jueves, enero 9

Simplemente humano

Me busqué todo el día y me encontré donde siempre, en el mismo rincón donde extraño y me disfrazo de pasado para pintarme de feliz. Extraño tu mirada metida en la mía y la música de tu risa. Extraño hallarme descalzo en ese bosque de nadie y hallar un chiste debajo de las mismas piedras donde un día fui a abandonar mi pasión. Extraña silueta que me he vuelto cuando me cuelgo de papeles y ausencias exactas que se esparcen detrás del naranja de la luz de la vela, el tapete de colores se roba las lágrimas que sobran y la cerveza disimula con sus olas doradas que mi corazón late buscándote a ti, en cualquier pintura de las que cuelgan en las paredes, y simplemente no te sabe encontrar. Me sostuve todo el día en una liga roja anidada entre una montaña azul y el mar, para hacerme la vida fácil en sábado contraté a otro elefante rosa y bailamos y reímos y matamos brujas de a mentiritas para hacerlas renegar, salí a la calle con las mismas botas y llegué otra vez hasta tu puerta, intermedio de película, olor a palomitas y refresco frío estornudado por una cicatriz, nadie que responda, la luz del cielo apagada, y me volví a saber solo y terco, estúpido más bien, extrañando fantasmas y sirenas, nada extraño que me vuelva a pasar. Simplemente humano, con el corazón colgando de un sol incendiado, tarareando una balada triste y preguntándose que pasó con el amor, que pasó con la tarea simple de volverse a enamorar, y estupefacto ante la idea de ser un sueño absurdo que se despierta y se esfuma de si mismo, y va y se decide a recostarse sobre la piedra de sacrificios, corazón hundido en la duda existencial de ser ángel o demonio; ahí viene el cuchillo de piedra, el dios sol tiene hambre, mi corazón se escurre pirámide abajo y mis ojos llueven, con ganas de ya no amarla más.

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