lunes, octubre 28

No saben de ti

¿Es una despedida? - pregunté. No, yo no he dicho nada - dijo ella; pero hasta el sol lloraba, sus ojos decían adiós y aquel beso supo a eternidad. Luego se fue, me fui, y estas letras vuelven a caerse de su barquito de felicidad.

Ni siquiera tengo ánimos para escribir, siento que el corazón me sobra en este cuerpo, que meto las manos por la garganta y lo quiero sacar pero no lo alcanzo, y lo escucho, latiendo, muriendo, en algún lugar de mi pecho, roto, hasta el carajo de amarla, y cansado por los besos que le deben, pero no lo alcanzo, no lo puedo sacar, habrá de quedarse ahí medio latiendo hasta que deje de hacerlo o hasta que consiga un músculo sustituto para el acarreo de la sangre al cuerpo que también se muere, como que se pone en huelga, porque todo se cae y todo se agazapa debajo de mi cobertor verde, las piernas se niegan a olvidar la mano que las apretó alguna vez de camino a su casa, los dedos se niegan a dejar de sentir su pelo, los ojos se niegan a borrar su perfil atrapado en el cielo anaranjado de hace rato, la cabeza se niega a parar de darle vueltas a su imagen, la boca dice que el beso es suyo y nadie se lo puede quitar, y el corazón asoma los ojillos y deja una nota de suicidio en algún torrente con dirección a la nada, lleva fecha y lleva pedacitos de alma, pero los oídos se hacen los sordos al grito de auxilio del estómago con hambre, y obligado el cuerpo, mira, escribe, para que este pedazo de papel no quede tan vacío como debiera, letras sin corazón, sin alma, llorando, y con ganas de dormir ahora si para siempre.

Ah maldita madrugada, me dueles como si tuviera corazón...

jueves, octubre 10

Como una lluvia... Como un trueno...

Todas las hojas que escribí,
todo este tiempo que leí… fue solo práctica,
han sido ensayos para tu llegada;
pues quiero darte cuentos perfectos,
contarte mil historias de sirenas,
almidonarte el cielo y puedas pintarlo entero con tu risa.

Te espero con incertidumbre, con miedo,
pero con un jardín lleno de flores en mi pecho;
te espero con mis nubes, con mil arcoíris en mis ojos,
con una luna que te pondré de hamaca;
con un carrusel hecho de besos, un castillo de princesas sin ogros.

Te escucho venir con tus pasos pequeños,
con tus latidos gigantes;
te veo tan lejos y aun así abrazando mis dedos con tus manos;
te siento como un sueño entre mis brazos;
estoy listo para ti, para quererte como nunca quise en años.

jueves, octubre 3

Sobre los besos

Los besos que uno recupera después de imaginarse un sueño suelen ser los más cálidos, los más largos y los más dulces. El beso que se asoma en la obscuridad de una calle, es un beso bastante adictivo, sobre todo tomando en cuenta que es un beso nuevo, porque haberlo imaginado no cuenta mucho cuando su realidad de calor te traspasa la memoria y te tira todo lo malo, para dejarte esa sensación de tener la mitad del cuerpo congelada y la mitad solo exista dentro de ese beso, como si debajo de la lengua lo único que vive es la piel tocada por esa boca.

Hay besos que entre luces rojas, amarillas y verdes despiertan a la piel, la ponen chinita y la dejan inyectada de un brillo especial, con un pequeño piquete en la espalda, te recuerda que la piel de gallina es un traje considerablemente cómodo para días de aires frescos como este, y que bajo el sol, no necesitas ocultar las mejillas rojas ni las manos sudadas o la boca ansiosa de más.

Los besos por la espalda, contrario a pensarse de ellos como traicioneros, resultan verdaderos redentores para las curvas cosquilleantes del cuerpo, que a veces olvidan su función de darle forma a los ensueños, mientras el beso recorre los lunares, uno se le abraza como puede al atacante beso y pelea por no ser succionado para siempre en una caricia sin par.

Hoy he notado que las manos no tienen tan buena memoria como los labios, porque aún tengo el sabor de tu beso en la boca, pero las manos insisten en imaginar tu forma y de aferrarse a las mías para simular tus ganas, tu calor y el descubrimiento aquel que nos estremeció al mismo tiempo, causante luego de que los ojos se cerraran y las sensaciones se convirtieran en gobernantes de dos cuerpos un tanto aturdidos, pero despiertos y con ganas de comer.

Amanecí con el extraño bien de ansiar tus besos de mañanita, son las mismas ansias que no me han dejado dormir nomás por que traen la idea que regresarás pronto a cumplir la dosis diaria de besos, que aquel beso primero fue el inicio de una hermosa historia digna de ser escrita en algún cuadernito de bolsillo. Aquí es donde confieso que me he enamorado de ti.

Los besos que uno recupera después de imaginarse un sueño suelen ser los más cálidos, los más largos y los más excitantes... y el sabor que dejan le recuerda a mis manos la foto que te sacaron, le recuerda a mis oídos la voz de aquello que leíste, y le recuerda a mi brazo tu mano que se acomodaba aquella noche en la fogata, para luego entregarte un pedazo de mi alma y sentirme tuyo para siempre. Lo malo de tu beso, es que crea adicción.