miércoles, enero 27
Safari
Para mí que existen aquellos, los que escriben y
terminando la última letra dan un finito sorbo al café y maravillados observan cómo
se les pone la piel chinita. Adoran aquello que se les escurrió de la cabeza y
viven, brillan por si mismos porqué por si mismos lo decidieron así. Y los hay
quienes de cabeza dibujan un par de palabras, y cuando aquel texto cae muerto,
inerte, lo embalsaman y también ellos mueren, se difuminan como la idea que
diera origen a aquella extravagancia de morirse vivo, como si de un hilo
pendieran las ganas, curiosamente, suspendidas tiempo atrás por la
incertidumbre de nacer o morir. Yo me pregunto cuál de ellos soy, fui, o seré. Agónico.
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