jueves, noviembre 28

Quiero

Son las cinco de la mañana
estoy en estas cuatro paredes, de nuevo,
aquí lo único que importa es la lluvia que arde
como solo puede hacerlo en los poemas.
Alguien debe devolverte el hambre, mi amor,
para ver de nuevo tus manos hermosas
ensuciándose con el barro de la ciudad.
Te imagino durmiendo,
así como lo haces, boca abajo, inquieta
y casi despierta.
Adivino los caballos que corren bajo por tus parpados
no sé si llegan a algún sitio
o solo corren por no huir,
acaso hay diferencia.
Imagino tu voz de costa a gota
preguntándome en voz alta
-“No”-  me respondes
y sonríes,
y sigues corriendo
y me miras y sigues corriendo.
Ojala nadie te dome, mi vida,
ojalá nadie lo haga nunca
y si lo intenta,
recuerda que el paisaje esta en tus ojos.
Quiero preguntarte adónde vas
cuál es ese lugar
que nadie excepto tú alcanza,
ese sitio que te habita y al que acudes
cuando dejas de comprender el tiempo.
Siento que te espera allí tanta nostalgia,
que te ruego que lo cuides
que guardes la llave
que abre tu pecho  
en un sitio que nadie conozca
y nunca, nunca dejes que nadie te prohíba escucharte,
es importante que existas en más de un sitio a la vez.
Hay ruidos que habitan con nosotros
que se hacen hueco en el silencio,
ruidos a los que nos acostumbramos y dejamos de escuchar
quiero pisar la lluvia con mis zapatos y decirte
que una huella no es más que el camino de vuelta a casa,
quiero pisarla con tus botas de invierno
llenar mi asfalto con tu verde,
convertir todas las carreteras en sitios
donde tu otro yo y mi otro tú
se encuentren y se reconozcan.

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