sábado, enero 25

Inefable

..solamente de esa forma, ella aceptó que él fuera. Renuente, asomó la cabeza fuera del mar y con manos en las cortantes rocas irguió su cuerpo de sirena para decirle adiós una vez más. El marinero remaba fuerte hacia el bote que se acercaba, volteaba de prisa y le gritaba ¡te amo! Ella reía y lloraba, y a sus adentros repetía: no volverá...


Aquel acantilado sollozó cuando el mago miró por última vez a su princesa, en el horizonte, los dragones caían muertos y el sol se hundía en la noche para ya no volver a ser luz, las montañas daban marcha atrás en su peregrinación anual a las estrellas, que caían en lluvia de lágrimas y azotaban la tierra convertidas en esmeraldas secas al viento, la nube de la princesa mar se alejaba en la distancia y el mago leía inútiles frases que la amarraran a esta dimensión… cuentan que el mar se alzó como un gigante y tapó el cielo y tapó la luna y tapó al mago con su calor, las flores caían muertas y los árboles se tapaban la cara ante la tristeza eterna de aquel adiós… Inefable dijo ella, y su voz de color se alejó para siempre, y el mago, con la pulsera azul entre las manos, cayó de rodillas y durmió en un campo verde, soñando aquellos besos por toda la eternidad.

Dicen que en aquella montaña, junto al mar, hay una roca que sueña y ríe, que todo lo que sueña es, que todo lo que sueña, es mar, que todo lo que sueña es ella, y que todo lo que sueña, un día será…

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