Habrías tenido que aclarar que nunca fue tu intención, que algo se mal entendió en el camino, pero es tarde. De ahora en adelante su blog será un cúmulo de reclamos donde tu nombre será disminuido a una letra, a un color específico del que nunca te sentiste ni remotamente poseedor, a un apodo del que “sólo sus amigas más cercanas” entenderán la referencia, o a algún adjetivo descalificativo del que todos tendrán claro el destinatario. Y es que así es ella, ella bloggea. Ahí la encontraste, dando click al next. Después de cientos de blogs de mujeres amantes de las estrellas, con fijaciones extrañas con la luna y/
“Soy yo, con todo lo que eso implica…” parte de su biografía, reducida al máximo para no distraer de su Arte. ¡Y tú claro que querías saber todo lo que eso implicaba! Tenías que averiguar y la agregaste: pláticas snobs sobre cine de arte, comentarios medio cultos, proposiciones medio ocultas, a fin de cuentas de un “no” no pasaría. Y se vieron, y fue bueno. Y la quisiste besar y fue malo. Sólo después de una plática altamente feminista donde te explicó a detalle el por qué la iniciativa tenía que cambiar de sujeto, de cómo el beso es un compromiso, algo mucho más íntimo que el sexo, que en un beso caben todas las palabras, que hay besos que curan y besos que matan, que te explicó a detalle todos sus ideales (tomados en su mayoría de canciones) y que más que incomodarte te aburrió, te besó… y fue bueno. Y las cosas no podían ser tan malas si había besos y en verdad se parecía a su foto.
Pero de pronto le salió lo Artista. Es incómodo estar con una Artista, lo descubriste después de sus primeros bocetos. No le puedes decir a alguien que no le ves mucho futuro cuando aún están desnudos en un hotel del que no sabes bien salir. Después vinieron las fotografías… planas, sin gracia. Los poemas cada día más intensos y sin sentido, más que poemas eran malabares ortográficos, una mezcla pasada de cutups con canciones “con mensaje”. Las cartas increíblemente cursis. Y es que ella es así, no le apura mostrarse tímida, ella es una niña que quiere ser feliz y reir y jugar en el parque temático que es su vida.
Y después de lo Artista le salió lo bipolar. Y después lo suicida. Y después, horror de los horrores, lo enamorada. Y ahí sí, ni bloquearla, ni borrarla, ni colgarle, ni dejar sus mensajes sin respuesta. Por eso decidiste encararla, decírselo de frente, esperando que ese frankestein de Amélie y La Maga con el que habías venido saliendo entendiera que no eres Nino Quincampoix ni mucho menos Oliveira. Por eso ahora caminas de prisa como huyendo de esa mirada, como queriéndote convencer de que en realidad no pasó nada. Y es que cien veces has sido tú el notificado, cien veces el que se enamora, cien veces el de los poemas… pero tan sólo diez veces, cuando mucho, has sido el de la mirada pétrea. Por lo general en esa situación no hallas ni el ánimo suficiente para mirar a los ojos. Más tarde te aclaras, en privado, que no era para tanto, que no fue más que esa foto de perfil lo que te atrapó… y lo bloggeas.
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