetarianos llegaron ya con dientes afilados y listos para ensayar el pasito que el hombre lobo salsero se empeñaba tanto en enseñar; tres cucarachas paradas de manos llevaron las charolas y los dulces para empezar, a tirones la piñata se puso en pie y el palo de escoba se rascaba las barbas preguntando al piratita de cartón por que diablos se comía a besos a la bruja, que no se había sorprendido previo aviso del gandallón; dos toquidos en la puerta pusieron en alerta a los sueños vigilantes, un coche rojo como el vino y otro color melón, se asomaron unas hadas y unos duendes y por supuesto el minuto atrasado que les diera el aventón; uno siempre se pregunta: ¿a qué tanta elaboración?, es que acaso nadie entiende que aquí todos hechos se hacen bola, aquí todos risa y risa y rascando comezón, aquí dentro en esta caja todos vamos bien vestidos, y aquí dentro amasando espirales y apretujando trozos de nube con imágenes dispersas de un camaleón enojón, cero olor a tierra mojada, cochinillas aceleradas para darse un chapuzón, ¡alguien que traiga el cuchillo! gritó la luna en su camisón, y entonces todos juntos la agarraron, la amarraron, la mocharon en mil brillos, y dio comienzo la celebración.

Feliz año a todos los que han venido a embarrarse con mis letras, y embarrados nos lanzamos a otros 365 días de colores, subidas, bajadas y vueltas en sentido contrario. Vamos juntos pues.

sábado, diciembre 21

Posdata

Si acaso quisieras quedarte, nada pasaría. Una fuga de besos constante, un violín afinado en mi risa, los rosales que soñé plantarte, la vida, al fin la vida… Si quisieras quedarte seguiría gritando en la calle ¡hoy ha sido mía! sin ser de nadie. Provocaría tu risa para así poder respirar. Dudo sin ti de la luna, de toda poesía, del paso del tiempo, el tiempo es mentira, se para en la noche a mirarte, yo lo vi vida mía. No me escuches, no te rindas. Elige un lugar en el mundo y yo te llevo de la mano. Sin la tuya solo es hueso, carne, duda, que rebusca entre tus fotos, que te escribe ya es verano, y te desviste infinita. No te salves, no hagas caso. Si pudiera escribir el final de mi vida, estarías viejita a mi lado, en el norte que tanto pedías, y una casa no muy grande, donde quepan descanso y familia. Los rosales de amor ya plantados, y decirte al oído en el último día, me has salvado.

lunes, diciembre 16

Una Tarde Como Cualquiera

Era una tarde casi como cualquier otra. Salvo que mi fe rodaba por las escaleras hecha un guiñapo y mis ojos se extraviaban por la ventana queriendo volar. ¿Has tenido esa sensación cuando despiertas de un sueño tan exacto, tan preciso, y los diamantes que te habías encontrado no son ni ceniza en el bolsillo de tu pantalón? Así me siento casi diario, al menos últimamente, no sé que he perdido ni sé que he dejado de hallar, solo sé que no encuentro algo que no perdí y que he olvidado algo que nunca tuve; de cierta forma, también acepto que tanto tiempo conmigo mismo empieza a crear una revolución suicida de neuronas en mi cerebro, y se van agarraditas de las manos hasta el precipicio más cercano y entonces, sin más, se rompe un axón tras otro y se dejan caer a la muerte más sencilla que han podido idear, arder en el olvido. Luego me doy cuenta que este eterno monólogo tan dispar entre mi y mi se vuelve monótono, pero nunca aburrido, sigo siendo distante en mi forma de tratarme y sigo siendo bastante ecuánime a la hora de convencerme de no llegar nunca a donde no debo ir; y casi siempre lo logro. Doy la vuelta a la manzana y llego a la glorietita donde mi alma se mareó de tanto buscarse a si misma (muy al estilo de Chaplin dándole vueltas a una mesa perseguido por algún matón), y me regreso siempre pensando en que me he vuelto a poner una media de uno y otro de otro, la sensación de perder algo sigue y mejor me regreso a esta celda, un poco aterciopelada por mis melancolías que peregrinan a mis ojos en las mañanas de tomar café, pasar por el pedestal y ver a las palomas cagar al mundo, y yo ando en cuatro ruedas a la rutina que no me molesta, pero que me incomoda los sueños de ser carretera y huir. Si aquella era una tarde cualquiera, las demás se han vuelto extraordinarios recordatorios de lo embelesado que me vuelvo cuando miro al cielo cambiarse de camisa, y de repente, es negro y llora, como yo, y por momentos tenues, se viste de color y acecha a las flores con sus rayos de sol, como yo. No sé, a veces creo que me invento el cansancio, que me invento que el mundo está dándose un tiempo conmigo y que no me quiere ver por ningún lado, pero el espejo no sabe mentir, y recurro a ser un indigno paseante por la espalda de los acongojados segundos que me presta el día, y le bailo despacio al antojo de una lengua en mi sexo, cierro los ojos y me estremezco pensando en los encuentros casi casuales cuando te imagino antes de dormir y casi te siento acostada por encima de la luna; pero luego, la música se viste de loca y se va. Y así, por tiempo indefinido, sigue mi fe cayendo despacio, se escapa del convento de nubes asesinas y de paso se roba a mi alma que se había decidido en regalarse al diablo, y antes de profesar sus votos eternos, salen corriendo y relampagueando sonrisas para llegar y repegarse junto a mi. Demasiado imperfecta, la soledad, quiero decir, por que a veces viene a saltos, y asalto la lujuria de tenderle una trampa para que se vaya por siempre lejos de mi, pero tampoco me atrevo, ¿Qué hombre en su sano juicio quiere vivir sin sentir sus besos pegajosos de hastío y la comezón de un corazón hecho polvo resbalando por los huesos?; la soledad es sencilla, pero insisto, imperfecta, por que casi siempre viene cuando uno intenta (o sueña) ser feliz. Ayer volví a tener esa sensación extraña de haber estado viviendo lo mismo una y otra vez, sabía las frases que seguían y conocía las respuestas a mis preguntas que aún no me decidía a formular, en el camino, por aquella colina donde siento que me elevo hasta la cima del mundo y luego la brisa del vértigo en bajada me pellizca un cachete para torcerme las ansias de ser ave; todo este asunto incomprensible y problemático de dudas y existencias tan febrilmente frágiles que he estado experimentando, puede también ser resultado de los gritos del sueño arañándome la espalda, mi cama susurrando que vaya a mojarla y una musa azul espiándome desde el mensajero. Tantas letras absurdas para decir nada. Estoy triste. Extraño y no sé pasar los días sin su risa, extraño y no se caminar sobre estas aguas de fotos y el barquito de papel que se tambalea, se muere, pero curiosamente, no ha aprendido aún a zozobrar. Pero si, era una tarde casi como cualquier otra. Salvo que mi fe rodaba por las escaleras hecha un guiñapo y mis ojos se extraviaban por la ventana queriendo volar.

lunes, diciembre 2

Espasmo

Ser un espasmo, desaparecer al momento que nazco, esfumarme como una palabra en el viento, en distancia y ya no ser, ya no estar aquí para seguirte extrañando, eso le pedí al espejo otra vez.

Esperar en una nube, ser lluvia y caer sin que me duela, caminar levemente por el campo sin darme cuenta que ahí estoy, no tener siquiera apreciación de lo que vea, ser ciego del alma y sordo del espíritu, para no llorar por tu piel de ángel que se me fue, para no voltear tu foto y pretender que tan solo nos enojamos por 5 minutos, como antes, y que antes de dormir me abrazarás tiernamente por la espalda.

Ser mi mano limpiando mi frente, ser un trapo o un retazo en la máquina de coser de mi madre, dormir despacio y sin prisa de despertar antes que nadie, antes que tú, ser el sudor que se me escurre sin sentir mis temblores, sin sentir que debajo hay un muerto que te escribe, y se sienta despacio para no desmoronarse hoy.

