lunes, diciembre 14

Ay

Robustas panzas, que luego duelen, pican por dentro mil ejércitos de hormigas rojas, danzando, brincoteando como sin querer, pero se aferran a su ejercicio para causar furor en el mundo de afuera, de ahí a tu vientre, y yo que me abrazo como si fuera la vida, a ti, reposo las manos en tu cielo, y guardo silencio para que regrese la paz, menos frío, más calor de ese que cura, ¿te unto la luna amor?, ¿dime que hago para no saberte llorando?, así se me ocurren mil cosas, hasta meternos desnudos en el mar y hacerte el amor al ritmo de un jazz, que nos despierte, nos llueva ensueños. Robustas panzas, que luego duelen, y yo tan lejos, estirándome para llegar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario