sábado, marzo 13

La distancia

La distancia entre tu casa y la mía debe ser más o menos como de aquí a la luna. Al menos así se siente a veces, cuando se antoja un beso tuyo, ver una película colgado de tu hombro o volverme un ser diminuto que te recorra desde los talones hasta el huesito de la cadera que siempre te da cosquillas, dar vueltas por tu espalda y decirte un par de cosas sucias al oído, meterme debajo de tu blusa y buscar con los ojos cerrados tus ganas, ese pequeño mar donde por fin pueda ahogarme otra vez. La distancia entre tu casa y la mía a veces es inversamente proporcional a las ganas de besarnos, pero que le vamos a hacer.

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