Ayer se me ocurrió aparecerme afuera de tu casa, con maletas vacías, mis manos llenas de tu imagen y un beso antes que pudieras decir: hola; en el coche, una jirafa disfrazada de bombero, dicen que son buena compañía para un viaje, mi perro, tus peluches y un jarrón sin flores para guardar los poemas que te compre en el camino; yo iría vestido de mago, claro, y el pecho dibujado con colores como los que usas en tu pantalón, con líneas guía para aprendernos el camino a la huida de la memoria; en la cajuela, echamos los miedos de los dos, para visitarlos de vez en cuando y comerlos embarrados de maracuyá, para que sepan menos amargos, y griten menos cuando los aventemos a la orilla de la carretera; si, ya sé siempre soy abrupto y me aparezco cuando menos esperas en tu mente, me meto cuando besas y te preguntas por que carajo insisto en tocar tu puerta, en mirar tu vientre y en soñarte lejos, muy lejos, conmigo, y la jirafa contando mongochistes de borrachos atrás. Y sin embargo, ¿Qué dirías? Si se me ocurre aparecerme afuera de tu casa... con una flor en la mano, diciendo: Hola maracuyá, ¿Cómo estás?...
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