martes, abril 9

Tu silencio

Tal vez yo te escribí demasiado, 
o tal vez fuiste tú la que me leyó poco

Amor de mi vida… probablemente sería injusto regalar esta acepción, en todo caso, mi vida se fue al carajo hace mucho y el amor se ha seguido columpiando como se le da la gana de mi cuello. El corazón me sigue latiendo rápido y tenue, como golpecitos cansados que se acentúan cuando la garganta se queja del humo que no le quiero regalar. Todo se constipa, se aglomera en una de las callecitas de mi cabeza y repletas las opciones de semáforos en rojo simplemente no sé que hacer, demasiado tarde para pasarme el alto y demasiado espumosa la sangre para regalar muestras gratis de mi fe. Todo en el pecho es nudo, el estómago lleno de mar y simplemente, la espalda se rehúsa a seguirme aguantando, afloja el paso, igual que los oídos que se cierran y se amalgaman los dolores para ser uno en rojo y negro y conspirar contra mi, que tendido boca arriba en la cama, ya no sé que hacer, con la sangre en los ojos y el fuego resbalando por mis pantorrillas, despacio, me limito a creer que el foco será el sol que me despierte con nuevos bríos, quizás, el amor de mi vida, esté esperando por explotarme el alma, en mil pedazos, y yo siga atareado buscando la llave que tiré a la fosa donde los dragones bailan y sudan, disfrazados, aburridos, igual que mis textos.