Encontrar debajo de mi sonrisa el verdadero rostro que te extraña, ser la voz en mi interior que intenta dibujarte en el olvido, que te pinta de gris para confundirte con los recuerdos que se me han escondido, con los suspiros que te guardo para sellar estas cartas etéreas, con los ojos de mi almohada, con la música que se muere, con los poemas que me abandonan y se van en voces de otros, en voces de tu fantasma que ayer pasó por aquí, y me recordó tu caminar y mi escandalosa manera de ya no ser yo.

Ser un espasmo en tu vientre, desvanecerme en un suspiro al mismo momento de dar el último paso de mi vida, ser la luz del libro que se pudre en el librero, lleno de amores viejos y rastreros, lleno del cadáver aquel que todavía piensa en ti, del niño en la esquina del barrio que soñaba con tu leyenda, de las manos que ayer te escribieron esto, y que mañana se eleven al viento, desnudas, recorriendo tu piel, soñando, vacilando, escribiendo.

Ser el mar en que lloverá la luna y ser espasmo de cielo, cielo rojo que apasionado vierta al mundo su luz, sol inclemente que mate ogros en el bosque y convierta a orugas en viejas y olvidadas estatuas de sal. Ser destino inútil y desesperado de pasiones, estrofas cansadas y viejas trovas de caballeros sin armadura y sin dragones que matar.

Ser el agua que nace en ti, ser la parte olvidada de las lágrimas del viejo alebrije azul, de los viejos dioses perdidos entre rocas y forestas. Ser la muerte que me lleve, que me suelte de sus alas y me deje caer, sin suerte,
y caer despacio, como luna que llueve, en ti.

martes, noviembre 26

Hasta diez

Deberíamos contar hasta diez cubriéndonos los ojos, y luego buscar a las palabras que juegan a las escondidas en el jardín. Las palabras silentes en el musgo. Las que llueven en tardes de otoño en las banquetas desquebrajadas de la ciudad. Las torpes y las tambaleantes. Las que nos despiertan entre sueños el deseo eterno por acechar su piel. Las palabras vivas de hombres muertos. Las entrecortadas en canciones y rumores de tormenta. Las palabras blancas de esperanza. Las palabras enardecidas en la selva. Todas las que han perdido alguna letra por bailar tangos en la madrugada. Las palabras de amor. Las palabras que nos tiran al suelo de tanta risa. Las palabras que erotizan en los labios del viento nocturno. Las palabras ciegas, en blanco, olvidadas, dormidas en las bancas del parque. Las suicidas. Las palabras tercas del vagabundo. Las palabras que echan raíces a los pies de la montaña. Las que escampan de madrugada en algún cuarto de hotel. Las palabras en tonos azules de los amantes. Las que dictan el principio antes de preocuparse por el final. Las palabras tristes en la savia de los robles. Las palabras envueltas en risas de niños. Las etéreas en manos de los locos. Las palabras en rezos de la noche en vela de las madres. Las calladas del padre. Las que curan del mal de ojo. Las palabras dormidas en la corteza del bosque, que guardan murmullos de hojas, dragones insomnes, sirenas perdidas que cantan historias del mar. Las palabras rojas de libertad. Palabras llenas de verdad. Palabras llenas de sudor. Las palabras que se esconden en la yerba, entre el granizo y los pies descalzos del campesino. Las que sonríen y no quieren morirse de frío. Las que oscilan en la línea amarilla que nos separa del fin del mundo, del sueño de paz, del grito unánime por perder la ropa y volver a nuestro estado animal. Las que te sueñan, escondidas entre las pequeñas ciudades de duendes en el laberinto, esperando que cuentes hasta diez.

lunes, noviembre 18

Texto sin sentido en una noche de verano

Mira que sinceramente hoy que llegando a casa no me encontré. Mi casa es mi cuarto, mi computadora, mis libros, el olor a perro (que tanto odian), mi escritorio regado, la colección de canicas, el recibo del celular que sigue llegando sin invitación, los discos apilados encima del equipo de sonido, el celular callado, el ratón sin cola pero con una luz roja prendida abajo, el poco calor de este cuarto, una araña desdentada que me mira con cara de ¿Qué haces tú allí?, los papeles de trabajo pendiente, el papel tapiz de un mundo lejano, un control remoto que no sé para qué sirve, las manos cansadas, los corajes reprimidos, el ruido de la tele, los audífonos nuevos, unos posters que aún no están clavados, la pared que se quiere desmayar, el techo que hace ruidos, el internet que no cortan, este teclado manchado, mi música, la cama rechinante, la luz que parpadea porque dicen que hay huelga por allá, los cajones llenos de cosas que no uso, ni usaré, ni sabría usar, la ropa arrugada, los papeles apilándose para escapar de la caja de cartón de reciclados, mis sueños imaginados esperando quien los lea, Facundo Cabral hablando de amor, una lágrima salada, los pies ausentes, el cuerpo dolido, las fotos que me quedan, los recuerdos, todo esto es mi casa, pero no me encuentro, no me hallo, me pierdo entre tanta insignificancia, no tengo nada que hacer aquí, y sin embargo estoy aquí sentado moviendo los dedos, los dos dedos, o tres, porque creo que si acaso uso tres, no sé, el teclado no se queja de la ausencia de los otros, yo solo sigo buscándome, que curioso que no me hallo en internet, pongo mi nombre y no aparezco, que chistoso, si llegara alguien quizá me hallaría aquí, digna pieza de museo de lo patético, revisando fotos viejas, como quien se mete a cada una y revive ese preciso instante, ha de ser por eso que no me encuentro en este revoltijo de cuarto/infierno, ha de ser que ando dando vueltas por las fotos, y ya no sé que música me gusta, y ya no sé como reaccionar cuando alguien pasa su lengua por mi cuello, solo respondo igual pero pensando que no me hallo, que me he perdido, en canciones, fotos, voces, últimamente me pierdo en casi todo, por fortuna, empiezo a perderme también a la hora de dormir, así, amanece y ya no soy, ya no me hallo, ya me fui, te llevaste todo, casi todo, carajo, ¿Cómo me iba a encontrar? Si me traes colgado en un suspiro, en recuerdos, de lo que ya no somos, ni seré, ni serás, ni seremos, ni fuimos siquiera.

¿A alguien le importa si me pongo melancólico antes de dormir? Espero que no, tengo planeado hacerlo, justo cuando me pregunte a mí mismo: ¿estás bien? me diré que "sí", voltearé la almohada llena de sudor, e intentaré buscarme en sueños, al cabo, ya sé que no me hallo.

lunes, octubre 28

No saben de ti

¿Es una despedida? - pregunté. No, yo no he dicho nada - dijo ella; pero hasta el sol lloraba, sus ojos decían adiós y aquel beso supo a eternidad. Luego se fue, me fui, y estas letras vuelven a caerse de su barquito de felicidad.

Ni siquiera tengo ánimos para escribir, siento que el corazón me sobra en este cuerpo, que meto las manos por la garganta y lo quiero sacar pero no lo alcanzo, y lo escucho, latiendo, muriendo, en algún lugar de mi pecho, roto, hasta el carajo de amarla, y cansado por los besos que le deben, pero no lo alcanzo, no lo puedo sacar, habrá de quedarse ahí medio latiendo hasta que deje de hacerlo o hasta que consiga un músculo sustituto para el acarreo de la sangre al cuerpo que también se muere, como que se pone en huelga, porque todo se cae y todo se agazapa debajo de mi cobertor verde, las piernas se niegan a olvidar la mano que las apretó alguna vez de camino a su casa, los dedos se niegan a dejar de sentir su pelo, los ojos se niegan a borrar su perfil atrapado en el cielo anaranjado de hace rato, la cabeza se niega a parar de darle vueltas a su imagen, la boca dice que el beso es suyo y nadie se lo puede quitar, y el corazón asoma los ojillos y deja una nota de suicidio en algún torrente con dirección a la nada, lleva fecha y lleva pedacitos de alma, pero los oídos se hacen los sordos al grito de auxilio del estómago con hambre, y obligado el cuerpo, mira, escribe, para que este pedazo de papel no quede tan vacío como debiera, letras sin corazón, sin alma, llorando, y con ganas de dormir ahora si para siempre.

