viernes, agosto 10

Visiones

Hoy he visto más de mil autos, todos de colores, algunos blancos cobrando dinero por subir más gente con destinos inciertos; he visto gente empeñada en caminar por debajo de las bancas, como a veces me gusta hacerlo a mi, sintiendo el rozar de los coches y sus colores y volviendo a subir el pie con los latidos en el pecho acelerados; he visto caras tristes y espejos mañosos que a veces se apiadan de uno, no siempre muestran la realidad y la cara se alegra cuando sale del cuartito, recorres la puerta y el espejo cae al suelo explotando en risas por su reciente travesura; he visto como amar no siempre vale la pena; he visto historias que me asustan pero que envidio casi como el mar envidia al cielo cuando se atraganta de nubes blancas, para luego en represalia comerse al sol; he visto caerse a la luna en tres pedazos, luna nueva y muerta que se abrazaba desesperada al cielo y a las estrellas que rasguñaban el infinito para no caerse con la inercia; he visto el estruendo de mis lágrimas azotando un piso verde y frío, hechas añicos se desparraman en la nada y las nuevas asoman con emoción para dejarse caer con los ojos cerrados; he visto mi sudor en vano y he visto mis manos vacías buscando temerosas la tenue luz de una cara que acarician lentas pero firmes y azorados los dedos recorriendo caras de lejos, siluetas de más lejos, eternidades que se entrelazan pero nunca se llegan a combinar, he visto pasiones fugaces pero eternas y malditas, pasiones matarisas y risas que levantan hasta un muerto; hoy me he visto vagar otra vez sin rumbo y estrellarme en la cortina de corcholatas del no-vivir, del no-ser y del no-sentir; he visto mis caparazones hacerse fuertes y antiguos, con ganas de enterrarme para siempre en el olvido; he visto la noche comerse a la luz, y rodearme con su capa extraña, inmortal, bruta e implacable; he visto irrealidades demandando a la cordura para que las deje ser verdad, verdades asesinas y ficciones que duelen más que un millar de agujas ardientes debajo de las uñas de los pies; he visto como se me desmorona el alma; he visto gente caer muerta de tanto extrañar; he visto un sueño; he visto gente matándose por subir primero al bus; he visto la extraña manera que tiene la vida para distraerme de los asuntos que verdaderamente importan; y he visto que la rutina no mata, nomás me hace ver lo mismo, una y otra vez, y a veces, sin parar. Hoy he visto más de mil coches, todos de colores, todos corriendo al mismo lugar.

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