Hoy
he visto más de mil autos, todos de colores, algunos blancos cobrando
dinero por subir más gente con destinos inciertos; he visto gente
empeñada en caminar por debajo de las bancas, como a veces me gusta
hacerlo a mi, sintiendo el rozar de los coches y sus colores y volviendo
a subir el pie con los latidos en el pecho acelerados; he visto caras
tristes y espejos mañosos que a veces se apiadan de uno, no siempre
muestran la realidad y la cara se alegra cuando sale del cuartito,
recorres la puerta y el espejo cae al suelo explotando en risas por su
reciente travesura; he visto como amar no siempre vale la pena; he visto
historias que me asustan pero que envidio casi como el mar envidia al
cielo cuando se atraganta de nubes blancas, para luego en represalia
comerse al sol; he visto caerse a la luna en tres pedazos, luna nueva y
muerta que se abrazaba desesperada al cielo y a las estrellas que
rasguñaban el infinito para no caerse con la inercia; he visto el
estruendo de mis lágrimas azotando un piso verde y frío, hechas añicos
se desparraman en la nada y las nuevas asoman con emoción para dejarse
caer con los ojos cerrados; he visto mi sudor en vano y he visto mis
manos vacías buscando temerosas la tenue luz de una cara que acarician
lentas pero firmes y azorados los dedos recorriendo caras de lejos,
siluetas de más lejos, eternidades que se entrelazan pero nunca se
llegan a combinar, he visto pasiones fugaces pero eternas y malditas,
pasiones matarisas y risas que levantan hasta un muerto; hoy me he visto
vagar otra vez sin rumbo y estrellarme en la cortina de corcholatas del
no-vivir, del no-ser y del no-sentir; he visto mis caparazones hacerse
fuertes y antiguos, con ganas de enterrarme para siempre en el olvido;
he visto la noche comerse a la luz, y rodearme con su capa extraña,
inmortal, bruta e implacable; he visto irrealidades demandando a la
cordura para que las deje ser verdad, verdades asesinas y ficciones que
duelen más que un millar de agujas ardientes debajo de las uñas de los
pies; he visto como se me desmorona el alma; he visto gente caer muerta
de tanto extrañar; he visto un sueño; he visto gente matándose por subir
primero al bus; he visto la extraña manera que tiene la vida para
distraerme de los asuntos que verdaderamente importan; y he visto que la
rutina no mata, nomás me hace ver lo mismo, una y otra vez, y a veces,
sin parar. Hoy he visto más de mil coches, todos de colores, todos
corriendo al mismo lugar.
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