jueves, febrero 27

El Astronauta

No siempre lo que ves en los ojos de alguien es amor... a veces es solo el eco de lo que tu corazón desesperadamente quiere sentir. Imagina estar sentado frente alguien especial, observando cada detalle de su mirada, cada gesto, te aferras a creer que sus pequeñas acciones son pruebas de un amor que esperas, pero con el tiempo te das cuenta de que el amor que percibías, nunca estuvo realmente ahí... no en ellos al menos, sino en ti.

Cuantas veces confundimos nuestra expectativa con la realidad, no es debilidad sentir pero es importante diferenciar entre el amor que ofrecemos y el amor que recibimos. Si alguna ves inventaste un amor, no te castigues por ello, agradece que tu capacidad de amar es tan grande, que incluso llenó los vacíos de lo que otro no pueden darte.

martes, febrero 18

Historia de miradas

Querida Luna:
Te vi de madrugada. Apenas un momento, y te asomaste entera, hermosa y sin prejuicios, luchando a favor de este nadie que soy y rescatándome de una noche ajena. Yo me quedé temblando, aún lo estoy. Deslumbrado todavía, en los pasos que siguieron y dimos juntos, lo que antes entró por la mirada, suavemente se llegó a mi pecho por camino desconocido.
Te vi, y yo pensé que eso me bastaría, que tu imagen sería suficiente para tomar fuerza y regalarte el collar de besos que imaginé para tu cuello. Pero no, no fue suficiente. Necesito colgarte cien suspiros al oído y recorrer tus lunares con mis labios. Y necesito que mis manos se dibujen en tu cintura, que tu boca me diga lo que no me dirán tus palabras.

Ya nada basta. No basta con que sueñe que te tomo por la cintura, que te acerco a mí y que a tu cuello llega mi aliento. No basta con pensar que tu tormenta de cabello me estalla en la cara, ni que me piense y te piense conmigo. No basta imaginar que me tienes, que me enseñas a encontrarte, que te dibujas entre mis brazos, que tiemblas y me tiemblas. Consulté mapas que confirman que el tuyo es otro mundo. Ha sido inútil. Esta noche, por ejemplo, me bastó imaginar que desde lo lejos iba a poder verte, y de esta forma se desbordaran los propósitos y razones para enamorarte, para que el corazón y las ganas se desbocaran, y para que un cuello suspirado me robara todo el aliento.

Luna, yo sólo quería decirte que me gustas y que quería acercarme a ti. Pero acercarme como un hombre se acerca a una mujer que le gusta. Algo así como tomarte de la cintura y acercar tu pecho al mío, acercarme a tu cuello, decirte algo tierno y dulce al oído, llegar a tus labios con un beso, intuirte un sueño si mi abrazo te tomara prisionera la cintura, soñarte soñando conmigo. ¿Hago mal en pensarte, en buscarte para encontrarte como se encuentran un hombre y una mujer que se gustan? ¿Hago mal en decirlo o en hablarlo con silencios?.

Yo lo que quiero es encontrarte para invitarte a perderte conmigo, que la piel le hable a la piel el deseo que callan las palabras y que el silencio habla… Espero entonces, tu silencio y tu palabra.

jueves, febrero 13

Tu Cuerpo

Es tu culpa el antojo de cualquier hombre por recorrerte todita simulando pequeños pasos con las puntas de los dedos de la mano derecha, ya sabes, para reconocer de que se trata la sencillez de tu perfección, de tu sonrisa y de tus ojos cerrados soñando con el mar; ya luego viene todo aquel asunto de un par de lenguas que se pierden en distintos bosques, se trata de soñar, ¿sabes?, se trata de nada más reconquistar un cuerpo ceñido al cielo, a la noche que dibuja tu piel llena de estrellas, de relatarte una historia donde tus ojos son el poema con que empieza algún cuento, y cierto orgasmo, como salido de las hojas de algún libro de sol, es la pauta por la que suena aquella sinfonía de un antojo por ser un pedacito de tu piel, que baile y cante arrebatándole el lugar a otros, a todos, a ti...

lunes, febrero 3

Hoy amanecí humano, y solo te supe extrañar

Hoy quise tomarme un rato para extrañar un "buenos días" en las mañanas. Un "te quedaste dormido" en las noches. Tus lunares y las diferentes constelaciones que se formaban en tu rostro. Mis chistes que encajaban perfectamente con tu risa. Una mordida en tu oreja izquierda. Un zarpazo de ganas a tu corazón. Un beso violeta rasguñándome el cuello. Una caminata larga hacia tu casa. Una vuelta al mundo en ochenta suspiros. Una carta de amor desde tu voz caminando con apuro. Un intento de canción desafinado. Una risa tuya colgando viva de mi brazo. Tu boca robándose mi alma para siempre. Mi alma escapándose a tu boca por que sí. La paz cristalina de imaginarte dormida a mi lado. La guerra frenética de hallarte tan lejos de mi antojo.

Hoy quise tomarme un rato para extrañarme como fui el día que te dije que me gustabas por primera vez. Caí de una nube roja ataviado con mi uniforme de guerrero celestial, te miré hecha mar y quise ir a la batalla por ti, aunque sabía que iba a perder las alas, la fe, y el recuerdo de una diosa quedaría tatuado con lágrimas en mis mejillas, y aun así, supe que daría mi sangre y zarparía cursi hacia el horizonte de tu olvido; fue entonces que me confesaste que salías con él, y el sueño tan solo se partió en dos.

Hoy amanecí humano, 
y solo te supe llorar,
solo te supe amar pequeña,
hoy amanecí humano, y solo te supe extrañar.