Robustas panzas, que luego duelen, pican por dentro mil ejércitos de hormigas rojas, danzando, brincoteando como sin querer, pero se aferran a su ejercicio para causar furor en el mundo de afuera, de ahí a tu vientre, y yo que me abrazo como si fuera la vida, a ti, reposo las manos en tu cielo, y guardo silencio para que regrese la paz, menos frío, más calor de ese que cura, ¿te unto la luna amor?, ¿dime que hago para no saberte llorando?, así se me ocurren mil cosas, hasta meternos desnudos en el mar y hacerte el amor al ritmo de un jazz, que nos despierte, nos llueva ensueños. Robustas panzas, que luego duelen, y yo tan lejos, estirándome para llegar.
martes, junio 17
miércoles, junio 11
Caminante
Fiel a la costumbre de las tardes por enredarme en su vaivén, concluyo que el más perverso sueño que pudo haber tenido el diablo, fue el subirse sobre mi cama disfrazado de viento para robarme el aliento una última vez. ¿Ahora qué hago?, si al curso aquel para nadar en arenas movedizas decidí no asistir para quedarme a coquetear con la luna (los refinados dirían otra cosa), quienquiera que sea, en un arrebato y con todos los gemidos del mundo juró que me amaba justo antes de estallar en mil pedazos de plata por todo mi cielo, mi cuello y quien sabe que tantas historias notoriamente absurdas más. No es que fuera yo, tan ausente de donde debería estar, estando contigo y conmigo mientras nos deletreábamos los besos que tanto me dices que te hacen falta, y yo que soy ciego amor, animal de esos extraños que llegan a confundir con quimeras, pero no soy tan solo el mismo que no aprende a cambiar o a deleitarse con tener un mar a mi merced justo en medio de tus piernas luego de salir de bañarme, como siempre, huyendo de los jodidos mosquitos que acechan detrás de todo este enjambre de dudas y derrotas. De momento soy una de las hormigas en el cuento aquel soñando con su eterna armadura, disfrazándome de todo lo que sea menos de mi para no volver a estar una tarde con la cabeza dando vueltas en el techo, abaratando las últimas letras de las que creo que seré capaz antes de darle vuelta a la hoja, y es que, ¿sabes?, esta es una de esas historias en que nadie perdió el control ni nadie lo tuvo, por consecuencia, nuestro libreto es el perfecto escondite para cualquier tipo de maraña emocional antes de alzar los pies al espacio y dejarnos caer para no flotar tan tranquilamente como alguien, aquellos que miran, leen, escuchan, podrían haberlo creído. Todo se resume en que aquí ya no hay lugar para párrafos, si acaso acentos y deshuesadas eñes que brinquen diciéndonos adiós, sobre todo a mi, que he desarrollado el pretexto ideal para camuflajearme en lo que alguna vez fui, que tan bien funcionaba sin darle espacio a ciertas lágrimas, historias, confusiones o indagaciones sobre la piel del alebrije en turno, la dama a la vuelta de la esquina descalza y satisfecha por el nunca jamás que le habían tatuado en la espalda, las alas guardadas son mías y de momento, solo me queda recordar el final de aquel cuento donde un hombre se enfila al propio acantilado de sus sueños y coincide con sus manías que es lo mejor que podría llegar a hacer. De vuelta a casa, de vuelta al hogar, se dice mientras da un paso más hacia sus abismos inventados, suicida, tanto que come sueños para el camino caída abajo, y se llama incertidumbre, todo lo que hubo o habrá, si es que vuelven, si es que vuelvo, si es que vuelves, si es que volvemos a despertar al murmullo de un día de ayer.
jueves, junio 5
Alebrijes en la cabeza
Todo empezó como siempre, mirando alrededor, nomás para asegurarme que iba despacio, y que el mundo se iba con la finta de que todo le daba vueltas yo; en la cabeza, los alebrijes de siempre dando vuelta y contando los mismos cuentos de siempre para dormir, para que la noche se convierta en estrella de mar y vuelva a rezarle fervorosa al segundo que cuelga de mi fe, con el hilillo mágico que mis ojos idearon para estar atento al tiempo, a la añoranza de ver al mar volver, en sueños ridículos, donde el mundo no está de cabeza y donde amaneces pensando en mí, con tus manos hechos nudos con mis manos, atados al cierzo que nos comemos en copitas de plástico, por calles empedradas, por la orillita donde mi cordura ansía que le presten la llave y escaparse, a donde pueda ser libre y ya no volverse loca pensando en mí, sin ti.
viernes, mayo 30
Cualquier día
Cualquier día de estos caeré espalda al suelo, muerto, con el corazón hecho pedacitos, pedacitos azules que, alegres, saltarán lejos de mi tristeza para irse a vivir a algún parque, hacerse un tatuaje, bailar chachachá y aprender a manejar motocicletas. Mis manos se arrancarán a rasguños de mi cuerpo para irse a escalar por la calle, apretar manos y pondrán alguna tienda de masajes de pies. Mis ojos, arrastrando un par de sueños, viajarán en primera clase para recorrer el mundo, las pirámides primero y luego los museos de Europa, quizá, con la vaga idea de hacerse bizcos de tanto andar juntos y viendo para todos lados, ya viejos, se irán a Cusco para construirse una pequeña choza en Machupichu, y vivir ahí hasta que se les acabe la luz. Me preocupan mis pies, ¿A dónde irán?, a alguna playa me temo, a dormir frescos a orilla del mar, sintiendo las olas y la arena, caminando de madrugada, andando, corriendo sin cansancio. De mi boca no sé, le deseo huya a algún país donde besarse sea como respirar, donde sea esclava de una princesa que la quiera solo para ella, y que le enseñe de lenguas y mordidas en ese labio sabor a mandarina, y bese más de lo que juntos podríamos llegar a besar. Lo demás de mi quedará tendido, sin sed, sin ojos, sin manos, sin pies y sin corazón, nomás sintiendo el sol o el frío, hasta que alguien pase y me eche en un costal, o me haga a un lado, para que no estorbe a la gente al caminar, a lo mejor un día, si se aburren, los ojos regresen, y si se cansan, los pies caminen para acá, y si se cansa, la boca venga a reclamar su lugar, y si se entumen, las manos busquen refugio en lo que quede de mis brazos.
¿No sería curioso? Que incluso los pedacitos de corazón regresaran un día, tatuados, más bailados y más rudos de tanto vivir, y agarren forma en mi pecho, se acurruquen, y con un estornudo fuerte despierten este cuerpo, latiendo, pumpum, pumpum, luego, con un escalofrío me regrese la vida, las ganas, y de repente, sea una figura en la calle que se levanta, como quien acaba de nacer, y quiere irse a navegar.
martes, mayo 27
Sueños
Viendo por la ventana, pensando en tu cara y en tu pelo cuando se ríe y me pide un abrazo eterno, amigos, amantes, hermanos, desconocidos en un camión al infinito, campesinos del mundo, esclavos del todo, buscadores de mundos perdidos, que se yo, lo que sea que seamos, lo que sea que somos y lo que sea que seremos siempre, siempre te amaré.
Me estaba imaginando volar en un dragón con ojos grises y piel color aceituna, volando a través de ventanas que conectan mundos, que conectan ideas y reviven recuerdos de amigos, de hermanos que viven por siempre y que nos visitan cada vez que la luna abre sus puertas y nos baña con su frío, con su fría capa de belleza, como la tuya.
De repente envidio tanto al viento, lo envidio tanto cuando te toca y te hace sentir viva otra vez, cuando roza tus labios y estremece tu cuerpo, cuando te acaricia el pelo y te llena de brillo, lo envidio cuando cada vez que se le antoja te hace suya, te lleva de la mano y te hace libre, lo envidio por estar siempre a tu lado, por verte siempre y por amarte casi igual que yo, Diosa que camina en el viento, mujer amante, sueño eterno.
Pero aquí, volando, soltando carcajadas en el espacio, dando vuelta a las estrellas, escondiendo sueños en planetas azules, jugando a aventar ilusiones lejos y a tratar de alcanzarlas gateando, jugando a ser hechiceros, jugando a ser pedacitos de carbón tirados en la arena, jugando a la vida eterna, aquí, no todo parece ser de piedra, no todo parece ser etéreo, y sin embargo los ríos se abren a tu paso, sin embargo los huracanes callan al oír tu voz, y sin duda los Dioses ocultos se asoman al ver tu paso, desnuda, entre el rocío de los bosques de las Hadas.
Solo quiero seguir caminando sobre este cielo plateado, solo quiero tomar tu mano por siempre, así, y mientras tu construyes y vives mas de mis sueños, yo sigo soñando en ti, sigo pensando, imaginando, creyendo, que alguna vez seré libre en ti, que alguna vez volaré en tu mente, que alguna vez seré.
