Quizá no como quisiera, pero soy un tipo bastante afortunado. Pensaba
escribir mil cuartillas acerca de la desdicha de mi vida que es hoy, pero en
realidad, cuando miro hacia dentro, el desamor juega al resorte con las ganas y
hay una extraña algarabía como presagio de alguna tormenta de luz. No soy
totalmente feliz, pero no me he muerto aún. Extraño mucho la sensación de un
beso, pero me reconforto con abrazos de tanta gente que sigue cerca de mí. Que
si soy cursi, que si soy ñoño, que si lo pienso y no lo digo, que si mi vida es una
autocompasión sin fin; todo eso vive en el cesto de la basura al final del día,
al final del año, y lo que cuenta es seguir aquí, caminando por las calles, tarareando canciones, escribiendo mentalmente, usurpándole la vida al destino y tomando
represalias contra las mil sonrisas muertas que viven en mí. Sigo aquí, de pie,
con ganas de mar, con ganas de viento, con ganas de tus lindas y blancas
manos dentro de las mías cobijándose del frío. Sigo viéndome al espejo y sigo
atreviéndome a mirar de frente a la desdicha de despertar todos los días con un
corazón roto, y como me enseñara mi padre, con aguja fina y un sedoso hilo
rojo, empezarlo poco a poco a remendar.
Dejo tantos abrazos como
hagan falta para las luces y ojos que pasen por acá. Esto de dibujar letras
sigue siendo un placer. Nochebuena, noche de paz.
(como adoraba tus lunares)
No hay comentarios:
Publicar un comentario