domingo, febrero 28

Los últimos días de un hombre condenado...


"yo contigo mantengo las distancias
mi anhelo las rompe alegremente..."

Soy una piedra, una piedra color gris, de textura difícil, sucia, oculta a la orilla del camino, ojos negros, alas embarradas a la piel, como escamas, pero que antes servían para soñar…

No sé escribir, y me cuesta mucho trabajo leer las señales que han puesto a esta carretera, ¿supe leer algún día? Creo que sí, incluso llegué aquí por mi propio pie (debí decir alas), aunque en realidad el viento me trajo, me alzó un día entre un suspiro de invierno, y me tiró a esta orilla, cuando el sol se ocultaba nervioso atrás de la montaña azul que me queda enfrente, y que representa mi única ventana al mundo…

He visto pasar el tiempo como quien corta el alma con un cuchillo, sin temor, sin pensarlo y sin detenerme a meditar en ello, lo veo pasar corriendo y a tientas quererse agarrar de algo que le recuerde, pero ni yo, ni las otras piedras (¿a dónde se fueron?) que estaban aquí antes que yo, le ayudan a aferrarse a nuestra sien…

A más tardar mañana vendrá la lluvia otra vez, a veces nos arrastra camino abajo, nos moja y nos deja aún más grises, y cuando se hace noche, las luciérnagas se espantan de vernos mirando arriba, queriéndolas atrapar, entonces, no queda más que resignarse a seguir comiendo hierba, o las sobras de insectos que se paran encina, revolotean, y se van.

Soy una piedra, pero hoy me duelen un poco las alas, el sol sigue pegándome en la cara y la ventana está abierta de par en par, voy rodando, todo sigue dando vueltas, hay mucha luz en este camino, no hay más lluvia, y las piernas empiezan a molestarme un poco después del viaje, hoy es domingo, la piel se me ha estirado y ya no me raspa al caminar, estos dedos truenan como si no los hubiera usado en cien años, lo más raro, es que los ojos me arden un poco, pero algo se me hincha cerca del pecho, y siento agua roja recorriéndome el cuerpo, el tiempo se ha detenido, me mira burlón, pero alegre, si, demasiado alegre, lo veo cuando se cuelga con sus dedos largos de tu cabello, lo hace volar mientras tu cara se acerca a la mía, luego me besas, y las alas de los dos estallan como dragón brincando encima del cerro y su magia.


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