traigo
la nostalgia a flor de piel, lágrimas cojas y espalda adolorida con un
trabajo que dicen que no cansa, débil sujeto, moriría si hiciera algo
más, con todo y eso, me duele la espalda, los pies, y los ojos tan rojos
de tanto mirar, arden, y siguen tercos en mirar y mirar. Wish you were here.
...
noche triste, de repente no se si la luna me sigue solo por seguirme,
aunque se que no estoy solo, lo siento, pero aún así me trastorna el
buenas noches a la pared, el te quiero al vaso de agua, y el abrazo
apagado al espacio que dejó a mi lado, como sea, la extraño, y se que no
puedo seguir viviendo así, ¿las opciones? dejar de extrañarla, o seguir
escribiendo poesías de cuando alguna vez fui muy feliz...
Aún
puedo sentir tu voz al otro lado de la línea, aún tiemblo de miedo por
oírle decir otra vez que ya no me quiere, y que el nuevo amor que lleva
en el bolsillo es un poco mejor que yo, aunque quizá eso sea demasiado
fácil, lo extraño sería que no lo fuera.
Me
he sentido la viva imagen de mi propio pasado, creo que robé el alma de
algún vagabundo una de estas noches que al día siguiente siempre
olvido, creo que en una de estas fiestas etéreas perdí otra vez la
inocencia en la gente, perdí el lente de lo bonito y se cayó del
pedestal la felicidad, será que eso, será que los estuches si importan, o
será que los perfumes finalmente huelen mejor que la melancolía.
Ayer
me encontré en un libro el pretexto ideal para olvidarla, pero se me
acabó en la mañana y empecé otra vez la lista de lo que no puedo dejar
atrás, aún las ideas no me alcanzan para jalarme el cabello que tengo y
dejar de pensar en las mil razones perfectas para ponerte triste otra
vez, y el tonto vaso de azul se me queda viendo y piensa: aquí vamos
otra vez, al mundo de amores perdidos y relatos de los recuerdos que se
mueven sin cesar.
No
me dado cuenta de los pedazos de inventiva diaria que se me caen, no me
he dado cuenta de las garras que me han hecho los sueños desde la otra
mañana que no desperté en mi cama, en la que llamo cama aunque otros le
llamen soledad; ni quise ponerme a pensar más sucesos de cantina para no
ponerme a balbucear sandeces después de todo escribir parecía un buen
indicio de locura, se que debía ocultarlo, pero ayer ya no supe donde
meterme cuando la extrañé tanto, y quise emborracharme de mis trilladas
hojas, de mis no lo sé y de mis ya no importa, para acabar así, prendido
del recuerdo otra vez.
El
menú de la otra noche me pareció una buena idea para empezar, el sonido
de la tarde que ya se aparecía otra vez me llenó de ausencia, me llenó
de nada y me vació de todo lo que ya no quería siquiera nombrar, sentí
que a locura verde se apachurraba contra el techo luego de atraparla,
sentí que las sombras dejaban de hacerse el amor y que los muchedumbres
de los mercados estaban dispuestas a firmar la paz, acabar los gritos,
dejarme pasar y comprar tan solo lo que dictaba la listita de la bolsa
de atrás de su pantalón.
Supongo
que no sería coherente enviarle esto a la persona del otro día, supongo
que debo acostumbrarme a estas cuatro paredes, y supongo que debo
acostumbrarme a olvidar las reglas de mi mundo perfecto, caminar entre
lo prohibido y no olvidar que se me ha prohibido perder el orden de las
ideas como pretendo hacer en este escrito hoy que tengo tanto frío.
Lo
dejaré así sin terminar por que así creo que pasaré la noche, o al
menos lo que resta de ella en esta mañana, o tarde, no lo sé, o no
importa, o quizá no importe, después de todo esta es una noche triste…