lunes, junio 10

Historia de miradas


Que nuestra distancia no sea mayor que tu voz a la mía.

Querida Luna:
Te vi de madrugada. Apenas un momento, y te asomaste entera, hermosa y sin prejuicios, luchando a favor de este nadie que soy y rescatándome de una noche ajena. Yo me quedé temblando, aún lo estoy. Deslumbrado todavía, en los pasos que siguieron y dimos juntos, lo que antes entró por la mirada, suavemente se llegó a mi pecho por camino desconocido.
Te vi, y yo pensé que eso me bastaría, que tu imagen sería suficiente para tomar fuerza y regalarte el collar de besos que imaginé para tu cuello. Pero no, no fue suficiente. Necesito colgarte cien suspiros al oído y recorrer tus lunares con mis labios. Y necesito que mis manos se dibujen en tu cintura, que tu boca me diga lo que no me dirán tus palabras.
Ya nada basta. No basta con que sueñe que te tomo por la cintura, que te acerco a mí y que a tu cuello llega mi aliento. No basta con pensar que tu tormenta de cabello me estalla en la cara, ni que me piense y te piense conmigo. No basta imaginar que me tienes, que me enseñas a encontrarte, que te dibujas entre mis brazos, que tiemblas y me tiemblas.
Consulté mapas que confirman que el tuyo es otro mundo. Ha sido inútil. Esta noche, por ejemplo, me bastó imaginar que desde lo lejos iba a poder verte, y de esta forma se desbordaran los propósitos y razones para enamorarte, para que el corazón y las ganas se desbocaran, y para que un cuello suspirado me robara todo el aliento.
Luna, yo sólo quería decirte que me gustas y que quería acercarme a ti. Pero acercarme como un hombre se acerca a una mujer que le gusta. Algo así como tomarte de la cintura y acercar tu pecho al mío, acercarme a tu cuello, decirte algo tierno y dulce al oído, llegar a tus labios con un beso, intuirte un sueño si mi abrazo te tomara prisionera la cintura, soñarte soñando conmigo. ¿Hago mal en pensarte, en buscarte para encontrarte como se encuentran un hombre y una mujer que se gustan? ¿Hago mal en decirlo o en hablarlo con silencios?
Yo lo que quiero es encontrarte para invitarte a perderte conmigo, que la piel le hable a la piel el deseo que callan las palabras y que el silencio habla… Espero entonces, tu silencio y tu palabra.

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