viernes, enero 15

Amores

Para acceder al cielo, luego del inesperado vistazo bajo la falda de su diosa, era necesario cerrar los ojos y hacerle creer que había ganado aquella partida. Todo transcurrió en absoluta calma para el amante, el salto desde la ventana, correr descalzo sobre la brizna de césped, y tomar el primer autobús de la madrugada mientras los ángeles aún comenzaban a despertar.
¿Qué será de nosotros mañana? Susurraba al oído de su luz más bella, ¿qué será de nosotros cuando todos empiecen a preguntar por razón de ti, razón de mí, razón del cielo y del infierno, razón de la vida en la tierra, razón del vacío en el estómago, y la repentina caída de millones de estrellas al mar?
No lo sé - suspiraba Luzbel -, no lo sé amor.

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