Ah maldita madrugada, me dueles como si tuviera corazón...

jueves, octubre 10

Como una lluvia... Como un trueno...

Todas las hojas que escribí,
todo este tiempo que leí… fue solo práctica,
han sido ensayos para tu llegada;
pues quiero darte cuentos perfectos,
contarte mil historias de sirenas,
almidonarte el cielo y puedas pintarlo entero con tu risa.

Te espero con incertidumbre, con miedo,
pero con un jardín lleno de flores en mi pecho;
te espero con mis nubes, con mil arcoíris en mis ojos,
con una luna que te pondré de hamaca;
con un carrusel hecho de besos, un castillo de princesas sin ogros.

Te escucho venir con tus pasos pequeños,
con tus latidos gigantes;
te veo tan lejos y aun así abrazando mis dedos con tus manos;
te siento como un sueño entre mis brazos;
estoy listo para ti, para quererte como nunca quise en años.

jueves, octubre 3

Sobre los besos

Los besos que uno recupera después de imaginarse un sueño suelen ser los más cálidos, los más largos y los más dulces. El beso que se asoma en la obscuridad de una calle, es un beso bastante adictivo, sobre todo tomando en cuenta que es un beso nuevo, porque haberlo imaginado no cuenta mucho cuando su realidad de calor te traspasa la memoria y te tira todo lo malo, para dejarte esa sensación de tener la mitad del cuerpo congelada y la mitad solo exista dentro de ese beso, como si debajo de la lengua lo único que vive es la piel tocada por esa boca.

Hay besos que entre luces rojas, amarillas y verdes despiertan a la piel, la ponen chinita y la dejan inyectada de un brillo especial, con un pequeño piquete en la espalda, te recuerda que la piel de gallina es un traje considerablemente cómodo para días de aires frescos como este, y que bajo el sol, no necesitas ocultar las mejillas rojas ni las manos sudadas o la boca ansiosa de más.

Los besos por la espalda, contrario a pensarse de ellos como traicioneros, resultan verdaderos redentores para las curvas cosquilleantes del cuerpo, que a veces olvidan su función de darle forma a los ensueños, mientras el beso recorre los lunares, uno se le abraza como puede al atacante beso y pelea por no ser succionado para siempre en una caricia sin par.

Hoy he notado que las manos no tienen tan buena memoria como los labios, porque aún tengo el sabor de tu beso en la boca, pero las manos insisten en imaginar tu forma y de aferrarse a las mías para simular tus ganas, tu calor y el descubrimiento aquel que nos estremeció al mismo tiempo, causante luego de que los ojos se cerraran y las sensaciones se convirtieran en gobernantes de dos cuerpos un tanto aturdidos, pero despiertos y con ganas de comer.

Amanecí con el extraño bien de ansiar tus besos de mañanita, son las mismas ansias que no me han dejado dormir nomás por que traen la idea que regresarás pronto a cumplir la dosis diaria de besos, que aquel beso primero fue el inicio de una hermosa historia digna de ser escrita en algún cuadernito de bolsillo. Aquí es donde confieso que me he enamorado de ti.

Los besos que uno recupera después de imaginarse un sueño suelen ser los más cálidos, los más largos y los más excitantes... y el sabor que dejan le recuerda a mis manos la foto que te sacaron, le recuerda a mis oídos la voz de aquello que leíste, y le recuerda a mi brazo tu mano que se acomodaba aquella noche en la fogata, para luego entregarte un pedazo de mi alma y sentirme tuyo para siempre. Lo malo de tu beso, es que crea adicción. 

viernes, septiembre 20

Vértigo

Sería muy simple amor, te quitas el cielo, quemamos los papeles que te atan al sol, le tapamos la boca a la luna, nos escondemos de las estrellas y nos escapamos al mar; y ahí, entre caracoles y atrapasueños tejidos de tu pelo, nos volvemos dioses, y que el mundo siga dando vueltas escalera abajo, que siga cayendo la fe.

Ya no solo distancia, ahora hay silencio entre los dos. Y ahí estamos, como espejos inertes, las manos colgando y los ojos largos, mirándonos desde nuestros miedos, desde mi esperanza, desde el andén donde te espero, hablándonos en silencio y a gritos de nada. ¿Qué hago con todo esto pequeña? Se lo vendo a la primer nube que quiera pasar, al primer río que me moje las piernas, a la primer llovizna que venga y me haga nudo los brazos, y me quede tiritando, sin nada que dar, sin nada para soñar.

martes, septiembre 10

Se me quedó la duda

Escribir es como respirar. Miento. Es casi como respirar. Es lo mismo pero más lento. Es ver la vida a modo de cámara lenta. Si dejas de escribir, te mueres. Eventualmente. Por supuesto eso no ocurre para todo mundo. Le sucede a quienes deciden que su vida debe llenarse de libros y de letras. De letras propias. Que no signifiquen nada para nadie o que de vez en cuando signifiquen un poco a un despistado lector. Despistado con la suerte suficiente de encontrarse con algunas letras perdidas. Eso es todo. Escribir una y otra vez para volverse fuerte: para no morir. Para recuperar la locura. Que de eso se trata. Volver al estado natural. Locos. Llenos de libros. Llenos de letras.

martes, septiembre 3

Historia de miradas

Querida Luna:
Te vi de madrugada. Apenas un momento, y te asomaste entera, hermosa y sin prejuicios, luchando a favor de este nadie que soy y rescatándome de una noche ajena. Yo me quedé temblando, aún lo estoy. Deslumbrado todavía, en los pasos que siguieron y dimos juntos, lo que antes entró por la mirada, suavemente se llegó a mi pecho por camino desconocido.
Te vi, y yo pensé que eso me bastaría, que tu imagen sería suficiente para tomar fuerza y regalarte el collar de besos que imaginé para tu cuello. Pero no, no fue suficiente. Necesito colgarte cien suspiros al oído y recorrer tus lunares con mis labios. Y necesito que mis manos se dibujen en tu cintura, que tu boca me diga lo que no me dirán tus palabras.
Ya nada basta. No basta con que sueñe que te tomo por la cintura, que te acerco a mí y que a tu cuello llega mi aliento. No basta con pensar que tu tormenta de cabello me estalla en la cara, ni que me piense y te piense conmigo. No basta imaginar que me tienes, que me enseñas a encontrarte, que te dibujas entre mis brazos, que tiemblas y me tiemblas.
Consulté mapas que confirman que el tuyo es otro mundo. Ha sido inútil. Esta noche, por ejemplo, me bastó imaginar que desde lo lejos iba a poder verte, y de esta forma se desbordaran los propósitos y razones para enamorarte, para que el corazón y las ganas se desbocaran, y para que un cuello suspirado me robara todo el aliento.
Luna, yo sólo quería decirte que me gustas y que quería acercarme a ti. Pero acercarme como un hombre se acerca a una mujer que le gusta. Algo así como tomarte de la cintura y acercar tu pecho al mío, acercarme a tu cuello, decirte algo tierno y dulce al oído, llegar a tus labios con un beso, intuirte un sueño si mi abrazo te tomara prisionera la cintura, soñarte soñando conmigo. ¿Hago mal en pensarte, en buscarte para encontrarte como se encuentran un hombre y una mujer que se gustan? ¿Hago mal en decirlo o en hablarlo con silencios?
Yo lo que quiero es encontrarte para invitarte a perderte conmigo, que la piel le hable a la piel el deseo que callan las palabras y que el silencio habla… Espero entonces, tu silencio y tu palabra.

martes, agosto 27

Quería hablar de amor...

Las piernas largas,
la camisa arrugada.
Un hurto, una mentira
y del pescuezo el alma
por pasión apañada.
Y estas enmohecidas ganas
de decirte en serio mi sonrisa.

Me pregunto
qué buscas en mi que está en ti.
Un mil de ideas distorsionadas,
abuso de rimas forzadas,
voy con tus piernas largas
y mi camisa arrugada.