Qué curioso, soñé que me soñabas... y ya no pude despertar.
lunes, mayo 12
Lugar de tiempo que se escurre
Hay días completamente inestables. Inestables digo, en el sentido en que las voces en mi cabeza parafrasean a las que ya se han ido e insisten en tomar un cierto sentido de orden para convertir los días en un caos absoluto. Caos digo, en el sentido de brincotearse ideas y arrojar conjeturas a los abismos mientras yo trato defender la poca ganada cordura a través de los años. Son ciertas las suposiciones que hacen aquellos que me gritan desde adentro en que todo esto se ha puesto muy brillante, ¿les recuerda las paredes de un hospital no?, bueno, a mí no tanto. Es tan solo un gran pasillo, faltan las colchonetas, los techos amurallados para evitar la fuga de pensamientos, los doctores con batas tristes, las batas con doctores muertos, las enfermeras con risa falsa, y todo aquello que convierte al circo en un fenómeno extrañamente familiar, sin los payasos, claro. Total que hay días así que vienen y así como vienen no se van, se quedan, estáticos y mordiendo la yugular, si tú y yo nos ponemos de acuerdo en pintar de rebelión esta orgía torpe de letras, entonces que hará el otro cuando retome conciencia e intente restablecer su llamado orden dentro de este mundillo. Esas serían tonterías. Tan bien que se respira estos días por acá.
martes, mayo 6
Quiero
Son las cinco de la mañana
estoy en estas cuatro paredes, de nuevo,
aquí lo único que importa es la lluvia que arde
como solo puede hacerlo en los poemas.
Alguien debe devolverte el hambre, mi amor,
para ver de nuevo tus manos hermosas
ensuciándose con el barro de la ciudad.
Te imagino durmiendo,
así como lo haces, boca abajo, inquieta
y casi despierta.
Adivino los caballos que corren bajo por tus parpados
no sé si llegan a algún sitio
o solo corren por no huir,
acaso hay diferencia.
Imagino tu voz de costa a gota
preguntándome en voz alta
-“No”- me respondes
y sonríes,
y sigues corriendo
y me miras y sigues corriendo.
Ojala nadie te dome, mi vida,
ojalá nadie lo haga nunca
y si lo intenta,
recuerda que el paisaje esta en tus ojos.
Quiero preguntarte adónde vas
cuál es ese lugar
que nadie excepto tú alcanza,
ese sitio que te habita y al que acudes
cuando dejas de comprender el tiempo.
Siento que te espera allí tanta nostalgia,
que te ruego que lo cuides
que guardes la llave
que abre tu pecho
en un sitio que nadie conozca
y nunca, nunca dejes que nadie te prohíba escucharte,
es importante que existas en más de un sitio a la vez.
Hay ruidos que habitan con nosotros
que se hacen hueco en el silencio,
ruidos a los que nos acostumbramos y dejamos de escuchar
quiero pisar la lluvia con mis zapatos y decirte
que una huella no es más que el camino de vuelta a casa,
quiero pisarla con tus botas de invierno
llenar mi asfalto con tu verde,
convertir todas las carreteras en sitios
donde tu otro yo y mi otro tú
se encuentren y se reconozcan.
estoy en estas cuatro paredes, de nuevo,
aquí lo único que importa es la lluvia que arde
como solo puede hacerlo en los poemas.
Alguien debe devolverte el hambre, mi amor,
para ver de nuevo tus manos hermosas
ensuciándose con el barro de la ciudad.
Te imagino durmiendo,
así como lo haces, boca abajo, inquieta
y casi despierta.
Adivino los caballos que corren bajo por tus parpados
no sé si llegan a algún sitio
o solo corren por no huir,
acaso hay diferencia.
Imagino tu voz de costa a gota
preguntándome en voz alta
-“No”- me respondes
y sonríes,
y sigues corriendo
y me miras y sigues corriendo.
Ojala nadie te dome, mi vida,
ojalá nadie lo haga nunca
y si lo intenta,
recuerda que el paisaje esta en tus ojos.
Quiero preguntarte adónde vas
cuál es ese lugar
que nadie excepto tú alcanza,
ese sitio que te habita y al que acudes
cuando dejas de comprender el tiempo.
Siento que te espera allí tanta nostalgia,
que te ruego que lo cuides
que guardes la llave
que abre tu pecho
en un sitio que nadie conozca
y nunca, nunca dejes que nadie te prohíba escucharte,
es importante que existas en más de un sitio a la vez.
