miércoles, febrero 3

Inesperado

A ti, por ser, por estar. Indiscutiblemente, al mar, que con el alma abierta pegó un grito de madrugada y alcanzó a decir un te quiero justo antes de dormir; al mar sin sueño, al mar sin dueño, al mar que quiero volver a sentir en oleadas de luz a mi espalda y mi andar.

Ella decía: ¿Por qué no saludas? Yo pensaba: ¿Quién diablos es?. Ella decía: Hola Yo pensaba: ¿Qué no ya la saludé?. Ella tenía una imagen larga, yo la recorté. Ella dijo: hola jefe de jefes. Yo la saludé. Ella se metió en mi vida. Yo la dejé entrar. Ella prometió muchos abrazos. Yo me emocioné. Ella vino a robarme el alma. Yo se la regalé. Ella deja besos de colores. Yo los como al anochecer. Ella es luna y es el vino. Yo soy náufrago, yo soy el que ella nunca imaginó que iba a ser.

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