No tengo nada,
la piel se me encuera
por dentro y por fuera
y pregunto qué busco en ti
que tengo yo,
monótono, rutinario…
Ordinario… Normal…

¿Acaso busco en ti unos trinques?
¿Un lazarillo?,
¿un confidente para mi perro?
¿o un te quiero?
¿Un te quiero?
Ah caray…

Y me llevan las piernas,
las ansias y la camisa,
al pecho injertada la mentira.
La inspiración en la tinta
y la pasión la tengo empeñada
con Don Chon, el usurero.
Él vende fe,
caricias, pasión,
amor verdadero…
Puntería por cinco céntimos,
al que abono cada semana
eslabones para mi cadena.
Pa mi condena, ya ven…

Y me llevan las piernas,
las ansias y la camisa.
No quiero relojes,
jornadas de trabajo,
oro ni plata.
Esta noche, mamita,
lo único que quiero es romper tu piñata,
rodearte de dulces,
regalarte las frutas.

Poeta me quiero
y poeta te quiero.
Si la poesía eres tú
no quiero terminar de funcionario,
jamás volver a tener un amo
ni ser usurero.
Sólo tengo un montón de ganas por decir
Te Quiero.

martes, agosto 20

Pedacitos

Sonó como un almohadazo, ¡plooof! Aquel “te quiero” no confesado, me desmoronó en mil pedacitos. Caí por todos lados y el viento empezó a hacer de las suyas, acabé revuelto en una marejada de mis propios pedacitos y luego estirando la mano formada por varios pedacitos resueltos a no dispersarse, logré cerrar la puerta. Empecé a buscarme con la mirada pero un ojo veía izquierda y el otro miraba cielo, los pedacitos muy revueltos y los colores asustados, pero todos riendo, empezaron buscándose por las cosquillas y acabaron hallándose en un coscorrón, buscando emociones y sintiendo su lugar en rasguños, jalones, patadas y piquetes de ojo, hasta que la luna me reflejó enterito, flotando encima de una hoja y cayendo lento sobre el teclado, y pude ver mis manos y mi aliento apresurado, y pude ver mi risa y pude ver mis pies moverse con los nervios de una mano rozándome la espalda, y los dedos, enteritos, imaginando un “yo también”, y luego, como era de esperarse, un lejano y sordo ¡plooof!

miércoles, agosto 14

Arroz con leche y un marinero contando cuentos de sirenas

Las historias deben ser simples. Pero los humanos nacimos con cierta tendencia a desmenuzar los sueños y a entretejerlos complicadamente a cada paso que damos por campos interminables de estambre deshilachado. Yo no sé qué haría si un día decidieras no regresar. Los libros, empolvados y a veces ausentes, ya ni siquiera se asombran de mí y de mis pasos sobre los mismos a cada vuelta que le invento al atrapasueños, le quito telarañas y le espanto moscas, pero siempre retoma esa posición indiferente y hay tardes, como esta, que me pregunto si en realidad los atrapa o si los sueños, viejos canijos que son, lo esquivan diciéndole que el foco es el sol y corren por las paredes que no dejan de suspirar, de parecer excitadas, desinhibidas y que a veces, hasta cambian de lugar. En la distancia, su voz y sus lágrimas, y aquí dentro, un corazón hecho trizas, cobijado por las mismas manos que hoy le curan las alas, esperando que pase la tormenta y que esta balsa deje de zozobrar, abrazándose, en la distancia, con la historia simple que soñó, con la historia simple de otro corazón que también lo imaginó.

jueves, agosto 8

La Cuestión

Dicen que la vida ocurre como un chorro de agua, de una llave sin fuente que todo lo da, te escurres por el mundo y vas por donde te lleve la corriente, aunque ocurre que el agua es caprichoso como uno mismo y nos desviamos por donde nos dicta la otra parte del cuerpo, el alma, o el corazón. Me dice un amigo que él cree firmemente que el amor no se siente en el pecho, así como románticamente se cree, más bien opina que el amor existe dentro de alguna pequeña cavidad en el estómago, y debe serlo, porque cuando vez a quien te gusta sientes cosquillitas, ¿dónde?, en la panza, cuando estás triste, te doblas como letra "C" y así arqueado vas por la vida con el estómago y el amor dolidos.

El día jueves desperté con un dolorcillo en la panza, o en algún lado de la panza chelera, y me extrañó esa punzada pero como siempre suele suceder, seguí como si nada, ya de noche, volví a sentirlo y el viernes me recordó que seguía ahí convirtiéndome en feto de 38 años a la orilla de mi cama, y ahí se quedó casi todo el fin de semana. Hoy domingo mejoró pero dicen los doctores que no es mi "adiós mundo cruel" ni mi "hasta luego vida bonita", es más bien la serie de trastornos alimenticios que me agradan y que empiezan a hacer estragos.

¿No será que me duele de tanto amor doctor? ¡Uy joven!, no, el amor se siente más arriba, mira, tosa, ¡coff coff!, no sentí nada, - ni yo, dijo el doc, usted trae el amor por todos lados. Salí de ahí pensando que imaginé el último comentario del hombre de la bata blanca y llegué a mi casa a anunciar que aún no muero, y que necesito más música antes de ser agua que se escurre, prefiero ser agua pero que sube lento por unas piernas, o ronda una espalda o repta un cuello sabor sudor, eso me agrada más. Por lo pronto, entonces, hay que sustituír cerveza por wisky, bocaditos por comida, frituras por ensalada y gaseosas por agua del mejor sabor, me pregunto si en internet no venderán alguna especie de estómagos o tripas de juguete para poder comer lo que sea y andar llenándome la boca de lo que tenga a mi alcance; no, no se malentienda, no soy el clásico comelón, eso lo dejo a otros, pero ahora, no todo lo que se antoje, podrá morir plácidamente con mis ácidos.

Me quedo con la duda del asunto este en la panza, trastorno o amor, ¡uy, ambas cosas!, si el amor no fuera un trastorno entonces lo buscaríamos más, pero es cierto, aunque lo busques, no llega, nomás de repente, alguien te lo contagia, y nada puedes hacer, ni ir al doctor te salva de los dolorcillos que recorren tripa, panza y corazón, entonces, no queda más que aprender a tomarse las pastillas, y esperar, erguido aún, a que pase el dolor, o mejor, a que el dolor se convierta en una aguda sensación de aún sentirte vivo.

viernes, agosto 2

Ojos sabor a sal

Ya sabes tú como son este tipo de cosas, los pensamientos repentinos, quiero decir, y la urgencia de escribir cuando no te asomas a mi ventana. De repente extrañarte se vuelve una sensación extraña en la piel, que reclama tu ausencia, reclama la sensación de gritar con todas sus fuerzas las ganas por ser besada otra vez. Y cuando asomo a la calle, le doy forma a las nubes de tu silueta, ahí sin dudas y diciéndome que todo seguirá siendo mucho más que un sueño, asegurándome, y yo extrañado, que lo que sientes es lo mismo que yo. Pero uno tiene sus manías y a veces estas se escapan para hacer un festín; recorren la memoria, los ojos y los dedos que débiles, escriben que se han enamorado como nunca, que se han enamorado por primera vez de una sensación desconocida, porqué es cierto, nada que venga en los viejos libros de la conciencia y nada que reconozcan las antiguas heridas en la piel, las cicatrices de ganas perdidas y amores ausentes, todavía remojados en sueños hechos papel, inertes ante las nuevas luces que asoman por el vecindario, y estos labios, atónitos, simplemente se inundan de ganas para juguetear con los tuyos y a manera de complot le avisa al estómago que se ponga cursi, que interrumpa el momento y despierte al corazón que late apresurado regalando sangre nueva a este zombie. Y era así, como de repente, me perdía en tus ojos para decir que te quería y dejaba de lado la pasión, los sudores, los gritos. De repente me hallaba acariciándote despacio y nomás, mirándome para siempre en unos ojos en los que no había estado nunca, y que hoy, se llenan también de mí y no saben zozobrar ni con las tormentas que azotaban afuera de aquel cuartito a esta ciudad, y sus subidas, y sus bajadas, y sus barrancas quedaban quietas mientras nosotros nos perdíamos en besos, mientras nos encontrábamos para descifrarnos los tatuajes en la piel, a manera de dedos locos jugando carreritas de amor. Ya sabes cómo son este tipo de cosas. Es de madrugada y me asomo de mi escaparate imaginando que te veo venir, calle arriba, despacio con aquella falda y descalza como si nadaras por mi espalda, y los dos, que no sabemos dormir de día, extrañados disfrutamos buscando donde desayunar cuando todos los demás siguen ausentes de este sueño, de esta extraña droga que me ha vuelto un adicto a ti, de los pasos que vienen marchando delante de nosotros y dibujan nuestras figuras a un futuro que de plano, cada tarde, nos atrevemos a imaginar. Todos los dibujos que coloreen nuestras ganas, las risas que nos arrebatemos compartiendo el mismo insomnio, son la esencia que se cuelga de mi cuello cada mañana. Aunque a veces, insisto, te repito varias veces y lo demuestro de distintas formas que me he enamorado de ti, tengo muchas ganas de tomarte por la cintura y llevarte a aquellos viejos puertos donde los Elfos se trepan a naves blancas de mar, y se largan para siempre de este mundo donde la gente ya no sueña, y los sueños, empolvados y en cajitas, se han cansado de esperar.

