... a pintar la luna de azul,
y obligarla a tocar guitarra mientras le doy un beso a tu cuello,
mientras tu cantas esa tonada que sabe a lenguas enroscadas,
y el aire vouyerista que se asoma en la ventana y medio se queja de su poco placer.
... a rociar la noche de caricias,
vibrarnos las almas y hacernos pedazos con las uñas,
con los pies descalzos por el bosque de tu noche y una orquesta tocando un vals, con hojillas de un árbol de esmeraldas atascándose en la coladera,
asustando a los reflejos que se escurren por tu piel.
… a dejar que la música nos lleve a un placer de colores,
seamos playas sin arena y siendo mares comiendo paz,
seamos gatos acostados enfrente de una chimenea de humo sabor caramelo,
con la ropa colgando del techo y la cocina oliendo a jalea y pan,
y las bocas llenas, y los brazos amarrados por detrás de ti, detrás de mí, detrás.
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