Hay ruidos que habitan con nosotros
que se hacen hueco en el silencio,
ruidos a los que nos acostumbramos y dejamos de escuchar
quiero pisar la lluvia con mis zapatos y decirte
que una huella no es más que el camino de vuelta a casa,
quiero pisarla con tus botas de invierno
llenar mi asfalto con tu verde,
convertir todas las carreteras en sitios
donde tu otro yo y mi otro tú
se encuentren y se reconozcan.
jueves, mayo 1
Alebrijes en la cabeza
Todo empezó como siempre, mirando alrededor, nomás para asegurarme que iba despacio, y que el mundo se iba con la finta de que todo le daba vueltas yo; en la cabeza, los alebrijes de siempre dando vuelta y contando los mismos cuentos de siempre para dormir, para que la noche se convierta en estrella de mar y vuelva a rezarle fervorosa al segundo que cuelga de mi fe, con el hilillo mágico que mis ojos idearon para estar atento al tiempo, a la añoranza de ver al mar volver, en sueños ridículos, donde el mundo no está de cabeza y donde amaneces pensando en mí, con tus manos hechos nudos con mis manos, atados al cierzo que nos comemos en copitas de plástico, por calles empedradas, por la orillita donde mi cordura ansía que le presten la llave y escaparse, a donde pueda ser libre y ya no volverse loca pensando en mí, sin ti.
lunes, abril 28
Confesión bajo una luna lejana
La soledad era el halo que me seguía aún en las noches de risas, aún en los besos, aún en la madrugada y mi manía de leer historias de terror escuchando el soundtrack de Amelie, la soledad era esa esquirla que a veces confundía con un brillo de luna, con un suspiro, con un amanecer imaginando sueños. La soledad era yo. Y que razón tenía la lluvia al colarse por mi ventana, mis nervios mirando aquel perfil de diosa, y eso que inmediatamente te taché de imposible, que más podía hacer, si igual me quedé callado ante tu luz, ¿te acuerdas?, estabas ahí con tu vestido blanco con estampados de flores, a mi merced, y sentía tu respirar, mi piel estremeciéndose por la amenaza constante de tu voz, y yo callado, sin nada que decir pero sintiendo un escalofrío que me calaba hasta los huesos, mientras escuchaba a la soledad largarse para acompañar a alguien más. Y hay días que me sigo preguntando si existes, si eres real, si no eres como la luna, un dibujo virtual en el cielo, y te beso y saboreo tu lengua entre la mía, y sabes a luz, y confieso que hay días que me da por soñarte despierto, por imaginarte traspapelada entre las hojas de mi rutina, y empiezo a contar al futuro, y al pasado dos años atrás, cuando cogí tu mano con mi mano derecha, y dije aún mirando a lontananza, ¿mejor ya me callo y te beso, verdad?.
sábado, abril 19
Esto es mi Rutina Normal...
Domingo, de tarde, casi noche, asomando a la ventana como quien espera a nadie, pero volteo a la esquina por donde vienen los coches, haciendo cara de “ya es tarde”, quizá no vaya a venir, así la gente que pasa voltea, ve mi actuación del día, y sigue con la cabeza sumida en su propia rutina, en su propio quizás...
Luego vuelvo a ver la foto que tengo siempre cerca, donde estamos tú y yo, la misma foto que día a día significa menos así a lo lejos y mucho así de cerca, encima de mis libros, parece que el marco de flores que hizo el viento le seca, nos quita la imagen, nos devuelve la vida, o al menos a ti, me basta verla para no pensar en ti, para volverme al espejo y verme igual que siempre, atravesado por miradas, por manías, por deseos que tiro al suelo a que se echen a perder.
Quiero hacerme creer que tengo las mismas ganas de escribir que hace un año, mentira, tengo más, pero me cuelgan menos letras, me crece mas pelo y menos saliva para inventarme viajes y fortunas, desequilibrios propios de mi encierro, locuras, disparates pintados de rojo, como alas de mariposa rodeada de luz, inalcanzable.
Por más fuerte que muerdo tu imagen en la almohada siempre se me pierde, siempre cae atrás de la cama y me despierto jalando un zapato que hace meses perdí, y que mañana volveré a aventar con odio, al fondo de todas las cosas que guardo ahí debajo, el polvo, mi alma, mis manos, mis pies, mis sueños.