lunes, julio 8

Aún te recuerdo

Este dolorcillo,
en la panza,
quisiera que acabara de explotarme,
quisiera que me matara de una vez.

Hay días así, desde que te levantas, recuerdas el aroma de una noche… suspiras… bajas el pie derecho y recuerdas sus labios…. y suspiras… te pones los zapatos negros y recuerdas sus pies, su cuerpo de ángel con la risa que te hacía temblar…. suspiras… te pones la camisa porque ya se hace tarde, pero piensas en su cabello largo y negro… echas la espalda atrás y le das otro minuto al pensamiento aquel… suspiras… y al fin te pones de pie, hay que ponerse el pantalón, y de reojo miras su espalda y sus lunares, e imaginas esa sensación de su beso tibio que no te dejo dormir… recuerdas la sensación de medio segundo en que la somnolencia se esfumó y aunque querías voltear y regresar los besos, con ganas de dejar que aquel beso durara más, hasta donde quisiera antes de volver y enredarla con tus brazos… suspiras… ya te vestiste y te miras al espejo, solo, con tu nuevo corte de cabello, y pensando en cómo se veía aquella vez en el cine, su risa primera, sus ojos vistos por primera vez, el primer beso que nadie sabe quién lo dio… suspiras y piensas que ahí ya estabas enamorado, darías la vida por ese momento otra vez, por vivir otra vez los meses que se van volando… andas al trabajo y prendes la música, y suenan voces que te unieron a su perfume bajo el cielo de un sol quemante... suspiras... por que el cielo se ve igual hoy, pero sin la sombra de ella al lado, diminuta, leve y perfecta dibujando su cintura en aquella banca de aquella plaza en donde nos gustaba conversar, en su andar sencillo y los labios rojos porque si, por que esperaban que los volvieras a besar… otro suspiro mientras una punzada te ataca el lado izquierdo del abdomen… el ombligo se ríe y las piernas piden a gritos un recuerdo también para ellas… claro... suspiras… y piensas en todas las caminatas que tuvimos juntos, riéndonos y cantando canciones desafinadas… el temblor y la emoción de ser besado por una diosa que huyó del mar… el suspiro que sigue se acompaña de los ojos cerrados… se detiene el tiempo, el mundo deja de girar y te elevas al momento aquel cuando la conociste por primera vez, cuando la viste bailar y la luz del local la hacía ver más hermosa… un suspiro interrumpe la imagen… el dolor en el estómago dice que despiertes… el recuerdo flota sin vacilar encima de todo el resto, y te abrazas al vacío en medio camino, buscas su olor, sus besos bajo la luz roja del semáforo, y te quedas parado y vacilante, suspirante y frenético, en pausa, en víspera de un suspiro más que te regrese en el tiempo, e hincado, retomes los segundos antes de olvidarlo todo y seguir adelante.



Este dolorcillo,
en la panza,
quisiera que acabara de explotarme,
quisiera que explotara en forma de tu boca,
quisiera que explotara para siempre este corazón.

viernes, junio 21

Hoy casi todo ha salido mal

Me fui de paseo sentado en una pequeña hoja, con el viento llevándome de lado a veces y a veces rozando los techos de las casas altas de la ciudad, es curioso ir viendo la cáscara del mundo de arriba hacia abajo, ver que la vida cambia de maneras que uno quisiera no haber imaginado, que los ojos se empeñan por necios y que las paredes se cierran al paso de el más leve suspiro de la luz.

Todo ha cambiado, todo se ha ido, todo ya no es. Tengo la sensación de estar en una pesadilla extraña, donde el amor de mi vida me cierra la puerta y donde las caras y voces que más extraño son ruidos al final de una escalera que me observa caer y caer y lo único que acierta a decir es: cuidado, faltan varios escalones más...

Tuve una visita que me alegra el día, blanca espuma, risa de sol: gracias.

martes, mayo 28

Princesa I

Había una vez un yo que suspiraba con tardes de lluvia y le gustaba ver principios de películas, solo el principio si, la única vez que aquel yo intentó un romántico final de película en la vida real, se halló corriendo solo bajo la lluvia de sus lágrimas, confundido con la noche y con una puerta (y un corazón) que se le habían cerrado para siempre; era, sin embargo, el final de la primera parte, el de la segunda fue peor. Había una vez un yo que le platicaba al gato sus tristezas, que renegaba de lo largo de un blues y que bailaba un vals con las losetas del baño cada que se dejaban acariciar por sus pies, y que muy de mañana, le soplaba a las nubes en la ventana para dibujarse la mañana ideal, aunque, casi siempre, el vidrio evitaba el contacto con seres de algodón. Había una vez un yo que un día se asomó a unas escaleras por donde una princesa caminaba con una sombrillita de colores, iba y venía y se sentaba a esperar, siempre a esperar y el mundo que era blanco y negro le robaba los colores, y a la princesa, le llovía debajo del paraguas, y al yo, los pies lo llevaban a asomarse por las escaleras y esperar, a ver, sin saber, que por ahí, pasaban aquellas alitas rotas que regaban luz por todas partes, hasta que un día, con una sonrisa, el yo se hizo ayer, y aparecí yo, vestido de hoy, aprendiendo que la vida si es a veces de color de rosa, sobre todo, cuando un pueblo quieto-quieto deja escapar a una princesa triste-triste, que se asoma a la ventana que ella dibujó, y con sus alas (aún rotas), abraza lo feo, lo tira lejos, y en su lugar, exige galletitas con leche, para volver, cualquier noche de estas, a estirar las manos y ponerse la sombrillita de lado, y curioso, que acá, desde entonces, haya dejado de arreciar el temporal.

viernes, mayo 24

El Gato

Hay un gato feo que me visita cada noche, pero nunca logro verle la cara, oigo sus pasos siempre que hay lluvia y la noche esta en silencio, camina por el techo, y lo imagino ahí mojado, vigilando la noche, con los bigotes escurridos, casi muerto de hambre pero determinado a no dejar que nadie más tome su lugar en el techo. Estoy seguro que siempre llega solo el gato feo, por que se le nota en los maullidos, llora con ganas de llorar, luego se deja caer, a ver las estrellas, y a imaginar figuras con sus uñas. Si pongo música se queda más rato el gato feo, aunque últimamente creo que le aburre el jazz, a mi también, por que cada vez lo pongo menos, y luego le subo al blues y lo escucho reír, mover la cola alegremente y disponerse a regresar a donde sea que viva, me doy cuenta que se va ya cuando brinca al patio del vecino, luego, se enfila a la barranca y ya no lo escucho, pero a veces, sus maullidos siguen y siguen casi hasta que amanece, ronco, donde sea que pase el día, seguro se le va en dormir. Al rato viene el gato feo, seguro hoy maullará más fuerte, por que también yo traigo ganas de gritar, de reír, y de rasguñar la noche con estas ganas.

