Que nuestra distancia no sea mayor que tu voz a la mía.
Querida Luna:
Te vi de madrugada. Apenas un momento, y te
asomaste entera, hermosa y sin prejuicios, luchando a favor de este
nadie que soy y rescatándome de una noche ajena. Yo me quedé temblando, aún lo
estoy. Deslumbrado todavía, en los pasos que siguieron y dimos juntos, lo que
antes entró por la mirada, suavemente se llegó a mi pecho por camino
desconocido.
Te vi, y yo pensé que eso me bastaría, que tu
imagen sería suficiente para tomar fuerza y regalarte el collar de besos que
imaginé para tu cuello. Pero no, no fue suficiente. Necesito colgarte cien
suspiros al oído y recorrer tus lunares con mis labios. Y necesito que mis
manos se dibujen en tu cintura, que tu boca me diga lo que no me
dirán tus palabras.
Ya nada basta. No basta con que sueñe que te
tomo por la cintura, que te acerco a mí y que a tu cuello llega mi aliento. No
basta con pensar que tu tormenta de cabello me estalla en la cara, ni que me piense y te
piense conmigo. No basta imaginar que me tienes, que me enseñas a encontrarte, que
te dibujas entre mis brazos, que tiemblas y me tiemblas.
Consulté mapas que confirman que el tuyo es
otro mundo. Ha sido inútil. Esta noche, por ejemplo, me bastó imaginar que
desde lo lejos iba a poder verte, y de esta forma se desbordaran los
propósitos y razones para enamorarte, para que el corazón y las ganas se
desbocaran, y para que un cuello suspirado me robara todo el aliento.
Luna, yo sólo quería decirte que me gustas y
que quería acercarme a ti. Pero acercarme como un hombre se acerca a una mujer
que le gusta. Algo así como tomarte de la cintura y acercar tu pecho al mío,
acercarme a tu cuello, decirte algo tierno y dulce al oído, llegar a tus labios
con un beso, intuirte un sueño si mi abrazo te tomara prisionera la cintura,
soñarte soñando conmigo. ¿Hago mal en pensarte, en buscarte para encontrarte
como se encuentran un hombre y una mujer que se gustan? ¿Hago mal en decirlo o
en hablarlo con silencios?
Yo lo que quiero es encontrarte para invitarte
a perderte conmigo, que la piel le hable a la piel el deseo que callan las
palabras y que el silencio habla… Espero entonces, tu silencio y tu palabra.
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