La ciudad me
mira con tus ojos, las calles llenas de cansancio esperando una nueva batalla,
todo sigue igual, como lo dejamos, un mar de otoño se muere en la acera, la
soledad me espera fuera, los parques abrigan oscuros a niños sedientos de
nostalgia. Se mienten, se abrazan desnudos, lloran y el sexo les abrasa. La
ciudad parece un mundo cuando se ama a un habitante y hoy la ciudad nos enseña
que no somos ni seremos nunca los de antes.
De noche las
camareras, que ignoran mi existencia, a las que amo, me sirven una cerveza y
alardean de los hombres que han devorado. Malditas todas las mujeres que me han
herido, que me han negado. Regreso a todos los lugares en los que te amé loco y
borracho, el oscuro bar donde yo te convencí de que mentir no era tan malo.
"No pienses en él esta noche y dime que me amas, que él no te oye".
La ciudad es un mundo cuando se ama a un habitante, y mi planeta estalla, y tú alimentas soledades, tú ya no eres la de antes. Ya no ocupo tus miradas y vas cubriendo los huecos de más y más distancias, tu sombra apenas se distingue a lo lejos. ¿Qué has hecho con los restos de feliz adolescencia? los mató el virus del tiempo, el mal de ausencia.
La ciudad es un mundo cuando se ama a un habitante, y mi planeta estalla, y tú alimentas soledades, tú ya no eres la de antes. Ya no ocupo tus miradas y vas cubriendo los huecos de más y más distancias, tu sombra apenas se distingue a lo lejos. ¿Qué has hecho con los restos de feliz adolescencia? los mató el virus del tiempo, el mal de ausencia.
La ciudad
parece un mundo cuando se ama a un habitante, mi planeta estará deshabitado de
ahora en adelante. Trataré de convencerme: aquí sólo lo fugaz permanece. Quizás
me cubra una escarcha, una fría escarcha de muerte. O quizás vaya a buscarte y
te rapte diariamente, para estar a tu lado, para estar a tu lado siempre.
La ciudad
parece un mundo cuando se ama a un habitante, y mi planeta estalla, y tú
alimentas soledades. Mientras te busco en la otra orilla, tú corres, borrando
las huellas, huyendo por la avenida. Suena a lo lejos la sirena de un coche de
policía que persigue mi cadáver, los restos del cuerpo que tú asesinas. Que tú
asesinas que tú asesinas.
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