¿Qué como sé que el gato es feo? no lo sé, lo imagino, por que a veces, les digo, no para de llorar.

martes, abril 2

Que ganas...

Que ganas de ir y tomarte a besos, escuchar tu risa y poner mi mano en tu cintura (que misteriosamente encaja perfectamente), romper el viento como un maullido de gatos haciendo el amor.

lunes, abril 1

Música y soledad interrumpida

Este fue un largo fin de semana, festejando con el viento al lado, y con la música llenando los oídos a cada momento, algunos reencuentros, algunas nostalgias y una que otra sonrisa amarga. A fin de cuentas todo salió bien, mejor de lo que se esperaba. 
Ahora si me he puesto a actualizar el blog y corregir algunas cosas, lunes de madrugada, pero aún queda tiempo para juguetear con la virtualidad, la semana será difícil, de tormentas, o quien sabe, quizá cambie el rumbo de esas nubes, como sea, voy de frente, a dar la cara a la lluvia... y por primera vez, me agrada. 

Ver su sonrisa siempre valdrá la pena... lo demás... es lo de menos.

miércoles, marzo 27

Hay

Hay días que de plano no se puede, tu imagen es demasiado, tu voz es más.

Hay días que de plano camino en línea recta sin saber a donde, sin saber por qué lo hago y sin saber a dónde carajos iré a parar, esos son los días que me empeño en recordar tu luz, en memorizar ese rostro con la sonrisa mas bonita que había visto, en olvidar el camino de regreso por la pista, caminando siempre, con una mueca extraña y con los limpialágrimas activados al máximo.

Hay veces que me esmero demasiado, en entender, lo que no se puede entender, por qué abrazarme solo ya resulta aburrido, cansado, patético y sobre todo, desgarrante, cada vez peor, si, cada vez es peor.

Hay veces que apenas acabo de escribir algo y ya lo estoy borrando, como hoy, estas letras no van a existir, van a borrarse, y vendrán otras que digan lo mismo, que digan lo peor, que sigan.

viernes, marzo 22

Como una luna llena

Insistente musa alada,
rondando mis sueños,
con sus lunares formando constelaciones
y las manos tratando de dibujarlas,
vuela ligera por la habitación,
insistente musa,
planeando sobre libros y rozando con las alas las paredes,
me pide que haga caso y voltee a verla,
¿cómo no hacerlo?
si su estela se quema en mis pupilas
y su polvo de hada me provoca estornudos,
que se embarran en la pantalla y se convierten,
entre espasmos,
en letras tontas y mal logradas.

Le echo la culpa a la musa que insiste en acariciar mis manos y con la risa y un beso, pedirme que le escriba, otra vez, una vez más.

miércoles, marzo 13

Tu Cuerpo

Es tu culpa el antojo de cualquier hombre por recorrerte todita simulando pequeños pasos con las puntas de los dedos de la mano derecha, ya sabes, para reconocer de que se trata la sencillez de tu perfección, de tu sonrisa y de tus ojos cerrados soñando con el mar; ya luego viene todo aquel asunto de un par de lenguas que se pierden en distintos bosques, se trata de soñar, ¿sabes?, se trata de nada más reconquistar un cuerpo ceñido al cielo, a la noche que dibuja tu piel llena de estrellas, de relatarte una historia donde tus ojos son el poema con que empieza algún cuento, y cierto orgasmo, como salido de las hojas de algún libro de sol, es la pauta por la que suena aquella sinfonía de un antojo por ser un pedacito de tu piel, que baile y cante arrebatándole el lugar a otros, a todos, a ti.

lunes, marzo 4

A solas

Imaginando conversaciones, a menudo pierdo mi noción del tiempo con una persona en particular, digo particular porque ella es o era (que fea letra "era") muy particular para mí, ando por las calles hablando o cantando solo y mirando a la gente poner las caras más graciosa al notar lo que hago, el otro día tirando la basura me cruce con un vecino que al notar que estaba hablando y que encima estaba solo se sorprendió, más me sorprendió cuando él me empezó a hablar y me dijo que le di un poco de miedo; el lugar estaba a oscuras, él y yo solos, y yo hablando solo. Le dije: no pasa nada, estoy hablando solo; y me dijo: A mucho mejor, me quedo más tranquilo; y al rato le dije: No se preocupe, estaba hablando con Neruda, y me dijo: Ah, de puta madre. Resulta que suelo imaginarme conversaciones con distintas personas, pero últimamente ando cantando y diciéndole cosas al oído tratando de convencer a una mujer. Sé que es una alucinación, y que solo lo veo yo, pero de vez en cuando, cuando estoy a solas, no puedo evitar darle de vez en cuando conversación a las personas que yo quiero. Y pensé: ¿Qué raro no?, que de puta madre, tener a Neruda siempre a mano para darme algún consejo, o me recité un poema y dedicártelo en un momento dado.

Una noche ella me pregunto: ¿Qué sabes hacer?, enseguida noté que estaba algo seria, así que decidí contestarle como solo en mi mente se me pudo haber ocurrido, le dije: Bueno, yo sé abrir…, me crie en un barrio de esta ciudad, sé abrir perfectamente una cerveza con los dientes, conozco las canciones de Silvio y alguna de Sanz, bueno, las de Silvio de primera mano, de hecho, me las canta al oído. Pero eso no le dije a ella, creo.. conozco perfectamente la situación de la Estrella Polar así que si fuese navegante nunca me perdería, pero no, no sé navegar, quite lo de la Estrella Polar. El caso es que ella, sonriendo me dijo: Creo que no me has entendido, te pregunto por tus estudios; y le dije: Ah, mis estudios, bien... estudié perfectamente todas las bancas de las calles, sé perfectamente como se deslizan sobre ellas las penas y las cervezas de los que por allí pasan, conozco perfectamente los efectos terapéuticos del vino, estudie la espalda de una mujer.

Ella ya muy enfadada, mirándome a los ojos me dijo: Ah, muy bonito, ¿y en qué quiere trabajar el señorito?. Y le dije: Pues ya que me pregunta, me encantaría ser violinista, ya que usted me lo pregunta, me encantaría ser el bombero que le apaga los fuegos a usted, ya que usted me lo pregunta, ¿Qué me gustaría ser?... me encantaría ser probador de hamacas, para eso hay que saber dormir y yo, de eso sé un rato, me encantaría ser el que le afina las guitarras a Eric Clapton, me encantaría ser el cartero de Pablo Neruda, me encantaría ser el que le canta arrullos al Subcomandante Marcos, me encantaría ser jardinero en Marte, me encantaría ser desmantelador de misiles nucleares, me encantaría ser pescador en los mares del amor, me encantaría ser cuidador de unicornios azules. Pero sobre todo me gustaría ser el que siempre este cuando usted más lo necesite, el que la abrace cuando sienta frio y el que la calme cuando este con pena, me gustaría contarle un chiste por día para que así siempre este alegre, me gustaría ser un soldado para cuidar sus sueños por las noches, ser el sol que la alumbra por las mañanas y la luna que la enamora por las noches, me gustaría crear tres estrellas que nos acompañen y nos cumplan nuestros deseos, me gustaría ser el que usted ame y yo estar por siempre al lado suyo.

jueves, febrero 29

Regreso

Yo prefiero al Alejandro Sanz triste. No es que le desee tristeza, ni soledad o malos ratos… pero lo prefiero triste. Y es que a algunos la felicidad nos estorba, aunque sea ajena. Lo bueno es que nunca dura tanto como para perder a alguien por completo. Se es feliz un tiempo, luego te vuelves “alguien estable”, más tarde eres “alguien como todos, con problemas” y finalmente te alcanza de nuevo la tristeza y evolucionas, como Pokemón, así igualito. Y el problema real es que uno no sabe lo que está buscando, ser feliz, sí, pero ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Con quién?

Y aquí vendrá la lluvia de abucheos que pedirán la cabeza del culpable, los que ostentarán su felicidad actual como la única y verdadera, la turba de “...los que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite...” (dijera J. Sabines) pero voltea, fíjate bien, eres feliz ahí donde estás, sí, y ¿si eso se acabara hoy jamás volverías a ser feliz?

Ese es el problema. La felicidad es algo transmutable. Puede partir del ron, de una mujer en particular, de las mujeres en general, de amigos, de una buena cena, de elegir el momento adecuado, las manos adecuadas, la cama adecuada, del oro, de la tierra o la Luna. El proceso alquímico no precisa de una única materia elemental para transmutarse en felicidad. No sé a ti pero para mí resulta algo demasiado inestable como para confiar en ella, mucho menos como para cantarle o grabar un disco bajo su influencia. Yo, por lo pronto, me la tomo con reservas. ¡Muchas veces he sido feliz al cruzar una calle y al llegar al otro extremo no lo era más!

Por eso te digo, yo prefiero a Sanz triste, sentir que puso claro el dolor y poder cantar con él sin reparos “A la primera persona que me ayude a comprender, pienso entregarle mi tiempo, pienso entregarle mi fe…”

lunes, febrero 26

Olor Añejo

El amor debe ser como el olor a madera, cuando lo respiras fuerte, y lo sientes meterse en el pecho y dejarte fresco, pero luego, es solo madera, y uno se queda con la ilusión de olerla siempre, a lo mejor viviendo en un bosque donde siempre huela igual, pero la madera se va y también su olor, fugaz como cangrejillo en una playa, como el silencio entre las olas y como el golpe sobre las rocas cuando el mar se decide en salir a asolearse la espalda. Todo aquel asunto de conocer a alguien más y empezar a enamorarse nunca dejará de sernos tan necesario, y las necesidades y lazos que se crean luego de un intercambio de besos son asuntos en verdad extraños, uno se queda dependiente de esas manos en las piernas y las piernas tristes porque ya no sienten el cosquilleo de las manos intrusas sobre de ellas. Las tardes y su torpe caminar se vuelven siempre los perfectos recordatorios de ratos bonitos y abrazos inesperados, y la luna el pretexto perfecto para asomarse a la noche y pensar, con las dudas taladrantes en la cabeza, y con los brazos extendidos al sur, extrañando el olor a madera, extrañando su perfume, extrañando el andar sin estar y el estar sin ser y el ser sin sentir y el sentir sin pedir y el pedir sin dar y el dar sin extrañar.

Le mandé unas letras a la luna en un avioncito de papel, y temo haber dicho lo que no debía por escribir lo que siento cuando el alcohol se adueña de las manos, pero con menos sueño dije cosas peores, espero que la luna se siga empeñando en brillar.

miércoles, febrero 21

Tu risa

Hasta hace poco tenía aquí tu risa,
se aparecía desde temprano para despertarme
me alistaba con ella y la ponía en mi bolsillo
para caminar mejor, pues siempre tu risa
era mi mejor amuleto.

Llegaba tranquila para agitarse en mi cuerpo,
nacía escasa y se multiplicaba
como mis ganas de verte,
tan dulce, 
precisa a la hora de acariciar.

Me narraba tu vida, lo que hiciste en el día,
de cuando tuviste miedo y te hice falta,
después...
fueron escasas,
pues anunciaban un final
pero eran tuyos y míos,
hasta que si te fuiste.

Tu risa que ya no tengo ya hace falta,
te necesito para activar mis mañanas
y no estar triste,
para tomarlos con café por la tarde
y puedan arrullarme en las noches.

Regálame una risa más,
la ultima,
para que sea dulce esta muerte,
para limpiar las telarañas
que se hicieron en mi boca.
Embalsámame todo con tu risa,
para no ir solo a mi suerte,
que esta historia no sepa a derrota.

miércoles, febrero 14

Se trata de gritar

Mira que lo planeé perfectamente: ir a la tienda más cercana y comprar una cajota de chocolates de esos que no te gustan, y luego, en el borde de mi locura, ir corriendo hasta tu ciudad para entregártelos yo mismo haciendo de mi presencia una sorpresa anunciada por mensaje de celular. Pero luego vino la cordura cuando platicamos. Aunque yo en secreto mantenía el plan de los chocolates, pero la entrega se había visto alterada en forma y modificada en esencia para ser enviada en un sobre de manila que llegará bien puntual, luego, pensando, deseché la idea al imaginarme a los pobres chocolates fruncidos, aplastados y enmarañados en el sobre amarillo, y la apuesta de mi amor y prueba de mi inevitable estado de ensueño, anulados por mal servicio de entrega. Así que mejor decidimos hacernos el amor (en otras palabras, hacernos los locos) el viernes, o el sábado, o el domingo, o toda la vida hasta que los sueños no puedan más, me parece mejor plan. Pero incluso hoy de mañana pensé en ganarte el saludo y otra vez perdí, ahí estaba, un te amo colgado del monitor, y lo que hice fue devolverlo empezando a lamentar no haberme amanecido a tu lado hoy, aunque eso nos pasa de una vida para acá entre semana, así nos pusieron en el tablero de ajedrez, así que será cuestión de aceptar que no seremos la parejita que se besuquea en el parque y caminan atolondrados empujados por un globo con forma de corazón. Pero ¡ahhh cuantos besos nos esperan al siguiente encuentro!, supongo no somos los únicos, supongo no soy el único que se amanece pensando en su amor. Ya hace tiempo que este día se vende para enamorarse. Pero eso nunca me pasaba a mí, era cuestión de vivirlo tal cual y aunque una tarde como aquella me pillará tomando cerveza y pensando ¿por qué yo no?, igual seguía la costumbre de no alterarme mis razones y tan solo, dejarle ese festejo a los demás. Mira que hoy hago lo mismo, no festejo porque me lo dice la tele, tú sabes, como fiel testigo de estas ganas, que llevo meses festejándole su más mínimo rayo al sol, sus cascadas de plata a la luna y por las mañanas, mando mis mejores sonrisas en un sobrecito virtual que llega hasta tus manos en forma de alguna canción. No hay más razón de sentirse festejado que serlo, en un día de amores, como todos, igual, ¿igualitito no?, pero con paletas cayendo del cielo y querubines rogando que les compres un dulce en la televisión, y en las revistas, y en el radio, y hasta en las esquinas donde alebrijes alados se colmen los ojos de miel, de promesas, de planes que para algunos no llegarán a ser. Creo que solo se trata de gritar, si todos los hiciéramos a la vez, para sabernos parte unos de otros, de los amigos que se han ido, de los que no se aparecen, de los que bailan, de los que de plano prefirieron otro cielo para mirar, acá seguimos, creo, en la misma calle por donde pasan los “maestros” que vienen a llamarnos cursis, las grandes mentes que vienen a vaciar su despecho en un jarrón, para irse, y enamorarse de sus propias glorias. Yo sigo alucinando sincero, que se salgan las letras que quieran, hoy no las voy a detener ni voy a pedirle a los ojos que no lean, que es de todos, el día sea nueve o catorce o cien mil, es día para volar.

viernes, febrero 9

En calma

Ahora que estamos en calma,
debo decir que siempre quise conocerte;
ya me había contado de ti el corazón
que te encontró una tarde,
de esas veces que se me cae en algún lado y sigo caminando.

Hoy que lo tengo de nuevo me pide seguirte,
darle cacería a tus ojos, decirte que lo podemos todo
y armar juntos la mejor historia, escribirla con esas palabras
que llevamos escondidas desde otras vidas,
las que guardamos para nosotros, para este encuentro.

Ahora que estamos desnudos, en calma...
miro lo bien que te queda el cielo de diadema,
lo perfecto que se ajusta a tu cuerpo el universo;
y como hasta la luna quiere dormir en tu pecho, y como despiertas al sol
con el calor de tu vientre en la mañana.

Ahora que estamos juntos, en calma...
ya no importa el pasado, de cualquier forma
todo lo hay antes de ti tiene que ver con encontrarte, con tenerte.

Y aunque el cielo desde antes nos maldecía...
te quiero en mis brazos todas las noches,
te quiero en mi horóscopo todos los días.

lunes, febrero 5

Mar...

Mar...
Mar sediento,
Mar desierto,
Mar...
Mar barquito de papel,
Mar Robinson Crusoe.
Mar...
Mar anclado en tus orillas
Mar naufrago en tus costillas;
Mar, ¿cuándo vienes a la casa
a tomarnos un café?.
Mar...
Mar, márcame uno de estos días las orillas.
Mar...
Mar, ¿haz visto a la florita olear?
marginado mar,
marabunta mariposa,
Mar, dime porqué lloras...
Mar, no llores más...
Que te vas a desalar.

lunes, enero 29

Balance

No basta enredarse con las letras para destripar estas ideas torpes, hay que hacer más, como volar.
Así de cursis, ¿volar?...
Volar a ras de cielo, ¿por qué no?, volarse las manos y volar los espejos en mil pedazos, volar como quien huye de la peor de las pesadillas y llevarse la casa en las alas, el baño, el lavamanos, el piso y el pasadizo, los ojos de los vecinos, la muralla de ladrillo, las plantas y los jefes, los papeles, las firmas, las listas largas e interminables, hay que hacer de todo para que llegue el día de hacernos el amor, con todo y celos, sal y azúcar para volvernos rock, gitanos, bosque, buganvilias que sueñan con ser bonsái, caricaturas de esas no aptas para niños que se tumben al sillón y aprendan a soñar al ritmo de tus caderas, miénteme todo lo que necesites para saberte colgada de mi pecho, de mi lengua, de las voces que gritan al otro lado del teléfono, de los aullidos en pasillos llenos de rencor, la muchedumbre corriendo al vacío, el estandarte atestado de nuestros peores sueños, la gripe, el robo de la luna, el evangelio de tu piel, el apocalipsis que dicta el reloj, no bastan las manos para vestirse de letrero del fin del mundo, te decía, bastan las voces, que no se mueran, las miradas al filo de la calle contigua, el bostezo del diablo, cuando sabe que le llegó la hora de despertar,

Y dejarnos en paz, al fin.
Y morirnos en paz, al fin.

lunes, enero 22

Una tarde como cualquiera...

Era una tarde casi como cualquier otra. Salvo que mi fe rodaba por las escaleras hecha un guiñapo y mis ojos se extraviaban por la ventana queriendo volar. ¿Has tenido esa sensación cuando despiertas de un sueño tan exacto, tan preciso, y los diamantes que te habías encontrado no son ni ceniza en el bolsillo de tu pantalón?. Así me siento casi diario, al menos últimamente, no sé que he perdido ni sé que he dejado de hallar, solo sé que no encuentro algo que no perdí y que he olvidado algo que nunca tuve; de cierta forma, también acepto que tanto tiempo conmigo mismo empieza a crear una revolución suicida de neuronas en mi cerebro, y se van agarraditas de las manos hasta el precipicio más cercano y entonces, sin más, se rompe un axón tras otro y se dejan caer a la muerte más sencilla que han podido idear, arder en el olvido. Luego me doy cuenta que este eterno monólogo tan dispar entre mi y mi se vuelve monótono, pero nunca aburrido, sigo siendo distante en mi forma de tratarme y sigo siendo bastante ecuánime a la hora de convencerme de no llegar nunca a donde no debo ir; y casi siempre lo logro. Doy la vuelta a la manzana y llego a la glorietita donde mi alma se mareó de tanto buscarse a si misma (muy al estilo de Chaplin dándole vueltas a una mesa perseguido por algún matón), y me regreso siempre pensando en que me he vuelto a poner una media de uno y otro de otro, la sensación de perder algo sigue y mejor me regreso a esta celda, un poco aterciopelada por mis melancolías que peregrinan a mis ojos en las mañanas de tomar café, pasar por el pedestal y ver a las palomas cagar al mundo, y yo ando en cuatro ruedas a la rutina que no me molesta, pero que me incomoda los sueños de ser carretera y huir. Si aquella era una tarde cualquiera, las demás se han vuelto extraordinarios recordatorios de lo embelesado que me vuelvo cuando miro al cielo cambiarse de camisa, y de repente, es negro y llora, como yo, y por momentos tenues, se viste de color y acecha a las flores con sus rayos de sol, como yo. No sé, a veces creo que me invento el cansancio, que me invento que el mundo está dándose un tiempo conmigo y que no me quiere ver por ningún lado, pero el espejo no sabe mentir, y recurro a ser un indigno paseante por la espalda de los acongojados segundos que me presta el día, y le bailo despacio al antojo de una lengua en mi sexo, cierro los ojos y me estremezco pensando en los encuentros casi casuales cuando te imagino antes de dormir y casi te siento acostada por encima de la luna; pero luego, la música se viste de loca y se va. Y así, por tiempo indefinido, sigue mi fe cayendo despacio, se escapa del convento de nubes asesinas y de paso se roba a mi alma que se había decidido en regalarse al diablo, y antes de profesar sus votos eternos, salen corriendo y relampagueando sonrisas para llegar y repegarse junto a mi. Demasiado imperfecta, la soledad, quiero decir, por que a veces viene a saltos, y asalto la lujuria de tenderle una trampa para que se vaya por siempre lejos de mi, pero tampoco me atrevo, ¿qué hombre en su sano juicio quiere vivir sin sentir sus besos pegajosos de hastío y la comezón de un corazón hecho polvo resbalando por los huesos?; la soledad es sencilla, pero insisto, imperfecta, por que casi siempre viene cuando uno intenta (o sueña) ser feliz. Ayer volví a tener esa sensación extraña de haber estado viviendo lo mismo una y otra vez, sabía las frases que seguían y conocía las respuestas a mis preguntas que aún no me decidía a formular, en el camino, por aquella colina donde siento que me elevo hasta la cima del mundo y luego la brisa del vértigo en bajada me pellizca un cachete para torcerme las ansias de ser ave; todo este asunto incomprensible y problemático de dudas y existencias tan febrilmente frágiles que he estado experimentando, puede también ser resultado de los gritos del sueño arañándome la espalda, mi cama susurrando que vaya a mojarla y una musa azul espiándome desde el mensajero. Tantas letras absurdas para decir nada. Estoy triste. Extraño y no sé pasar los días sin su risa, extraño y no se caminar sobre estas aguas de fotos y el barquito de papel que se tambalea, se muere, pero curiosamente, no ha aprendido aún a zozobrar. Pero si, era una tarde casi como cualquier otra. Salvo que mi fe rodaba por las escaleras hecha un guiñapo y mis ojos se extraviaban por la ventana queriendo volar.


PD: El axón, cilindroeje o neurita es una propagación filiforme de la célula nerviosa, a través de la cual viaja el impulso nervioso de forma unidireccional, y que establece contacto con otra célula mediante ramificaciones terminales.

martes, enero 16

Tres de tres

Rompecabezas
Inexacto, soy un rompecabezas recién armado y siento que las piezas no están donde debieran, otras faltan, figura rara y mirada chueca me tambaleo por la caja, y me recargo en la pared, asomando por una grieta, y quedo en espera que las manos regresen a armarme como yo creo que debería ser.

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En foto
La veo en una foto y la reconozco de un sueño, pienso que esa mirada que me atraviesa la frente es una mirada de antes, de antes de este mundo quizás, pero la veo de mil formas y no le reconozco en estos cuerpos humanos y estos colores que tanto me llaman la atención. Reabro la pantalla y escribo: hola, con que esa eres tú...

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Retazo
...solamente de esa forma, ella aceptó que él fuera. Renuente, asomó la cabeza fuera del mar y con manos en las cortantes rocas irguió su cuerpo de sirena para decirle adiós una vez más. El marinero remaba fuerte hacia el bote que se acercaba, volteaba de prisa y le gritaba ¡te amo! Ella reía y lloraba, y a sus adentros repetía: no volverá...